“El ciudadano
ha de ser ciudadano rebelde y crítico,
no puede ser
un ciudadano sumiso ni servil”
Pablo
Castellano
8 minutos bastaron para cambiar
el sueño de los pamboleros, cuando al unísono se convocaba a cantar el cielito
lindo y celebrar el pase a cuartos de final. Todo cambio por un gol y un penal
cobrado por el equipo holandés, quien pese a la adversidad, intensificó su
juego porque sabían que no todo estaba perdido. A contrario sensu, la selección mexicana hizo gala de la
idiosincrasia que no se ha podido desterrar: se bajo el ímpetu cuando Holanda
metió gol, se dejo de jugar con la fuerza que marcó la primera parte del
partido. Algo pasó por la mente de los seleccionados, al igual que por la del
resto de los mexicanos, soñaron mientras correspondía actuar.
Después de la derrota en el
juego, las conversaciones tanto en la plaza pública como en las Redes Sociales
estallaron en contra del árbitro, se buscaba un culpable y se encontró. La
memecracia estuvo desbordada y a la orden de la creatividad. Una mayoría lloró,
sufrió y se lamentó ¡No se podía creer! ¡Estuvimos tan cerca! ¡Ya merito
ganábamos!
Lo dije vía Twitter, “Este
país acostumbrado a repartir culpas a los árbitros #FIFA #INE es momento de
asumir responsabilidad ciudadana #Reformas”
Así termina la participación
mundialista de un país habituado a vivir de la patada, sea por decisión propia,
por omisión, por apatía, por conformismo, por conveniencia, que se yo. Pero así
están las cosas.
En otro de mis tweets -que vale la pena traer a esta
Nornilandia- ironice “…Y entonces al pueblo se le termina la fiesta futbolera;
se frota los ojos, y se asoma por la ventana para ver si todavía tiene país…”.
Lancé una provocación más para que dejen de aplaudir, para dejar de lamentarse
auspiciados por los medios de comunicación tradicionales.
Esta nueva semana, la
posterior a esa “fiesta mundialista” es preciso poner los pies en la tierra,
situarse en una realidad que nos recuerda su crueldad a fuerza de gasolinazos,
del aumento de la inseguridad, del incipiente crecimiento económico y escasas
oportunidades; de la inminente aprobación de las letras chiquitas de las
reformas estructurales, en materia energética y telecomunicaciones.
Pero el mexicano promedio
parece inmune a este bullying político,
que va in crescendo.
Hoy se habla de lo que fue y
no podrá ser.
Hoy se ha olvidado que estamos
frente a cambios legislativos cuyo impacto llevarán a este país a un sitio que
tal vez no nos guste, pero poco se hace para cambiar las cosas.
Hoy hemos escuchado, en
palabras de Manlio Fabio Beltrones “Manliosaurio”, que en julio quedarán
“acabadas y avaladas” las reformas en energía y telecomunicaciones.
Hoy estamos ante una
ciudadanía cuya mayoría no conoce quien es su legislador y menos se interesa en
vigilar su trabajo, es más tal vez ni siquiera fueron a votar.
Hoy estamos frente a
ciudadanos que se han conformado, que creen no pueden hacer más que resignarse
a lo inevitable.
Hoy el gobierno sabe perfectamente
que clase de ciudadanos tiene, por eso no le importa actuar en contra de ellos;
unos cuantos movimientos y los compra, anula o deja fuera.
Hoy se discute, por ejemplo,
sobre la preponderancia (Preponderante. 1. adj. Que prevalece o tiene
cualquier tipo de superioridad respecto a aquello con lo cual se compara) en materia
de telecomunicaciones, el debate es si ésta deberá medirse por sector o por
servicios.
Hoy estamos a punto de saber el
destino que tendrá Internet y la banda ancha después de las controvertidas reformas.
Hoy todavía muchos creen que
el simple hecho de expedir nuevas leyes y reformar estructuralmente el texto
constitucional, resolverá los problemas y erradicará la corrupción, cuando lo
que hace falta es construir una mejor ciudadanía que produzca un mejor
gobierno, y por ende, país.
Hoy el señor Peña, quien ocupa
Los Pinos, ha dicho que el país no dejará de creer en el TRI (Selección
mexicana); y es cierto, no importa lo que ocurra la fiel afición estará ahí y
seguirá los pasos de cada uno de los jugadores; ya lo vimos con la recepción
que les dieron en el aeropuerto.
A pesar de todo, yo sigo
creyendo que podemos enderezar el camino, lo he dicho a lo largo de varias
Nornilandias.
¡Nosotros, sí somos
preponderantes! para provocar un cambio para tener un mejor país, un mejor
mundo ¿Hasta cuándo se va a comprender y actuar en consecuencia?
Hasta aquí esta Nornilandia,
nos leemos la próxima.
Estoy a un tweet de distancia, me encuentran como
@BarbaraCabrera