5 feb 2013

“ILUSTRES LEGISLADORES”


@BarbaraCabrera

“Cuando una ley es defectuosa, sólo puede consistir en una de estas tres causas: falta de poder, falta de saber, falta de conocimientos del asunto del legislador”
Guillermo Gerardo Hamilton

Los legisladores forman parte de un debate inacabado, un día sí y otro también, son el centro de pláticas cotidianas; donde los comentarios de toda índole, reproches, halagos y lo que se sume no se hacen esperar.
En una de tantas opiniones, se ha llegado a decir que a las Cámaras (Senado y  a la de Diputados) deberían llegar solamente quienes estén capacitados. Una afirmación –desde mi punto de vista- simplista y sin mayor argumentación, si tomamos en cuenta que el Congreso es la representación del pueblo en formato reducido.
En este sentido, es preciso decir: la capacitación de éstos, no necesariamente está relacionada con la productividad y calidad legislativa.  Son diversos los factores que influyen, tal como lo he expresado en diversos foros y en columnas de opinión.
Hoy, el punto central de esta Nornilandia, esta orientado a escudriñar ¿Qué nivel académico tienen los 628 personajes que están sentados en una curul representándonos?
Antes de entrar de lleno a los datos duros, no perdamos de vista, que los siguientes, son solo una pequeña parte de ese análisis y conocimiento que los ciudadanos debemos poseer del Poder Legislativo, mismo que representa el cerebro de la actividad gubernamental; toda vez que desde ahí se dictan las normas jurídicas que delinean la vida democrática del país.
Dicho lo anterior, veamos la siguiente información:
De la página oficial de la Cámara de Diputados, se desprende: 430 legisladores que proporcionaron información sobre su nivel de escolaridad: uno realizó un posdoctorado, 17 poseen el grado académico de Doctorado; mientras, 98 tienen Maestría; 282 cuentan con licenciatura; 17 son pasantes  o con carrera trunca; siete tienen estudios de bachillerato y ocho son técnicos. Esto es, un total de 415 diputados cuentan con estudios de licenciatura o algún posgrado, lo que representa el 83% del total. Hasta aquí, parece que contamos con una Cámara eficiente, debido al estándar educativo; no obstante, no es así. Como lo he señalado, su evaluación debe ser multifactorial.
Desglosando la información por profesiones, es trascendente apuntar que –entre los Diputados federales- prevalece la abogacía, toda vez que 134 poseen estudios de Derecho, le siguen los ingenieros con 45; los administradores suman 38; los profesores o aquellos con licenciaturas afines al ámbito educativo son 38; los contadores  reúnen un número de 37; los economistas son 18; y los médicos suman 12. Además, hay 11 politólogos e igual número de comunicadores, así como de los que estudiaron Relaciones Internacionales. Siete son arquitectos, cinco Diputados son psicólogos, tres estudiaron filosofía, dos más literatura; uno es escultor y otro es artista plástico.
Pasemos ahora a analizar el nivel educativo de los 128 senadores, a partir de información pública que sobre ellos existe:
10 de éstos legisladores tienen grado académico de Doctorado; 39 cuentan con una Maestría; 63 poseen la licenciatura; ocho son pasantes o con carrera trunca; dos más, estudiaron hasta nivel bachillerato; dos son técnicos; uno estudio hasta la secundaria; y, uno más únicamente la primaria; es importante señalar que dos legisladores no aportaron datos respecto a su trayectoria académica.
Se preguntarán ¿cuáles son las profesiones que prevalecen entre los Senadores?, en efecto, igual que en la Cámara de Diputados imperan los abogados con un total de 43; le siguen los contadores con 13; luego se tiene a 11 economistas; 10 son administradores; hay siete politólogos y seis más son profesores; además, hay cinco médicos, cinco comunicadores y cuatro ingenieros. Completan la lista, entre otros profesionistas: un veterinario, una mercadóloga, una estudiosa de la Literatura latinoamericana y otra de teatro.
Dejo a ustedes, mis lectores, ésta información con el ánimo de tenerla presente al momento de generar una opinión de los buenos oficios o no de quienes forman parte de la clase política legislativa y me despido lanzando algunas preguntas al aire para provocar ese pensamiento crítico-analítico-reflexivo: ¿consideran ustedes que por sí sea suficiente llevar a alguna de las Cámaras a aquellos que tienen mayor grado académico? Ahora bien, ese nivel académico de los ilustres legisladores ¿en verdad se refleja en los trabajos camarales? En caso negativo ¿Qué hace falta?

Por hoy es todo.
Nos leemos la próxima Nornilandia.