19 ene 2011

¿SOLO HACEN LEYES NUESTROS LEGISLADORES?


@BarbaraCabrera

“El Legislador es, bajo todos conceptos, un hombre extraordinario en el Estado.
Si debe serlo por su genio, no lo es menos por su cargo,
que no es ni de magistratura ni de soberanía,
porque constituyendo la república, no entra en su constitución”

Juan Jacobo Rousseau


Como interesada y especialista en temas legislativos, constantemente se me cuestiona en foros públicos y conferencias impartidas: ¿Qué hacen los legisladores? ¿Para que nos sirven? ¿A poco sí trabajan? Y así podría seguir enumerando diversos cuestionamientos que me han planteado. Lo anterior arroja un dato interesante: de manera general existe un desconocimiento total a la labor legislativa y esa ignorancia lleva a una crítica exacerbada de quienes nos representan en ambas Cámaras: la de Diputados y la de Senadores o bien se traslada a los Congresos Estatales y la Asamblea Legislativa del Distrito Federal. Si a esta situación le sumamos el desprestigio de este poder, al cual contribuyen de manera impresionante los medios de comunicación, entonces la situación no es nada alentadora.

En razón a ello, he decidido dedicar esta Nornilandia a las funciones que tienen estos representantes populares, las que se dividen en diez grandes ejes que se desprenden del análisis del ordenamiento constitucional. (En mi Columna del 21 de octubre de 2010 aborde lo referente a ¿para qué sirven los legisladores? Véase el siguiente enlace http://sdpnoticias.com/sdp/columna/barbara-cabrera-rechercher7/2010/10/21/1141600)

Porque los legisladores no solo hacen leyes, les invito a seguir leyendo y despejar la incógnita en cuestión.

La primera de ellas y la más importante desde mi punto de vista, es la que se refiere a la función representativa, pues antes que cualquier cosa, los legisladores tienen la tarea de representar a la nación. La segunda y sumada a la anterior, es la función deliberativa, la cual garantiza los derechos democráticos de las minorías. El trabajo deliberativo, consiste en el debate alrededor de todas las dinámicas y procedimientos que se dan en el seno del Congreso, perfecciona la regla democrática por excelencia, y se traduce como la imposición de la voluntad mayoritaria con la única condicionante de respetar los derechos de la minoría.

La función legislativa, es la tercera y la que en realidad absorbe la mayor parte de los esfuerzos congresionales, configura la ardua labor de proyectar los postulados de la Constitución por vía de la producción legislativa.

La cuarta es la función de control, que consiste en el ejercicio permanente de supervisar las labores de la Administración Pública, encabezada por el titular del Ejecutivo y compuesta por todos los servidores públicos a su cargo.

La quinta, es la función presupuestal, cabe mencionar que ésta fue la que origino el nacimiento del parlamento; y se refiere a aprobar los proyectos presupuestales y de recaudación, así como de evaluar la rendición de cuentas sobre el gasto público.

La función electoral, es la sexta, y sigue estando vigente, en la parte correspondiente a la designación o nombramiento de presidente de la República para el caso de muerte, interdicción, renuncia o desaparición, para lo cual el Congreso, o en su receso la Comisión Permanente, puede nombrar a un presidente sustituto, provisional o interino. Esta función hace de las tareas representativa y deliberativa, el centro de la decisión política relevante.

Otra de las funciones imprescindibles, es la función de comunicación, pues el vínculo entre representados y representantes y la congruencia de éstos con los postulados democráticos y con las necesidades reales de la población, depende del flujo de comunicación que presente la relación activa que guarda la representación política con la participación ciudadana. Tal es el caso de la publicidad que el Congreso de la Unión, a través de la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores difunde por radio, televisión, prensa e Internet sus labores legislativas.

La octava función, es la de información sobre la tarea legislativa, la que no puede producirse con efectividad si no es a través de datos específicos de toda índole que permita a los legisladores producir normas acorde con la realidad, necesidad y posibilidades de implementación. Esta función corre en dos sentidos: por una parte la que obtienen los legisladores para el cumplimiento de sus funciones y otra la que arrojan como resultado de sus gestiones, para ser fiscalizados por la opinión pública respecto de su cumplimiento y desempeño.

Por su parte, la función jurisdiccional cumple otro de los puntos de equilibrio torales para la vida estatal. Ya que la responsabilidad política y penal de los juzgadores, así como de las altas esferas del gobierno, son susceptibles de juicio por los órganos camerales, de tal suerte que los representantes de la Nación vigilan el apego a la normatividad de dichos sujetos.

Finalmente, esta la función administrativa, en ésta se desarrollan las gestiones internas para la organización, diligencia y desempeño de las cámaras. A cada una de éstas corresponde el encargo de responsabilizarse de la composición, estructura, ejercicio del presupuesto y, en general, de todas las acciones necesarias para contar con los medios afines al desempeño de sus gestiones.

Esencialmente, esas son las actividades que lleva a cabo un legislador. Es importante desterrar la idea equivocada de que éstos representantes populares únicamente maquilan leyes y de que no trabajan durante los recesos entre los periodos de sesiones: es precisamente a la inversa; durante tales recesos, los legisladores laboran en el seno de sus respectivas comisiones, en la dictaminación necesaria para el cumplimiento de sus atribuciones: ahí se estudian, analizan, mejoran o desechan las iniciativas; se revisa el desempeño de los otros poderes y en general, se preparan todos los contenidos que deben presentarse en el pleno para las deliberaciones finales y votaciones finales.

Concluyo esta Columna afirmando que, mientras la sociedad no tenga clara la importancia del trabajo de un legislador, México seguirá naufragando en la consolidación de la democracia y el fortalecimiento de sus instituciones.


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Es todo por hoy, ¡Nos leemos en la próxima Nornilandia!