11 may 2016

¡ADIÓS AL #FUERO!

“Políticos, gobernantes y representantes que tengan que resguardarse de la ciudadanía, no sirven para nada”
@BarbaraCabrera

Hace algunas #Nornilandia expuse las razones de porque el gobierno tiene miedo http://bit.ly/1g6Um3k; un texto que a pesar del lugar, tiempo y circunstancias, mantiene su vigencia.
Estamos en una época donde ese miedo va in crescendo, lo cual no es producto de generación espontánea. Los ciudadanos cada vez exigentes, proactivos y cansados de las tropelías, corruptelas, complicidades e impunidades de quienes están enquistados en la palestra pública, cobrando altos sueldos y prestaciones vía nuestros impuestos; estamos levantando la voz y haciendo llegar por diversos medios nuestras contribuciones para rescatar este #MéxicoLindoyHerido.
En esta tesitura, en los últimos tiempos y después de las apabullantes reformas estructurales del señor Peña; diversidad de políticas públicas, ocurrencias legislativas y comportamientos inmoderados se han suscitado: en Sinaloa, Lucero Sánchez López, diputada local del PAN por aquella Entidad, viralizada en las Redes Sociales como la #Chapodiputada, por su relación con el narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, a quien trascendió visitaba en el Altiplano, casualmente los videos fueron borrados; en San Luis Potosí, Martha Orta Rodríguez, una diputada local del PRI, pretende regular los memes y criminalizar a quienes lo generen y utilicen, dicho sea de paso pasará a la posteridad como #LadyMemes [esta es otra intentota más en este tenor, para ver las demás consúltese “Los memes en Internet”, en Revista Quaestionis, año 3, marzo-abril 2016, consultable en http://bit.ly/1ShUu3U]; en Jalisco, padecen las agresiones y prepotencia del impresentable diputado local del PVEM Enrique Aubry a quien en las redes se viralizó como el #LordPistolas, quien se autodenomina “apasionado” de su trabajo; en Ciudad de México, ya hartan los populismos del rey del doble Hoy no Circula y del minisalario, Miguel Ángel Mancera, Dr. MAME pa´ los cuates; en Monterrey, padecen los estragos del bronco “independiente” Jaime Rodríguez Calderón, quien no da una, pero eso sí se placea cual vedette por el país; en Veracruz, se sufren las atrocidades del franquista y furibundo gobernador Javier Duarte de Ochoa y compinches. Todos estos personajes, unos más funestos que otros, tienen algo en común: el fuero constitucional.
El fuero visto desde esta perspectiva, es definido por la doctrina clásica como aquella prerrogativa o privilegio concedido a determinados servidores públicos, para mantener el equilibrio entre los poderes del Estado en los regímenes democráticos y salvaguardarlos de eventuales acusaciones sin fundamento. Como podemos inferir de esta definición que poco aporta para seguir sosteniendo esta figura jurídica –sobre todo con casos como los apuntados-; el fuero fue incluido en sus tiempos por los temores de las minorías perseguidas, la mayoría de las ocasiones, por el mismo gobierno; hoy las circunstancias han cambiado y urgen que exenciones como éstas sean analizadas y debatidas con detenimiento.
Si lo que queremos es tener menos de estos personajes abusones del Poder, es momento de avivar el debate y exigir a los legisladores [federales y locales] para que en el ámbito de su jurisdicción propongan, apoyen y se legisle para eliminar esta anacrónica figura jurídica.
Este tipo de prácticas poco o nada afianzan al ánimo democrático, y si suman a ese mal humor social del que nos habló el Dr. Samuel Hernández Apodaca [@iusfilosofo] en una de sus columnas http://bit.ly/26rvUrw, vía Iusfilosofando.
Pugnemos por un adiós al fuero y no sigamos permitiendo que actitudes que se antojan de burlesque nos diga restregando el “a mí, mi fuero y háganle como quieran”. Desde mi perspectiva, no se trata de acotarlo, como algunos dicen, sino de eliminarlo.
Finalizo esta columna compartiendo una canción ad hoc a estos menesteres, se llama “Le da igual” de Cultura profética http://bit.ly/1LuTNAb ¡gócenla y dedíquenla al político de su preferencia!
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!