@BarbaraCabrera
“Leer es el único acto
soberano que nos queda”
Antonio Muñoz Molina
A propósito de que el 23 de abril se
conmemora el día internacional del libro, promulgado así por la UNESCO y
celebrado desde 1996 para promover el hábito de la lectura; ocurre que dicho evento
–por lo menos en el caso mexicano- es como predicar en el desierto.
Admitámoslo: ¡¡somos un país de no lectores!! Una nación tendiente a subsistir
sin probar, devorar y mucho menos masticar y digerir las letras proporcionadas
para generar y provocar una manera de pensar distinta.
Datos elaborados por el CERLALC (Centro Regional para el Fomento del Libro en
América Latina y el Caribe, así como por CONACULTA, advierten que únicamente
dos de cada diez mexicanos tienen como hábito la lectura de libros; en este
sentido la cifra no rebasa los tres libros por mexicano al año.
Además, recientemente una encuesta señala
que 63.6% de los encuestados leen para cumplir con compromisos académicos; es
decir: tareas, trabajos y demás actividades, lo que implica una connotación de
obligatoriedad. Un dato relevante de este análisis, lo constituye el porcentaje
del gusto natural por la lectura, alcanzando el 9.2%; mientras tanto, leer por
diversión, llega al 6.8%.
En esta tesitura, es de saberse que
en el país, el mayor número de puntos de venta de libros corresponde a
Sanborn´s con 160 sucursales; no obstante no se trata propiamente de una
librería, sino que se extiende a multiplicidad de productos como perfumes,
tecnología, restaurante, farmacia; entre otros. Y en cuanto a libros, en estas
tiendas lo que abunda son los de superación personal y best sellers.
¿En general, que tópicos de lectura
interesan a los mexicanos? la respuesta son: novelas, libros de historia y biografías,
representando -en conjunto- el 62% de las preferencias.
Tratándose de librerías, es
destacable decir que Gandhi -con 21 sucursales- y El Péndulo -con seis- son las
mejor posicionadas entre las preferencias de los lectores. No obstante, ésta
última únicamente se encuentra en la Ciudad de México.
Hasta aquí estos datos, que aunque no
sorprenden, si debieran ocuparnos para actuar en consecuencia.
Entonces, ¿Qué sucede si no se lee?
la respuesta es ¡no pasa absolutamente nada! generaciones van y vienen;
políticos se reciclan y se enquistan en el poder a sabiendas que no serán
reconvenidos. ¡Simple y sencillamente no hay progreso! La ciudadanía se torna
pasiva, apática y poco demandante de mejorar su calidad de vida. En más de
alguna ocasión, se ha afirmado que la ignorancia es símbolo de felicidad.
Por eso mis lectores, este día no
puede terminar sepultado en el olvido hasta un próximo año. ¡No leer es
equivalente a dejar de pensar! ¿en verdad nos conviene? ¿Seguirán impávidos sin
ayudar a incrementar el porcentaje de lectores en México?
¡Vamos, tomen un libro, léanlo;
establezcan una charla íntima con su autor! porque mientras continuemos en esta
línea; es decir, ser un país de no lectores ¿cómo podemos exigir no tener
gobernantes y aspirantes a un cargo público analfabetas?
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!