@BarbaraCabrera
“Los hombres son criaturas muy
raras: la mitad censura lo que ellos practican, la otra mitad practica lo que
ellos censuran”
Benjamin Franklin
¡Increíble
como una palabra de 4 letras puede dividir al mundo, y las opiniones de un
país!
Hay
expresiones que se vuelven cotidianas, y una de ellas es la conjugación y utilización
del verbo chingar: mandar a la chingada, los chingaqueditos y cuanta
chingaderita podamos ingeniar para expresar algo (hasta Octavio Paz dedicó unas
cuartillas en su Laberinto de la soledad
para explicar este verbo propio de la mexicanidad; además, existe un
diccionario “El Chingonario” que reúne sus diversas modalidades) dicho vocablo parece
no causar tanto estrago como algunas otras; por ejemplo, la palabra puto.
El
lenguaje soez, las groserías, improperios, vulgaridades, lenguaje altisonante,
leperadas, palabras malsonantes u obscenas; varían de país a país, incluso en
cada región de una misma nación.
En
Argentina, puto se refiere a un gay y sí es un término peyorativo; al igual que
en Chile, pero está dirigido a los prostitutos y no a los homosexuales;
mientras que en Puerto Rico, un puto es un hombre que se va con mujeres, pero
no formaliza con ninguna; en Perú, un puto puede ser un gigoló, así como uno
que tiene una vida sexual muy activa con varias mujeres, no se entiende en
aquellas latitudes como homosexual; finalmente en Filipinas, se denomina puto a
una comida típica consistente en un pastel de arroz cocido al vapor.
Si
consultamos que dice la RAE
sobre puto, tenemos que cuenta con varias acepciones, una de las cuales es,
efectivamente, la dirigida a los homosexuales, sin aludir -y ojo con ello- que
se trate de una expresión peyorativa,
sino que la costumbre le ha dado ese contexto, al igual que otras palabras como
nigga para dirigirse a la gente de
raza negra o “chilangos” para los nativos del Distrito Federal, utilizada
algunas veces de manera despectiva o “jalisquillos” (para los de jaliscienses)
o “pipopes” (para los poblanos); y así podríamos enumerar sinfín de ejemplos.
Volviendo
al tema central de esta Nornilandia, sabemos que durante la justa mundialista,
la apasionada afición mexicana soltó de su ronco pecho dicha expresión en dos
distintos partidos, situación que causo una gran polémica; y, como lo dije al
inicio de este texto, una evidente división de opiniones.
El
debate se ha centrado en dilucidar si “puto” es un término homofóbico o no. Se
ha llamado desde distintas palestras a erradicarla del léxico; se pide ser
creativos e inventar otra expresión como porra en los estadios. Punto y aparte
es la posible sanción al país, derivado de la investigación disciplinaria que
abrió la FARE , -oficina
antidiscriminación de la FIFA-
por conductas inapropiadas de los espectadores mexicanos durante los partidos
México-Brasil y Camerún-México.
Es
políticamente correcto hacer un llamado para eliminar cualquier tipo de acción,
expresión u omisión que esté relacionada con la discriminación de cualquier
índole, y desde Nornilandia convoco a ello.
Lo que
hay que ser, por lo menos los que ahora se erigen en férreos defensores de lo
correcto, es ser congruentes; es imperativo revisar minuciosamente y de manera integral las
políticas públicas relacionadas, así como los contenidos de radio y televisión,
ya que los ejemplos de discriminación, están presentes en diversos programas
sobre todo de televisión abierta y radio comercial ¿y la Secretaría de
Gobernación? hace mutis.
Por lo
que respecta a la expresión “Eeeeeeehhhhhhhh
Puuuuuutooooo!!!”, ha estado presente en los estadios desde el año 2003, sin
que exista registro de que la
Liga Mx hubiese hecho algo. Hoy, ante el escándalo
internacional, no queda más que actuar.
¿En verdad necesitamos los
jalones de orejas internacionales para modificar comportamientos?
Este es
un asunto para reflexionar.
Es todo
por hoy.
¡Nos
leemos la próxima Nornilandia!