@BarbaraCabrera
“No basta saber quién entra y cómo entra en el parlamento.
Es necesario además ver qué es lo que se hace y quién lo hace y qué no se hace”
Giovanni Sartori
Frase central contundente para iniciar esta Nornilandia. Debo decir que llama particularmente mi atención el desconocimiento que aún tiene la ciudadanía del trabajo parlamentario .Lo he sostenido y afirmo: el Poder Legislativo constituye el cerebro del poder público al ser el que dota de los diversos ordenamientos jurídicos a México lindo y herido.
Cierto, al vivir en sociedad necesitamos reglas, y éstas se supone deben estar redactadas de modo que proporcionen herramientas para resolver las necesidades y problemáticas en un tiempo y espacio determinado.
La nota recurrente de algunos medios de comunicación en las últimas semanas es “el Congreso descansa 5 meses, sólo trabaja 7”. A partir de ello, se generan una serie de discusiones sobre el sueldo que perciben; referente a la productividad; la duda de si es necesario reducir el número de legisladores (incluidos Diputados y Senadores); debatir sobre la posible reelección legislativa; el trabajo al interior de las Comisiones, Comités y Conferencias y un amplio bagaje temático.
Definitivamente, conocer las labores del Congreso de la Unión, implica revisarlo desde diversas aristas y no sólo el resultado que podemos palpar a través de las sesiones de pleno, considerado como aquél espacio de deliberación donde se llevan aquellos “productos” que derivan de un proceso jurídico – político – legislativo – administrativo; llevado a cabo en conjunto por el personal de apoyo, asesores, centros de estudios y legisladores en sus diferentes maneras de organizarse.
Más allá de debatir el calendario legislativo, estoy convencida que palpar la calidad de las actividades llevadas a cabo por estos representantes populares deben ser más significativo que las simples estadísticas, donde se presentan números de iniciativas presentadas y cuántas de éstas fueron aprobadas. Transitar en esta materia nos llevará a un mejor conocimiento de las actividades parlamentarias, las cuales van más allá de la loable tarea de dotar de leyes. (Para recordar véase http://columnanornilandia.blogspot.com/2010/09/las-funciones-del-poder-legislativo.html)
Sobre el particular, se preguntarán mis lectores ¿Cómo hacemos para transitar de esos números que nos presentan a una mayor visión del legislativo? Será a través de la evaluación al trabajo que se lleva a cabo. Para conocer a detalle la propuesta den “clic” a http://columnanornilandia.blogspot.com/2009/04/tesis-de-maestria-instrumentacion-de.html
En un primer momento podríamos preguntarnos: ¿Qué logramos si evaluamos el trabajo legislativo? Y una posible respuesta es que se reducirán los reclamos y la frustración ciudadana respecto a la figura del legislador; puesto que las dudas de los ciudadanos serían mejor encauzadas y por lo tanto, recibidas, evaluadas y procesadas por el aparato legislativo, lo que de manera indirecta acabaría con el rezago legislativo y de demandas sociales que, cuando no concluye con respuestas legales o políticas, resulta en tomas escandalosas de recintos legislativos que crispan el ambiente político nacional. Porque como lo señala Diego Valadés: “no podremos construir una cultura política y jurídica en tanto que prevalezca la percepción de un ejercicio misterioso y distante de la política”
Finalizo esta Columna preguntándoles mis lectores ¿Qué es lo que esperan ustedes del Poder Legislativo?
Por hoy es todo.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!