@BarbaraCabrera
“Si respetas la importancia de tu trabajo; éste, probablemente, te devolverá el favor”
Mark Twain
A propósito de que esta semana se concreto el retorno a las actividades laborales cotidianas y para despejar un poco el panorama de los temas y noticias electorales que se producen a la menor provocación de las cuales somos cautivos; he decido traer en este Nornilandia un tópico reflexivo y de impacto para todos: el trabajo.
En cualquier país del orbe es ineludible llevar a cabo esta actividad, aunque las finalidades de cada cual son distintas: hay quien lo hace para sobrevivir; otros, para definir su espacio en la sociedad; algunos más como el espacio ideal de realización personal y profesional; así podría continuar el listado, no obstante se tornaría ilimitado.
Al referirnos a esta acción, –léase la de trabajar- hay quien suele aclamarla como “chamba”, por ello, es importante veamos la manera en que la Real Academia de la Lengua Española, conceptualiza cada cual. En sus tres primeras acepciones, trabajar es: a) ocuparse en cualquier actividad física o intelectual; b) tener una ocupación remunerada en una empresa, una institución; y, c) ejercer determinada profesión u oficio.
Por otra parte, aunque la misma fuente nos ilustra diciendo que chamba es como le conocemos de manera coloquial al empleo o trabajo; no es la única definición que para efectos de esta Nornilandia interesa. Se advierte que chamba también es conceptualizado como aquel empleo o trabajo, sobre todo el eventual y mal pagado.
¿Cuántas veces no hemos escuchado a personas que se quejan vociferando: “ya me voy a chambear” o “ya me harto mi trabajo”? Estoy segura que en más de alguna ocasión y pongo en tela de duda que lleguen a racionalizar la importancia de contar con dicha fuente de ingresos en estos tiempos de competitividad de un mundo globalizado.
En esta tesitura, estadísticas van y números vienen respecto al nivel de ocupación y desocupación en cada país; tenemos por ejemplo el índice de medición internacional (CIA World Factbook), que con datos actualizados al 1 de enero de 2011, se incluye un listado de 198 países donde México ocupa el lugar 144 en tasa de desempleo con un 5.6%
Ahora bien, en febrero de 2012, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) al comunicar los principales resultados de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo; revela que el 58.3% de la población de más de 14 años se encontraba disponible para producir bienes o servicios (lo que se conoce como económicamente activa); el restante 41.7% se ubicó en la población no económicamente activa.
Por otra parte, a finales de marzo de este año el INEGI dio a conocer que la tasa de desocupación en el país fue de 5.18%. Lo que es determinante con lo datos citados, aunado a lo que podemos palpar de manera directa, es que el subempleo e informalidad crecen en México; y que las promesas de empleo nomás no terminan de fructificar.
Datos que sin duda esperemos conozcan, reconozcan y permitan a los distintos actores políticos que “suspiran” a gobernar este México lindo y herido actuar a través de políticas públicas realistas y adecuadas a la realidad imperante; en conjunto con los legisladores quienes -a través de las leyes- coadyuvan a delinear la vida institucional del país; todo con la disposición, colaboración y participación de la sociedad.
Remato esta Columna, planteado ciertas preguntas relacionadas con la chamba y el trabajo, con el objetivo de provocar una reflexión necesarísima: ¿Será que nuestros políticos trabajan por el bienestar social o por intereses bien definidos? ¿De que manera el próximo gobernante incentivará la creación de empleos? Y tú que me lees ¿Trabajas o chambeas? ¿Qué valor le das a tus actividades?
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!