“¡No
hay ciudadanía sin determinación!”
@BarbaraCabrera
Ciudadanía, palabra conformada por 10
letras y un acento, que desde su definición evoca diversos sentimientos.
Cuando se
habla de ella, desde la academia, en charlas de café, y hasta en pláticas
casuales; la percepción de su ejercicio, varía. Punto y aparte es señalar cómo
la alude y utiliza el espectro político. Al final, se trata de un solo atributo
constituido por matices en la que cada uno le imprime su sello.
Sobre este
tópico, hace unos días tuve uno de esos diálogos fortuitos acompañados de
varias tazas de café, con diferentes actores acerca de las implicaciones de la
ciudadanía y lo que significa ser ciudadano/a en esta época. Los temas fueron
diversos, contradictorios y hasta polémicos. Hay quien defendía la visión legal
y reduccionista para decir “¡eso es ser ciudadano!” y se referían a tener la
mayoría de edad, así como un modo honesto de vivir. Y sanseacabó, en eso
circunscribía esta calidad.
Otros,
apuntaban elementos, como la obligación de pagar impuestos y votar en cada
elección [¡Caray, como si con estas acciones alcanzara para sentirse
ciudadano/a!]. Luego, no falto el defensor del establishment que sugirió: la ciudadanía es una condición moldeada
por el gobierno, quien debe decirnos cuál es el camino y rumbo. [¡PLOP!].
Absortos en lo que representa ser ciudadano/a, varios desenfundaron sus smartphones; gratamente fui sorprendida
debido a que uno de los presentes leyó en voz alta una de mis #Nornilandia de 2014
que continúa vigente [excepto porque se consumó las leyes
secundarias de las reformas estructurales], la cual
redacté en torno a estas temáticas y a la que di título con una interrogante al
estilo Mafalda ¿POR DÓNDE HAY QUE EMPUJAR ESTE PAÍS PARA LLEVARLO
ADELANTE? [Por acá la leen, para la desmemoria http://bit.ly/Us169N] en dicho
texto, trazando múltiples interrogantes aludo diversas maneras para generar
cambios.
No obstante,
hablando en macro, pocos, aún, son concientes de la valía de estas 10 letras y
las implicaciones que de suya son; por eso son insistente en hablar y generar
conciencia en estas cuestiones; tanto en mis columnas, así como en mis líneas
de investigación, generación y aplicación del conocimiento.
En este orden
de ideas, el “Informe país sobre la calidad de la ciudadanía en México”
auspiciado por el Instituto Nacional Electoral y El Colegio de México [consultable aquí http://bit.ly/29yJCzS]. En
específico, el rubro 3. “Sociedad civil y ciudadanía (participación no
electoral)”, enlista los tipos de participación política no electoral en la que
se involucran los mexicanos [Nota al margen: digiérase la siguiente información únicamente
como un indicador, el lector deberá confrontar con la observación participante
y su experiencia personal]; dicho lo anterior, veamos:
Los mexicanos
participan: platicando con otras personas sobre temas políticos [39%];
con su asistencia a reuniones de cabildo municipal o delegacional [12%];
colaborando en las actividades de los partidos políticos, previo y durante las
campañas electorales [11%]; intentado
convencer a sus amigos para que voten por los candidatos que cree son los
mejores [11%]; leyendo y compartiendo información
política por alguna red social de la
Web como Twitter o Facebook [10%];
firmando peticiones o documentos en señal de protesta [9%]; participando en
manifestaciones o protestas públicas [6%]; tomando o
bloqueando lugares o instalaciones públicas (calles, carreteras, monumentos,
edificios) [3%]; y, participando en una huelga [2%].
Lo cierto es
que la escasa o nula participación contribuyen a: a) defender el status quo; b) a mantener en la palestra
pública a los actores políticos de siempre; c) a no brindar oportunidades, sea
a nuevos mecanismos de participación para incidir en la agenda pública, o bien
a partidos políticos cuya visión es distinta a la del Sistema.
Dejo por aquí
el siguiente silogismo para la reflexión: SÍ de acuerdo al Barómetro de las
Américas, en comparación con otras sociedades latinoamericanas, los mexicanos
no son especialmente participativos; ENTONCES, es ineludible trazar la ruta de
intervención [en la medida de posibilidades de cada quien] para la conformación
de una ciudadanía proactiva, que influya en la agenda pública.
¿CONSTRUIR
CIUDADANÍA? Sí ¿QUÉ ES? Alude al proceso por el cual una persona que
reviste o va a revestir la condición de ciudadano cuando obtenga la edad
necesaria para ejercer plenamente sus derechos, va formando su personalidad
individual y social en base a los valores que la comunidad que integra,
considera valiosos y positivos para que una sociedad democrática se desarrolle
en orden, en paz y en miras al progreso ético, material, tecnológico y
científico. [Fuente: http://deconceptos.com/ciencias-juridicas/construccion-ciudadana]
¿CÓMO SE HACE? Con
libertad, igualdad, información, responsabilidad y participación ¿CUÁNDO?
Ahora ¿QUIÉN O QUIÉNES? Todos ¿ES SENCILLO? No ¿VALE LA PENA ? ¡Por supuesto!
Actualmente,
estamos ante una grave crisis de desmemoria colectiva, que trasladado al ámbito
de decisión socio-política, resulta de suyo un desastre; de ahí que pugno por
un ¡No a la desmemoria! ¡No al pensamiento único! ¡Sí a generar un crecimiento,
a partir del pensamiento crítico, la argumentación y la acción! ¡Bienvenida la
construcción de ciudadanía! y recuérdese ¡No hay ciudadanía sin determinación!
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!