@BarbaraCabrera
“Pero si el pensamiento corrompe el lenguaje,
el lenguaje también puede corromper el pensamiento”
George Orwell
Esta Nornilandia tiene un objetivo bien definido, dar pinceladas para recordar el arte de utilizar la palabra chingar; singular expresión utilizada y, en ocasiones abusada en el imaginario colectivo mexicano. Entonces, como ven no se trata de escribir cualquier chingadera sino de hacer de esta Columna una chingonería. Dicho lo anterior, afirmo que mandar a la chingada para los mexicanos constituye un ritual, así tenemos que su uso va más allá de las diversas acepciones enlistadas por la Real Academia Española la cual define este término como importunar, molestar, o bien, practicar el coito.
Se pregunta Octavio Paz en su laberinto de la Soledad ¿quién es la chingada? y responde “Ante todo, es la madre, no una madre de carne y hueso, sino una figura mítica. La chingada es una de las representaciones mexicanas de la maternidad, como la llorona o la sufrida madre mexicana que festejamos el diez de mayo. Chingada es la madre que ha sufrido, metafórica o realmente, la acción corrosiva e infamante implícita en el verbo que le da nombre. Continúa Paz afirmando que en México los significados de la palabra son innumerables. Es una voz mágica. Basta un cambio de tono, una inflexión apenas, para que el sentido varíe. Hay tantos matices como entonaciones: tantos significados como sentimientos”
Y como muestra representativa de este arte, a continuación proporciono diversas maneras en que, alguna vez, hemos utilizado este vocablo:
A chingar a su madre
¡A la chingada!
¿A mi qué chingados me importa?
¿A qué vienen tantas chingaderas?
¡Basta de chingaderas!
Cargar la chingada.
Casa de la chingada.
¡Chinga tu madre!
Chingaderita
Chingativa
Chingonométrico
De la chingada
En chinga
¡Ésas son chingaderas!
Ganas de chingar
Hijo de la chingada
La mera verdad, son chingaderas
mmm… que la chingada
Ni que valiera tanto esa chingadera
No me estés chingando
O te chingas, o te jodes
Puras chingaderas
¡Que se chingue!
¡Que sí, que no, que cómo chingados no!
Remedio chingón
Sepa la chingada
Tener un gusto de la chingada
Un chingo
Uno que se chinga
¡Válgame la chingada!
Vas y chingas a tu madre
Ya ni la chingas
Debe quedar claro, esta práctica no es nueva y tampoco constituye un deporte nacional; Chingar, es parte de la cultura mexicana (les guste o no a ciertos sectores de la población). Ahora bien, si no se atreven andar chingando con la manifestación de esta palabra; sugiero apliquen un eufemismo, de manera tal que no dejen de ser parte de un arte muy mexicano. Va una lista que seguro les ayudara a ello: “a Changai y a Sumatra”; “a chillar a otra parte”; “checa tu email”; “¡chin!”; “¡chinteguas!”; “ínguesu”, entre otros.
Para saber más sugiero lean, disfruten y apliquen “El chingonario” Diccionario de uso, reuso y abuso de chingar y sus derivados. De María del Pilar Montes de Oca Sicilia. Editorial Otras inquisiciones. Además, relean o lean (según sea el caso) “El laberinto de la soledad de Octavio Paz. Editorial Fondo de Cultura Económica.
Y ustedes mis lectores ¿aplican en sus actividades diarias el arte de la chingada? ¿Son unos chingones? ¿Viven en Chingolandia o hasta casa de la chingada? Sólo les pido sigamos trabajando arduamente para que no nos cargue la chingada y podamos rescatar, más rápido que inmediatamente, a México lindo y herido.
Un placer compartir con ustedes.
Por hoy es todo.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!