@BarbaraCabrera
“Nada destruye más el respeto por
el gobierno y por la ley de un país, que la aprobación de leyes que no pueden
ponerse en ejecución”
Albert Einstein
Ley, se define
como: a) cuerpo de reglas decretadas o acostumbradas y reconocidas por una
comunidad como obligatorias; b) todas las reglas de conducta establecidas y
declaradas obligatorias por la autoridad; c) regla de conducta establecida por
la autoridad.
Desde el punto
de vista formal, Ley es lo acordado por los órganos legislativos competentes,
dentro del procedimiento legislativo prescrito.
En esta época,
es inevitable voltear a ver las leyes o prospecto de ellas y por añadidura a
quienes las hacen o proponen. Es momento de estar atentos a esas prescripciones
legales que emanan del Congreso.
Estamos en un
tiempo en que las reformas están a la orden del día. Y hay un Pacto por México
que las consecuenta.
¿Cuántas leyes
deben coexistir en un tiempo y espacio determinado? Solo aquellas tendientes a
regir lo necesario. Ni más ni menos. ¿Qué pasa cuando una ley no se requiere o
bien obedece a intereses muy particulares? Existen dos vertientes: la
resignación ante su inminente creación, reforma y aplicación; o bien, las
diversas manifestaciones digitales y físicas llevadas a cabo para lograr
revertirla. Sobre esta última, existe un caso contemporáneo muy significativo
en México, cuando se pretendía imponer una tasa impositiva a Internet, a fuerza
de tweets (#InternetNecesario) fue
posible que los Senadores reconsideraran y desecharan la iniciativa.
En este momento,
el debate lo constituye la reforma energética; iniciativa que fue presentada en
sociedad con bombo y platillo hace unos días, documento acompañado de una
campaña mercadológica inusitada: spots
publicitarios, difusión en Redes Sociales; infinidad de posturas difundidas a
través de medios digitales y tradicionales; y esto apenas inicia. La bondad o
no de esta socialización depende de cómo recibimos y procesamos esa
información. (Abro paréntesis para compartir un texto del Centro
de Investigación para el Desarrollo: “Tres dilemas. Un diagnóstico para el
futuro energético del país http://cidac.org/esp/uploads/1/3Dilemas_FuturoEnergetico16.pdf)
De un lado se
habla de la necesidad de llevar a cabo una consulta ciudadana; por otro, se
utiliza a Lázaro Cárdenas del Río para convencer a los escépticos –como parte
sustancial de esa parafernalia publicitaria-; en este y otros asuntos vemos
como el priísmo ha hecho gala de sus mejores tiempos, aquellos donde todo sale
como es debido porque se ciñen a un guión previamente establecido. Solo falta
que la mayoría de los señores legisladores lleven a feliz término la crónica de
una reforma anunciada. ¿O será que únicamente se lleven a cabo reformas legales
a 12 ordenamientos, tal como lo propone la izquierda?
Derivado de ese
andar, existen secuelas respecto a temas aguardando en el tintero y que poseen
un vínculo casi imperceptible con la reformitis
aguda que permea, como el relacionado con la reelección en México la cual
no es bien vista (Según Mitofsky, 6 de cada 10 rechazan
cualquier tipo de reelección, sea de legisladores o gobernantes).
En consecuencia la imagen que se tiene de los legisladores no muestra mejora
alguna. De la misma manera, se ha suscitado una evidente división
socio-política respecto a tópicos por reformar. Por ejemplo, acerca de la
energética; cuyo ejercicio societal se está registrando sobre todo a través de las
Redes Sociales, vemos como existe una clara segmentación de opiniones: el 52%
está a favor de la Reforma Energética y el 48% en contra. (Con
información de Merca 2.0).
De ello se desglosa que:
El 24%
manifiesta abiertamente no saber del tema.
El 36% expresa
comentarios muy generales sobre la privatización, la inversión privada o la
inversión extranjera, sin emitir una opinión clara.
El 25% se
pronuncia a favor de la Reforma Energética, principalmente del aprovechamiento de recursos, el ahorro de
energía y la modernización.
El 16% emite
opiniones negativas, tienen desconfianza y señalan que existen muchos intereses
políticos a la par que cuestionan la privatización.
Dicho lo
anterior, no hay que perder de vista lo indispensable que resulta estar informados
para formar una opinión responsable de ésta y otras reformas que están por
llegar. Las leyes que vienen sin duda representan el rumbo económico, social,
cultural, educativo y jurídico de este aún #MéxicoLindoyHerido.
La participación
ciudadana en los asuntos públicos que derivan en cambios -en ocasiones
estructurales-, va en franco crecimiento. Y aunque lejos estamos todavía de una
eficaz democracia participativa, sin duda el camino está ahí; y la invitación
no excluye a nadie.
Es todo por hoy.
Nos leemos la
próxima Nornilandia