@BarbaraCabrera
“No hay democracia sin
determinación”
Julio Anguita
¡Estamos viviendo la pasión e
intensidad del fútbol!, así como también una serie de cambios legislativos y
movimientos sociales; situación que no es exclusiva de #MéxicoLindoyHerido,
sino es compartida con otras latitudes. Cada cual la vive de distinta manera.
Mientras Brasil, país sede del
mundial 2014, intenta controlar las inconformidades sociales, a veces
disparando balas de goma para dispersar a sus manifestantes, y dar con ello la
cara amable al mundo que ha puesto los ojos en aquél país; en el caso mexicano,
recientemente, el Instituto Nacional Electoral y el Colegio de México, han dado
a conocer datos que aunque no sorprenden, sí es relevante analizar. En los
últimos tres años, los ciudadanos creen menos en las instituciones. ¡El
sospechosismo pulula en el ambiente y no es producto de generación espontánea!
Por ejemplo, haciendo un comparativo
con 2010, tenemos el siguiente descenso en la confianza alguna vez depositada
en:
Medios de comunicación 61% vs 32%
Gobierno federal 59% vs 36%
Corporaciones policíacas 36% vs 22%
El 66% sostiene que las leyes se
respetan poco o nada.
(Aquí el informe completo http://www.ife.org.mx/docs/IFE-v2/DECEYEC/DECEYEC-EstudiosInvestigaciones/investigaciones-docs/2014/Informe_pais_calidad_ciudadania_IFE_FINAL.pdf)
Por otra parte se advierte que 12 de
cada 100 fueron víctimas de la corrupción al realizar algún trámite o solicitar
un servicio público, así lo revelan datos de la Encuesta Nacional
de Calidad e Impacto Gubernamental, auspiciada por el INEGI. Aunado a que el
89.7% considera muy frecuente la corrupción en la policía; el 84.4% en partidos
políticos y 78.4% en los Ministerios Públicos.
Aunque a prima facie es una cifra que pudiera resultar alentadora, sobre
todo en un país que dentro del ranking internacional ha coronado en materia de
corrupción, donde este mal endémico parece y es el pan nuestro de cada día; no
se pierda de vista que únicamente se trata de la atención en ventanillas;
faltaría sumar un sinnúmero de ejemplos que se extienden en todos los niveles
de gobierno, incluidos entre la ciudadanía.
Sin duda, el común denominador de
estos resultados, es la pérdida estrepitosa de la confianza en las
instituciones ¿en qué deriva todo ello? ¿De qué manera es posible recuperar lo
perdido?
En algunos foros lo he manifestado, estamos
frente a instituciones caducas heredadas por el México bronco, el
posrevolucionario. Hoy los tiempos requieren que las nuevas generaciones
cuenten con nuevas reglas del juego, antes de que la tarjeta roja sea sacada.
La participación ciudadana proactiva,
constructiva, observante e involucrada en los asuntos públicos que a todos
atañen, es primordial.
Un juego democrático no lo es tal, si
el balón solo está y se mantiene en la mitad de la cancha. Un juego democrático
no lo es tal, si los árbitros son a modo. Un juego democrático no lo es tal, si
los que deben estar en la cancha se mantienen como simples espectadores. Un
juego democrático no lo es tal, si no hay un “te la paso, es tuya, es mía, me
la regresas, la finteamos y la pateamos para ganar”. Un juego democrático no es
tal, sino se provoca una nueva cultura político-ciudadana.
Y aunque he disfrutado algunos
partidos del mundial, a la par que intento seguir la pista de las discusiones
de las letras chiquitas de las reformas estructurales (energética,
telecomunicaciones, electoral) la goliza que me gustaría ver en pro de México
es en educación pública y de calidad; medioambiente adecuado; justicia y
equidad; cultura, igualdad de oportunidades, empleo digno, derechos fundamentales
consolidados y no solo una mera declaración de amor constitucional.
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!