12 feb 2013

“EL AMORE”


@BarbaraCabrera

“Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho”
Jean Jacques Rousseau

Al toparme con la frase que apertura esta Nornilandia, como un flashazo vienen a mi mente grandilocuentes discursos de ciertos actores situados en la palestra pública, lo digo así porque no a todos se les da esa facilidad, hay quienes mejor deberían guardar silencio y no confirmar lo que ya sabemos: hablan a partir de su ignorancia de los asuntos públicos y la realidad imperante de una sociedad cada vez más demandante.
No obstante esa grandilocuencia, no siempre saben lo que dicen, ni hacia donde los llevarán sus palabras; es algo así como el síndrome cantisflesco y remasterizado a los tiempos modernos, donde no solo se conforman con decirlo, sino que lo firman, confirman y divulgan, creyendo que a fuerza de repetición llegará a ser real.
Pues bien, en vísperas del tan ansiado (para algunos) día del amor y la amistad, incluidos aquellos que consideran esas 24 horas, las ideales para demostrar su amor por alguien, sea a través de obsequios, o de algún otro detalle propio de la época; corresponde hacer lo propio en esta Nornilandia dedicada al amore, love, amour, lyubof, liebe... Amor al final de cuentas.
Así que al estilo Columna Nornilandia presento a mis lectores una óptica distinta de ver al amor en su esplendor político, acompáñenme…
1. Declaración de amor por excelencia. Si de estos menesteres se trata, baste tener en nuestras manos la Constitución Federal, texto que aunque data de 1917 y ha sido adecuado en 205 ocasiones, posee entre sus líneas la magnificencia de las palabras que entre enamorados se intercambian, esas expresiones que no siempre llegan a ser realidad; pero como endulzan los oídos ciudadanos: “promover, respetar, proteger y garantizar los derechos humanos”; “toda persona tiene derecho al acceso a la cultura”; “quedan prohibidos los monopolios”; y así podría seguir enumerando, no obstante con estos ejemplos queda demostrado el punto.
2. Amor sindicalista. Muy al estilo de la Gordillo, profesora normalista sin ejercer que mantiene cooptado el Sistema Educativo Nacional, arropada del amor que ha generado entre sus sindicalizados (SNTE) entre quienes los niveles no se hacen esperar, hay quien le profesa sus quereres a Elba Esther Gordillo solo por haberla tenido para tomarse la foto, otros más por recibir sus respectivas canonjías. Lo cierto es que hasta este día, parece ser un amor inmortal que ni a reformas educativas parece esfumarse, ni diluirse. Donde no hay epitafio que valga, recordemos que Elba Esther manifestó que este deberá decir: “aquí yace una guerrera y como guerrera murió”
3. Amor con telepronter incluido. Así es mis lectores, adivinaron. Se trata de aquel tipo de afecto que va encaminado solo decir lo que las líneas discursivas y sus cánones establecen; por aquello de ir por la vida institucional y política haciendo el ridículo y exhibiendo los escasos conocimientos. Cualquier parecido y sugerencia para que el habitante de Los Pinos lo haga suyo, es mera y sensata coincidencia.
4. Affair o coqueteos electorales. En esta división del amor, aplican dos corrientes y no por ello similares: 1) el affair del IFE con toda su estructura para respaldar la endeble legitimidad de un gobierno que ha sido legalizado; sin importar los fantasmas que intentaron hacer de las suyas para espantarlo llamados Monex y Soriana, Y aunque el actual presidente del IFE ha afirmado “ni me reelijo, ni me voy antes” este amor esta condenado a ser el mismo; y,  2) los coqueteos de morenos y concertacesiones mexicanas -más los que se anexen-, para obtener el registro como Partidos Políticos nacionales y con ello amar sin reservas a aquellos que se entreguen a ellos; diría el adagio por muchos conocido “amor con amor se paga” ¿será?
5. Amor con apuesta al olvido. Elixir preferido por quienes enquistados en el poder por el poder mismo desean propagar por doquier a cuanto ciudadano y habitante de este #MéxicoLindoyHerido se deje, dicen ellos que para no sufrir, para vivir ese mundo de caramelo que nos pintan y no existe. ¿El antídoto? Comenzar por levantarse de su cómodo sillón de status quo y hacer lo que a cada quien corresponde.

Hasta aquí esta tipología del amore. Me despido invitándolos a que amen como puedan, pero amen siempre de la mejor manera: en dosis precisas y solo a veces controladas.

¡Nos leemos la próxima Nornilandia!