@BarbaraCabrera
“No me creas demasiado optimista;
conozco a mi país, y a muchos otros que lo rodean. Pero hay signos, hay signos”
Julio Cortázar
En la palestra político-ciudadana son varios los asuntos
que se suscitan de una Nornilandia a otra, lo que ocasiona que a veces, elegir
una sola cuestión se torne complicado: Temáticas electorales variaditas, que
incluye la crisis de credibilidad hacia el Instituto Nacional Electoral (INE),
así como la controvertida manera de elegir a los plurinominales en Morena a
través de una tómbola o el acarreo masivo de huestes priístas a eventos para
besar manos a los erigidos candidatos y mostrar músculo electoral; la “Ley
Beltrones”, que constituye el retorno de la SOPA mexicana; la creciente y descarada
corrupción en el gobierno; las desbordadas manifestaciones y protestas
sociales; la muerte de Raquel Tibol, destacada crítica e intelectual; las
declaraciones del Jorge Mario Bergoglio, conocido como el papa Francisco, que
anhela que se evite la mexicanización de Argentina; la expansión de la
violencia en 66 municipios y algunas delegaciones del Distrito Federal en 18
Estados de este #MéxicoLindoyHerido; la innegable pérdida del poder
adquisitivo; y muchos más…
Entre todo este bagaje, opté por abordar un tópico
que, desde mi perspectiva, es vital en estos tiempos convulsos y confusos, por
dos razones fundamentales: 1) ya que tiene que ver con el activismo social que
necesitamos, para actuar en consecuencia; y, 2) porque este tipo de mensajes
coadyuvan a provocar y generar cambios de actitud en aquellos que continúan
encadenados al status quo, además nos
evoca esa esperanza de que un cambio sí es posible.
Me refiero a las palabras de Alejandro González
Iñárritu durante la 87 entrega de los premios Oscars donde el glamour, la
alfombra roja, las redes sociales y la memecracia, fueron los protagonistas.
Una noche en que los ojos y el sentimiento de 40 millones de personas en el
mundo estuvieron puestos en las ocho películas nominadas, así como en los
diversos discursos de los ganadores.
“Dedico este premio a mis compatriotas en México. Ruego para que podamos
encontrar y tener el gobierno que merecemos”, dijo en uno de sus discursos el cineasta que ganó
tres de las codiciadas estatuillas.
Las de Iñárritu fueron palabras que en instantes
dieron la vuelta al mundo y poco entendidas/digeridas por quien enquistado en
el poder dice estar “moviendo a México” junto a sus compinches, así como por
aquellos que en todo ven moros con tranchetes.
Palabras que han sido abrazadas por aquellos que cada
día pugnamos y trabajamos por un mejor país, y por dejar un mejor mundo al que
encontramos.
Palabras importantes, pero que de nada servirán si
nosotros los ciudadanos seguimos sin tomar las riendas. Dejar de ser
simuladores; hacer lo que a cada cual corresponde, con determinación y
compromiso; no joder al prójimo; quitarle el Congreso a Peña; votar para no
botar y ejercer ciudadanía en toda la extensión de la palabra; son algunos de los
signos y el trayecto que habría que seguir para no perdernos en el camino.
¡Gracias Iñárritu por rogar por nosotros! Yo, al igual
que tú ruego porque podamos tener el gobierno que merecemos; y trabajo de
manera consecuente para lograrlo ¿Quién se apunta para aventurarse junto conmigo
en esta travesía?
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!