21 feb 2011

“JUAY” LOS MEDIOS DE COMUNICACIÓN


@BarbaraCabrera

“Encuentro la televisión muy educativa. Cada vez que alguien la enciende,
me retiro a otra habitación y leo un libro”
Groucho Marx


“Un periódico consta siempre del mismo número de palabras,
haya noticias o no las haya”
Henry Fielding


En la actualidad, los medios de comunicación sufren un declive en la percepción ciudadana. Situación que no es derivada ni del despido injustificado y posterior recontratación de Carmen Aristegui; ni del ridículo nacional que hizo Joaquín López Dóriga el 16 de febrero de 2011 en su noticiero nocturno al entrevistar a Anthony Hopkins, al decir “Juay de Rito”. Esta realidad viene de tiempo atrás.

Desde mi punto de vista, tal apreciación es multifactorial: por una parte la editorialización de la noticia por quienes conducen un noticiero o por la dirección de un periódico; o bien, un segundo factor pueden ser los criterios editoriales de los medios que, algunas veces – y por prudencia intelectual no es conveniente generalizar – obedecen a sectores específicos sean económicos, sean políticos.

Lo que es criticable, y es materia de esta Nornilandia; es el manejo indiscriminado de datos convertidos en noticia, porque incide como ya lo mencioné en la formación de opinión colectiva.

Desde tiempos remotos se ha manejado la máxima de que poseer información implica poder, privilegio que hace añales gozaban unos cuantos (empresarios, gobiernos, iglesia, grupos de presión en general). Por fortuna, en el mundo de las redes sociales y del internet, somos cada vez menos maleables a manos de los clásicos generadores de noticias. No obstante, parte de la población toma como un hecho cuanto lee o escucha. Eso, a todas luces, implica un riesgo.

Y no quiero dejar pasar la oportunidad de ejemplificar a lo que me refiero, y lo haré a través de un hecho reciente. A 5 días del tan multicitado, multigrabado, hipertiexpuesto, superutilizado y multipublicitado “Juay de Rito”, nos damos cuenta del poder que tienen los medios para lograr revertir el escarnio público contra el comunicador (algunos se refieren a él como periodista) López Dóriga cuando en el show semanal llamado “mangas del chaleco” cambian los papeles y hacen que el atolondrado parezca el actor hollywoodense Anthony Hopkins (Vid. http://www.youtube.com/watch?v=5PMpwhWPiw0) Véanlo y emitan su propio juicio.

Esta es sólo una pequeña muestra de lo que ocurre, así nos podemos ir a analizando cada medio de comunicación, desde sus presentadores, hasta los jefes que delinean cada letra que nos van a recetar o cada palabra que nos van a decir, con el objetivo de que los televidentes, radioescuchas o lectores, compremos su historia.

Otra situación recurrente en los medios de comunicación es cuando se erigen en jurado de acusación y sentencia, cuando no poseen ni los más escasos conocimientos de la materia jurídica y las más de las veces confunden una demanda con denuncia.

Que decir cuando refieren el trabajo legislativo, como si este únicamente se circunscribiera a las sesiones de Pleno, ignorando algunas veces por su falta de lectura o mala asesoría de quien les escribe las notas del día, que el Poder Legislativo cuenta con una infraestructura para llevar a cabo sus atribuciones constitucionales, legales y reglamentarias.

Así podría seguir y hacer esta Nornilandia interminable.

¿Será que con nuestra participación informada en las redes sociales podemos hacer la diferencia para que los dueños de los medios cambien las formas anquilosadas que hoy los cobijan? ¿Qué ocurrirá a mediano plazo con aquella “vieja guardia” de comunicadores (nótese que no les llamo periodistas) resistentes a los cambios en la manera de informar?

Lo trascendente, y que es imperioso recuperar en México es la digna labor periodística (al respecto hablé en mi Columna Nornilandia #37 véase en el siguiente enlace: http://sdpnoticias.com/sdp/columna/barbara-cabrera-rechercher7/2010/11/12/1157185)

Finalizo con palabras de Michael Medved que afirma: “Ahí radica el verdadero poder de los medios masivos: son capaces de redefinir la normalidad” o yo diría, de cambiar la historia.


Por hoy, es todo.

¡Nos leemos en la próxima Nornilandia!