@BarbaraCabrera
“El derecho a la
rebelión es sagrado”
Ricardo Flores
Magón
¿Se
aproxima México a una revolución? Esta es una pregunta recurrente
y con cada vez mayor resonancia, no solo en el país, sino en el extranjero.
Ello, no es fortuito dados los acontecimientos suscitados desde aquella negra
noche del 26 de septiembre de 2014 en Iguala, Guerrero con la desaparición
forzada de 43 normalistas en Ayotzinapa, esa ha sido la gota que derramó el
vaso. A esa cifra se suman más de 22 mil desaparecidos en este aún
#MéxicoLindoyHerido y contando.
Si indagamos que
es una revolución, vemos que proviene del latín revolutio que significa “una vuelta” y a partir de ahí es donde
surge el debate inacabado de su verdadero significado e implicaciones. Se dice
que se trata de un cambio violento y radical en las instituciones políticas de
una sociedad; por otra parte, se advierte que es un cambio brusco en el ámbito
social, económico o moral de una sociedad; y otra definición la describe como
un cambio social fundamental en la estructura de poder o la organización que
toma lugar en un periodo relativamente corto.
Llama la
atención que en todas estas conceptualizaciones están involucrados dos
elementos esenciales: la palabra cambio y la sociedad.
Ahora bien,
escudriñemos algunos ejemplos de lo que ocurre en el país: tenemos una clase
política que no vive la realidad, o tal vez está en un México paralelo;
coexisten comisiones estatales y la nacional de Derechos Humanos que reclaman cada
vez más presupuesto, pero cuyos resultados y actuación generaran dudas e
incertidumbres. Las instituciones están desgastadas y anquilosadas, datan del
México post revolucionario, y continúan en las mismas a pesar de las 11
reformas estructurales. Se perfilan vergonzantes y altos sueldos de los dueños
del poder en México en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2015 y la
corrupción continúa corroyendo al actual sistema, la razón es simple: no hay
disposición de erradicarla, eso de ninguna manera y bajo ninguna circunstancia
conviene al gobierno y a sus aplaudidores.
Lo que no han
racionalizado del todo es que en la acera de enfrente, hay una sociedad cada
vez más demandante y ávida de soluciones a las múltiples problemáticas que
enfrenta; las cuales van más allá de Tlatlaya y Ayotzinapa, sumémosle
aquellos movimientos adyacentes y
solidarios.
Un paso más en
la generación de un cambio es la convocatoria en Redes Sociales, esencialmente
en Twitter, a un paro nacional bajo el hashtag #ParoNacional20NovMx; esto ya
nada ni nadie lo detiene, ni las declaraciones que el señor Peña Nieto,
inquilino de Los Pinos, ha dado en su retorno de China y Australia, y cito “El
Estado está legítimamente facultado para usar la fuerza cuando se ha agotado
cualquier otro mecanismo para restablecer el orden. Yo aspiro y espero que no
sea el caso de lo que el gobierno deba hacer; que no lleguemos a este extremo
de tener que usar la fuerza pública. Queremos convocar al orden, a la paz”
La pregunta que
tendremos que hacer a EPN es si ya le informaron de los infiltrados y
provocadores a las diversas manifestaciones. Digo, por aquello que regresó de
su “exitosa” gira con la justicia y la fuerza pública desenvainada.
Mi respuesta es, definitivamente sí México no
solo se aproxima sino que está en una revolución. La cuestión es ¿hacia dónde nos dirigimos? Lo
dejo a la reflexión.
No olviden, no basta con indignarse, es necesario actuar.
Por hoy es todo.
Hasta la próxima
Nornilandia.