@BarbaraCabrera
“Siempre esos ojos que
miraban, vigilantes. En vigilia o en el sueño, en el trabajo o comiendo, en
casa o en la calle, no había privacidad posible”
George Orwell en 1984.
De
la Era orwelliana a las filtraciones de Snowden, pasado por los cables de
Wikileaks hasta llegar al espionaje cotidiano. Somos presas fáciles de
fisgoneo. El de unos, se convierte en un verdadero escándalo mundial; el de la
mayoría, pasa desapercibido como si se tratara de una capa de invisibilidad
¡nada más alejado de la realidad!
Todos
estamos bajo el ojo expectante, vigilante, acechador de ese gran hermano que, erigiéndose
en policía del pensamiento, nos tiene en la mira, nos observa y si es necesario
actúa. En este sentido, estamos ante un fenómeno de privacidad amenazada.
Aunque
es preciso advertir que el espionaje no se trata de un reciente descubrimiento,
si causa malestar, sobre todo al percibirse la tibiedad de quienes dirigen los
destinos de este país, al guardar silencio y luego salir discretamente con la
perorata de que investigarán, aludiendo su “categórica condena por la violación
de la privacidad de las comunicaciones de instituciones y ciudadanos mexicanos.
Esta práctica es inaceptable, ilegítima y contraria al derecho mexicano y al
derecho internacional”.
No
se a ustedes mis lectores, pero esta línea discursiva me parece una parafernalia
ocasionada por el berrinche de Felipe Calderón a través de tres tweets lanzados seguramente desde la
comodidad de su oficina en la Facultad de Gobierno Kennedy de Harvard -institución educativa que lo asiló después
de concluir su accidentado sexenio-; mensajes donde se mostró indignado,
sorprendido y pidió investigar los hechos de espionaje hacia él y su gobierno.
¿Por qué no condenó estas prácticas cuando ocupo Los Pinos? ¿En serio nos cree
tan ingenuos como para creer que no lo sabía? ¿Cuáles son las verdaderas
intenciones de saltar a la palestra pública exigiendo una explicación y las
consecuentes investigaciones en estos momentos? Interrogantes para reflexionar.
Parece
que después de dejar la silla presidencial la valentía y propuesta de mejora
para rescatar un país resquebrajado salen a flote. Ahí tenemos a Vicente Fox,
quien después de terminar su sexenio de fantasía, sale con cada ocurrencia
traducida en propuestas, aportando ese humor involuntario que lo caracteriza.
En estos tópicos, no podía ser la excepción al decir en entrevista para el
periódico español Qué!: “siempre estuve consciente de que me espiraron cuando
fui candidato y ya como mandatario mexicano” y “éste es el mundo del futuro y
más vale que nos vayamos acostumbrando”. Cero y van dos. Fox exonera, Calderón
condena, Peña guarda silencio.
Esta
trilogía de acciones, expresiones y omisiones se antojan como ingredientes de sometimiento
a los designios del gobierno estadounidense que ha mostrado y demostrado
inmiscuirse en asuntos que le placen e interesan.
En
este sentido, no se trata de conformarse con expresiones simplistas ante este
tipo de cuestiones diciendo no tenemos nada que esconder, que más da si me
espían. Sobre todo tratándose de la protección de los datos personales cuyos
avances en la legislación han sido significativos, pero que distan de ser
suficientes y ello ocurre debido a que se legisla con una visión reduccionista,
sin observar ni incluir las necesidades y la vorágine derivada de una era
tecnológica que continuará revolucionado el mundo y sus formas. No perdamos de
vista, Internet puede ser (y de hecho es) el ojo del Gran Hermano.
De
seguir así, no tengo más que coincidir con José Emilio Pacheco quien en el
marco del VI Congreso Internacional de la Lengua Española, celebrado este año
en Panamá, argumentó que pinche es la palabra que representa a este aún
#MéxicoLindoyHerido. ¿Qué opinan?
¡Nos
leemos la próxima Nornilandia!