16 may 2011

“¿QUIÉN VIGILA AL VIGILANTE”


@BarbaraCabrera

“El Poder Legislativo no sólo es el sumo poder de la comunidad política,
sino que permanece sagrado e inalterable en las manos en que lo pusiera la comunidad”

John Locke


La historia de la desconfianza hacia los legisladores tiene sus raíces bien ancladas en la cultura política de nuestro país, pues venimos de una tradición donde el Presidente de la Republica tenía la última palabra, donde nada se movía si no era permitido por él, donde las funciones y facultades consagradas constitucionalmente al Congreso de la Unión era entregadas en charola de plata a la voluntad del Ejecutivo. Donde la discusión no existía; la mayoría aplanaba la disidencia y la razón era un obstáculo para el buen desempeño de la voluntad del Presidente en turno.

En aquellos tiempos, la curul era un premio más que una responsabilidad; por eso no importaba irse a dormir a la cámara, en esta tesitura los ciudadanos piensan en el legislador como un levanta dedo. Por ello la imagen de los ciudadanos hacia los diputados es de desconfianza, de indignación, tal como se demuestra en diversos estudios de opinión.

El papel que juegan los medios masivos para abonar a esta imagen es importante; pues hay un predominado manejo de información desfavorable para el Congreso de la Unión. Ya que en sus espacios noticiosos tienen mayor cabida y repercusiones las notas que dan cuenta de las deficiencias y del escándalo, y poco informan de los avances y las aportaciones de los legisladores; lo que se convierte, las más de las veces, en un manejo tendencioso de la labor de los legisladores.

Algunas razones que pudieran explicar este desequilibrio, son las siguientes:

a. La gran mayoría de la población (de 75 a 80 por ciento), cuando se informa de política lo hace a través de la televisión.

b. Los medios de comunicación se han convertido en una de las instituciones con mayor credibilidad y están asumiendo un papel creciente en la socialización de valores. En ese sentido, sus interpretaciones y opiniones sobre el trabajo legislativo tienen un grado importante de influencia sobre la opinión pública.

c. A la falta de un programa efectivo de difusión de resultados del trabajo legislativo, se suma un contexto informativo y político desfavorable.

Señalo lo anterior, en virtud de que hoy por hoy los medios de comunicación pareciera que se han erigido en los jueces implacables de la labor legislativa.

La pregunta reiterada es la formulada por Platón y que da título a esta Nornilandia. La cual replanteo a propósito de la temática abordada en esta Columna: ¿a quién realmente le corresponde vigilar al vigilante?


Tu opinión es importante, ¡exprésala ahora!

Por hoy es todo.



¡Nos leemos la próxima Nornilandia!