@BarbaraCabrera
“La verdad es que amamos la vida, no porque estemos acostumbrados a ella,
sino porque estamos acostumbrados al amor”
Frederich Nietzsche
¿Qué es el amor? ¿Por qué parece ser una marca mejor posicionada que la de un refresco de cola? ¿Cuál es el sentido de que se le dedique un día especial al año? ¿Qué ocurre con aquellos que no coincidimos con esta práctica? ¿Será acaso que en los tiempos del calderonismo podamos vivir en este sentimiento?
Para contestar algunas de estas y otras interrogantes, trasladémonos a la historia que vive el Ciudadano “X” al querer celebrar un 14 de febrero en tiempos del calderonismo.
Amanece haciendo un frío de la rechingada, clima que por la tarde cambia de manera abrupta. Así que “X” no sabía a ciencia cierta cómo vestirse. Indudablemente pasará gran parte de este día fuera de casa, dispuesto a celebrar tan emotivo día. Para empezar se da cuenta que se acabó el gas y tendrá que darse un baño con agua cuasi congelada. Decide arreglarse poniéndose su mejor ropa, esa que había comprado unas semanas antes y que considera necesario estrenar este preciso día y así poder impresionar al ser amado.
¡Recáspita! –vocífero el Ciudadano “X”- olvidé por completo comprar el regalo de San Valentín, así que antes de llegar a mi trabajo tendré que ingeniármelas para comprar algo, de lo contrario este no será un buen 14 de febrero.
Presuroso y al borde de la histeria el personaje de esta historia, sale despavorido para alcanzar a adquirir un buen obsequio. Aparte de todo su media naranja es una mujer que lo ama en la intensidad de los detalles que éste le proporciona. Y cual va siendo la sorpresa de “X”,el tanque de gasolina estaba casi vacío. No le quedó otra que hacer una escala para adquirir el combustible. Cabe señalar que el sábado fue el segundo gasolinazo del año y al Ciudadano “X” apenas le alcanzó para poner un cuarto de tanque, a contrario sensu no podría comprar el regalo necesario.
Camino a su trabajo creyó podría encontrar el presente perfecto para la exigente novia, pero no fue así, toda vez que los negocios los abrían después de las 11:00 de la mañana. Tendrá que ingeniárselas para fugarse de su trabajo.
Llega a sus labores cotidianas y en la oficina un cuarteto de trabajadores empiezan a organizar la “coperacha” para el convivio propio de la época y para no verse fuera de lugar, a “X” no le queda otra más que cooperar con la causa. Ya sabrán, esto ha mermado considerablemente el costo del regalo que pueda adquirir para el exigente ser amado.
Son las doce del día cuando en la confusión del jolgorio burocrático, el Ciudadano “X” decide escabullirse y comprar el regalo. Para no levantar sospechas, ni un posible regaño deja su automóvil y decide caminar; y cual va siendo su mala fortuna que a dos cuadras de llegar al sitio donde compraría el regalo lo asaltan quitándole hasta los zapatos y el reloj que llevaba puesto.
¡Albricias! –pensó “X”- ahí va un policía. Así que lo abordó para comentarle lo acontecido. El celoso guardián del orden público le dice, lo siento joven, este no es mi sector, solo pasé por aquí para recoger un pastel que pidieron de la comandancia para celebrar el día de la amistad.
En vista de tal negativa, y como dentro de lo robado estaba su celular, se dirige a un teléfono público para pedir auxilio a uno de sus compañeros de oficina (recuerden que le robaron hasta los zapatos y a esa hora del día el sol quema). Al marcar a la oficina nadie contesta, claro todos estaban en la pachanga; así que intenta comunicarse a un celular y para no variar su mala suerte en este fenomenal día, se escucha una vocecita que dice “lo sentimos, el número que usted marco está ocupado o fuera del área de servicio, por favor intente marcar más tarde”
Así que en condiciones paupérrimas, “X” regresa a su oficina temeroso de ser reprendido por su jefe inmediato por haber abandonado sus labores y triste porque ese 14 de febrero no podría celebrarlo: al quedarse sin dinero automáticamente le es imposible adquirir un obsequio y al no haber un presente simplemente cancela todos los planes. Incluidos ir a comer / cenar a un buen restaurante.
Y como la dueña de sus quincenas lo ama en la intensidad de sus detalles ($$), ese día existió un conflicto tipo batalla campal que supera por mucho la batalla de El Álamo; misma que no hubiese ocurrido si hoy fuera un día cualquiera. ¡Pero es 14 de febrero nada más y nada menos que el día del amor y la amistad! Y hay de aquel que ose no celebrarlo como lo marcan los cánones del marketing publicitario; será juzgado, condenado, relegado y criticado por el resto de su existencia.
Recapitulando, el Ciudadano “X”, tuvo que comprar ropa nueva para impresionar a su ser amado ese día, la cual pagará a 13 meses sin intereses; no le fue posible comprar gas para su casa, de lo contrario no podría agasajar como se debe; fue víctima del sistema al tener que pagar más alto el precio de la gasolina y encima de todo, cuando se disponía a comprar un obsequio, fue víctima de la inseguridad al ser asaltado ¡menos mal que no pasó a ser un daño colateral!, ¡afortunado entre los desdichados!.
Aquí, lo que menos importa son los narcobloqueos suscitados en Guadalajara, Monterrey, Tamaulipas, Michoacán, Guerrero… las desaparecidas de Ciudad Juárez, los feminicidios del Estado de México, las autoridades incompetentes que cobran sueldos elevados; el aumento estrepitoso de la canasta básica; el gasolinazo; y son intrscendentes los granadazos en diversos puntos del país, los ejecutados a cada instante; qué más da si se restringe la libertad de expresión para mantener tranquilo al Presidente que se indigna por una pregunta incómoda. No vale la pena hablar del niño de 7 años ejecutado en Acapulco. Lo importante es que los empresarios hagan su “agosto” este día, que por un momento todos nos amemos, nos apapachemos, nos regalemos chocolates y peluches o un regalo de más valor a 13, 18 o más meses sin intereses. Total, las autoridades todavía creen que estamos en el país del no pasa nada. Finalmente, este es un 14 de febrero, día del amor en tiempos del calderonismo.
Por hoy es todo. No olviden dejar su comentario.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!