17 ene 2011

“PAÍS GRANDE, GOBERNANTES ENANOS”


@BarbaraCabrera

“Curiosamente, los votantes no se sienten responsables
de los fracasos del gobierno que han votado”


México es un país grande; y no lo refiero únicamente porque se sitúe en el décimo quinto más extenso del mundo, con una superficie cercana a los 2 millones de kilómetros cuadrados, ni siquiera porque su población ronde los 112 millones de personas. Nuestra nación es grande en función a sus riquezas naturales: sus paisajes, sus múltiples volcanes. El territorio es recorrido por las sierras Madre Oriental y Madre Occidental. Considerado el principal destino turístico de América Latina. Está en el top ten de los más visitados del mundo. México es un país con diversidad de climas, lo que lleva a disfrutarlo de la manera en que se desee y en cualquier época del año. Por ello, es considerado uno de los 12 países megadiversos del planeta.

Además, la de México es la segunda economía más poderosa de Latinoamérica, sólo después de Brasil y la cuarta del continente.

Contamos con sitios para presumir a nivel mundial como las playas de Cancún; Chichen Itzá en Yucatán; las enigmáticas playas de Cabo San Lucas; Zonas arqueológicas como Teotihuacán en el Estado de México, el Tajín en Veracruz y Palenque en Chiapas; el Cerro de la Silla en Monterrey; lo cosmopolita de la Ciudad de México; San Miguel de Allende en Guanajuato; Monte Albán en Oaxaca; las bellezas de Michoacán y así podría seguir enumerando un sinfín de lugares situados en el país que lo hacen grande.

Hasta aquí, México sería considerado como el lugar perfecto, no solo para visitar sino para vivir en él de manera plena. No obstante, hay una plaga invasiva aferrada a él: gobernantes enanos enquistados en distintos niveles de la administración pública. Y antes de continuar, dejo constancia de no referirme a la estatura física, sino a una más importante: la talla moral requerida de manera idónea a los políticos que en este momento toman las decisiones gubernamentales, las cuales inciden en la cotidianeidad del ciudadano de a pie, que anhela de manera general una mejor calidad de vida.

Y parte de esa “enanes” de nuestros políticos está relacionada con una cuestión de legitimidad, y léase claramente que no escribí legalidad, concepto muy distinto, aunque íntimamente relacionado.Y no es legítimo cuando el pueblo cuestiona su permanencia.

En México, a causa de lo que me ha dado por llamar “gobernantes enanos” surgidos como ya lo señalé como un raro espécimen de plaga política; se han suscitado escenarios complicados en materia de seguridad pública al desatarse desde 2007 una guerra contra el narco que ha dejado más de 34 mil muertos, de los cuales 15,273 ocurrieron en 2010. Existe, además, una repartición de la riqueza desigual, y para muestra baste saber que en el país coexisten municipios con índices de desarrollo humano similares a naciones altamente desarrolladas como Alemania o tan pobres como Burundi (África). En materia educativa, persiste en el país un rezago impresionante.

¿Cómo hacer entonces para terminar con esa plaga de gobernantes enanos? Desde mi punto de vista una manera efectiva de hacerlo es a través de la participación ciudadana proactiva en los temas gubernamentales, generando propuestas viables que sean llevadas a la palestra pública.

Finalizo mi Nornilandia de este día parafraseando a Aristóteles quien advirtió que “no hace falta un gobierno perfecto; se necesita uno que sea práctico”

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