Dra. Bárbara Leonor Cabrera
Pantoja | Entre letras, con mi café y a un “x” de distancia
me encuentran como @_BarbaraCabrera
Leí por ahí que si no sabes en qué dirección se aprieta o se afloja un
tornillo, recuerda siempre que la derecha oprime y la izquierda libera.
¡Cuánta razón tiene dicha expresión!
Para conocer a la “derecha”
es necesario analizarla no solo en su comportamiento, sino también desde la
literatura y la historia. Por ello, en esta Nornilandia recomiendo un libro que
data del año 2017 llamado “La derecha mexicana en el siglo XX: agonía,
transformación y supervivencia”, coordinado por Xóchitl Patricia Campos López y
Diego Martín Velázquez Caballero, un texto producto de reflexiones surgidas
desde el Cuerpo Académico “Estudios Multidisciplinarios de Política y Derecho”
de la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla), donde a través de sus
páginas encontramos información relevante para desentrañar el pensamiento
conservador.
A continuación, comparto
algunos fragmentos que proporcionan algunos rasgos del rostro de la derecha.
· La orientación ideológica conocida como “derecha”
se aproxima a criterios conservadores, religiosos, de orden, reaccionarios,
aristocráticos, xenofóbicos, excluyentes, etc.
· Para estudiosos como Noel O’Sullivan no
hay “derecha” sino “derechas”. Éstas mantienen un núcleo de valores comunes,
pero, también, matices que hacen diferencias significativas. Las “derechas” se
clasifican cuando menos en las categorías de reaccionaria, moderada, radical,
ultra y nueva.
· En el caso del concepto “derecha”, la
falta de precisión en los términos lleva a ambigüedades que, a veces, permiten
construir lugares comunes. Las definiciones formales, generalmente, la remiten
al terreno parlamentario, reduciendo la “derecha” a la bancada que en el
Parlamento británico se situaba a la diestra del monarca, identificada con los
intereses del rey, de la aristocracia e identificada con el statu quo. Por otra parte, la falta de
una definición que agote las necesidades de quien observa a la “derecha” como
una mentalidad conduce más bien a inferir qué es la “derecha” a través de
algunas características que tradicionalmente presentan grupos con cierto
comportamiento político y social, de tal forma que se parte de la pregunta
¿quién es de “derecha”?
·
El pensamiento conservador nace y se
desarrolla como reacción a diferentes expresiones del progreso: capitalismo,
secularización, clases sociales, revolución democrática, industrialismo,
ciencia, libre expresión e individualismo. El conjunto de estos elementos -es
decir, la modernidad- representa para los conservadores el salto histórico que
puede determinar en una forma peligrosa su statu
quo. En tal sentido, el conservadurismo trata de incidir en cada uno de los
rubros para contener la transformación que implican; cada proceso cambiario
activa dispositivos reaccionarios e involucionistas en los seguidores de este
pensamiento político.
· Ahora bien, ¿Cómo relacionar
conservadurismo y “derecha”? En la mayor parte de las ocasiones se ha
denominado de “derecha” a quien asume valores conservadores. Generalmente
cuando alguien asume que el statu quo
debe permanecer inamovible, se señala la posición conservadora. A su vez,
también se denomina de “derecha” -o conservador- a quien sostiene tendencias
que reconocen la desigualdad entre los hombres y asumen que solamente el mérito
personal estimula la superación de las adversidades.
Hasta
aquí una probadita de la disertación presentada en el libro recomendado.
En
suma, la derecha es hipócrita, tendenciosa, chapucera. Es odiadora y representa
todos los males que aquejan al pueblo.
El
rostro de la derecha refleja egoísmo, es mentiroso y está colmado de intrigas.
La
derecha es ruidosa, manipuladora; amante del establishment y el statu quo.
La
derecha práctica la filosofía del “truena dedos” esperando que con ello se
cumpla, sin chistar, su voluntad.
La
derecha es privatizadora y centavera; gusta de hincharse los bolsillos y las
cuentas bancarias en paraísos fiscales a expensas del presupuesto.
Con
su rostro, la derecha pretende engañar al pueblo queriéndose mostrar cercana;
pero no, la derecha es distante, ajena a la realidad.
A
la derecha no le gusta gastar la suela de sus zapatos, por eso sus entusiastas
no conocen el país; la derecha vive en su mundo de caramelo y en un país
imaginario.
La
derecha con una mano defiende la democracia y con la otra alista el garrote
para reprimir aquello que no le sea afín o resulte cómodo a sus intereses.
El
rostro de la derecha descalifica y desacredita aquello que le es ajeno e incómodo,
se siente segura al pregonar el pensamiento único.
En
palabras de Jairo Calixto Albarrán:
“De
niño, cuando escuchaba hablar de la derecha, pensaba que era como un personaje
del pancracio, de esos villanos que se enfrentaban contra el Santo con sus
triquiñuelas y le hacían toda clase de llaves retorcidas e ilegales sobre la
lona. Luego vi que, en efecto, eso era la derecha, un costal de mañas montado
en un espíritu claramente desprovisto de terapias freudianas que, enardecido,
se mostraba rudo, rudo, rudísimo, mientras torcía todas las trancas de la
legalidad con el fin último de agandallarse todo lo agandallable”
Así
lo dijo el maestro Jairo Calixto en su libro más reciente “El derechairo que
vendió su Ferrari” y continúa el mismo autor asestando como Humberto Eco “confeccionó
una radiografía muy ilustrativa de la hermana república de Facholandia, de
donde se retroalimenta la derecha en estos días: impera el culto desmedido por
las tradiciones, se nutre el miedo de lo diferente, persiste un estado de
constante amenaza, se mantiene la concepción de pensamiento único, el análisis
es superficial, no se cuestionan los dogmas, se cultiva la conspiranoia a lo Big Brother, se rechazan las
transformaciones, crece la manipulación informativa y se exaltan las
frustraciones sociales”
Dicho
lo anterior, sépase que, en México, el rostro del conservadurismo tiene nombre
y apellidos, sus personeros más representativos que cargan ese costal de mañas
a los que se refiere el buen Jairo son: Vicente Fox, Felipe Calderón, Lilly Téllez,
Margarita Zavala, Santiago Creel, Xóchitl Gálvez, Ricardo Anaya, Kenia López
Rabadán, Gabriel Quadri, Enrique de la Madrid, Carlos Salinas de Gortari,
Ernesto Zedillo, Alejandro “alias Alito” Moreno, Marko Cortés, María Eugenia
Campos, entre otros.
Mucha
atención, algunos de estos personajes continúan enquistados en el poder
público, unos en los gobiernos estatales, otros desde una curul. Estemos
atentos a sus pasos y no permitamos que destruyan el camino de la transformación
que estamos edificando para alcanzar el Estado de Bienestar instaurando el
Humanismo mexicano.
Es
todo por hoy.
¡Hasta
la próxima Nornilandia!