2 mar 2011

“GRILLA CURULERA”


@BarbaraCabrera

“¡Oh legislador! No me des leyes para los pueblos, sino pueblos para las leyes”
Pitágoras de Samos


Observante de las sesiones de pleno, tanto de la Cámara de Diputados como del Senado de la República; me he percatado de una situación digna de un exhaustivo análisis sociológico: desde las curules se hace "grilla curulera". Y antes de continuar, deseo dejar claro que no generalizo; esto es: no todos los Diputados y Senadores practican esta situación como si fuese un deporte nacional.

Retomemos, ¿qué quiero decir al señalar este término? Para ello, defino cada elemento:

Comienzo por la palabra “grilla”, para ello me voy a la Real Academia de la Lengua Española que al respecto tiene dos acepciones y cito solo la segunda: 2. expr. coloq. U. para dar a entender que no se cree una noticia, argumento, etc.

Sin embargo, esta conceptualización resulta insuficiente para explicar a mis lectores la coloquialmente denominada “grilla”; No obstante, da una idea de lo que viene más adelante en esta Nornilandia.

Mientras tanto, la definición más acertada de curul se encuentra en el Diccionario Universal de Términos Parlamentarios y dice: proviene del latín curulis, con significado de asiento, posición. Término que designa el asiento donde un representante popular ejerce sus funciones. En México, el término representa la posición que el diputado o senador ocupa en su respectiva Cámara, convirtiéndose en sinónimo del cargo de elección popular.

Una vez proporcionados estos elementos, les digo que la “grilla curulera”, desde mi punto de vista, es la actividad donde los legisladores “arreglan” asuntos relacionados con intereses ya sea partidistas o personales; dependiendo el propósito a lograr o el beneficio a obtener, y como se puede inducir, poco tienen que ver con un beneficio social. No perdamos de vista, los políticos no gozan precisamente de una percepción ciudadana favorable y los Diputados y Senadores, englobados en esta premisa desde tiempos inmemoriales no poseen un veredicto constructivo; y no lo digo yo, lo reproducen una y otra vez encuestas y estudios de opinión.

Por lo que como interesada en estos temas, seguiré siendo enfática, al intentar enaltecer la labor parlamentaria; la cual desde mi óptica, constituye el cerebro del gobierno, al ser el espacio de divergencias y consensos; donde se disuelven conflictos y se regula la vida social a través de la creación, modificación, derogación o abrogación de un ordenamiento jurídico. ¡Sépanlo señores, los grillos curuleros tendrán necesariamente que ser una especie en peligro de extinción! Y eso lo podemos lograr con una participación proactiva y exigiendo una rendición de cuentas a los legisladores con motivo de su encargo.

De pronto, cuando vemos o asistimos a una Sesión de pleno de alguna de las Cámara del Congreso de la Unión, suelen asaltarnos varias preguntas: ¿Por qué los legisladores no ponen atención al que está hablando? ¿Por qué de pronto muchas curules estás desocupadas? ¿Tendrían que estar en absoluto silencio mientras se desarrolla la Sesión? ¿A quién corresponde poner orden cuando nadie atiende al que manifiesta algún posicionamiento o presenta una iniciativa en Tribuna? ¿Todo el trabajo se hace en el salón donde sesionan los 500 tratándose de Diputados o los 128 si hablamos de Senadores?

Sin duda, el trabajo legislativo es complejo y tiene procedimientos bien definidos. Las reglas del juego están dadas y las contienen la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, la Ley Orgánica del Congreso General, así como los Reglamentos propios de cada Cámara y disposiciones internas que de ellos emanen.

Las cuestiones legislativas son un arte que muchos mexicanos quisieran ejercer.

¿Podemos hacer algo los ciudadanos para aminorar este término que he denominado “grilla curulera”? ¿Será verdad que los “grillos curuleros” son una especie en peligro de extinción para el bien de nuestro México Lindo y Herido?


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¡Nos leemos la próxima Nornilandia!