@BarbaraCabrera
“¿Los pobres serían lo que son, si nosotros fuéramos lo que debiéramos ser?”
Concepción Arenal
Érase un país de contrastes. Donde lo mismo se encuentran por un lado, fastuosas mansiones y personajes que forman parte de la exclusiva lista de la Revista Forbes por ser del grupo de los más ricos del mundo; y por el otro, un sector paupérrimo sumido en la pobreza extrema. Una patria que con los impuestos recaudados mantiene a una impune y cínica clase política que se recicla elección tras elección, cual chapulines saltando para no quedarse fuera del presupuesto estatal. Un terruño lo mismo amado por unos y repudiado por otros. Una Nación que parece ser tierra de todos y problema de nadie. ¿Les suena ésta descripción? ¿Podría ser cualquier país verdad? ¿Es lo que ocurre en México lindo y herido? ¿O estamos alejados de esa cruenta realidad?
En las siguientes líneas daré un toque analítico – divertido a esta situación. Acompáñenme a este recorrido como solo Nornilandia lo sabe hacer.
Curioseando las noticias del día en diversos periódicos, me tope con una nota que inspiró esta Nornilandia y me evoco de manera inmediata las tiras de un librillo llamado “Los hijos de Chinchunchán” de Joaquín Velasco; cuyos personajes centrales son: Chencho, su esposa y Chenchito, como integrantes de la clase misérrima de la referida ciudad. De otro lado, están Ricachá y la Señora Ricachá, que para efectos comparativos son la clase “acomodada” y “ricachona” de Chinchunchán.
Chencho es un bebedor empedernido, iletrado, apostador, bravucón, macho, aficionado al futbol y rehúye al trabajo. Chenchito, es el hijo prototipo de esa urbe; es mal estudiante, se la pasa perdiendo el tiempo y tiene tendencias a reproducir el comportamiento de su padre. La esposa de Chencho es una mujer que de vez en cuando le exige a su marido la saque a comer o le compré algún vestido, pero en general se resigna a vivir en la pobreza y atenta a las necesidades de su familia. Ricachá, es el mandamás, gobernante enérgico con su pueblo pero sumiso ante otros países; le gusta mantener a su gente en la ignorancia y reparte migajas. La señora de Ricachá es la típica “socialité”, clasista, despectiva con la gente que considera no esta a su altura.
Retomando la nota que atrajo mi atención para esta Columna, debo decirles que Chinchunchán parece no estar tan alejando de la realidad; sería como un mundo paralelo. Mientras tenemos a gobernantes distantes de las necesidades del país; México tiene a Carlos Slim, considerado el hombre más rico del mundo, así como un porcentaje alarmante y creciendo de nuevos pobres. Según el CONEVAL (Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social) entre 2008 y 2010 esta cifra aumentó 3.2, pasando de 48.8 a 52 millones. Entre los elementos que contribuyeron a ello están la disminución de los ingresos en los hogares mexicanos y el incremento en los precios de alimentos.
Lo anterior, esta relacionado con el porcentaje de consumo de bienes entre ricos y pobres en México, cifras presentadas en un reciente estudio del Banco Mundial; datos que deben obligar a provocar un análisis necesario y ser parte de la agenda de los candidatos de los diversos partidos.
Es importante destacar que éstas cifras, fueron elaboradas a partir de encuestas en 135 países. Actualmente, 22.6 millones de personas se sitúan en la parte baja de la pirámide de ingreso, lo cual constituye una quinta parte de la población total del país, participan sólo con 3.8 por ciento del consumo nacional de bienes.
El 20% de la población de mayor ingreso en México realiza un gasto en bienes equivalente a 56.7 por ciento del consumo total en la economía.
Se dice que México es una de las naciones más desiguales de América Latina.
Respecto a la concentración del consumo de bienes en personas de mayores ingresos; el estudio revela una comparación con países de la región como Guatemala, Nicaragua, Panamá o Paraguay; donde la quinta parte de sus habitantes son los que forman entre el 57 y 58 por ciento de los consumidores privilegiados.
México de los contrastes, país plagado de desigualdades en todos los sentidos. Hoy me haces recordar el regreso inminente de los hijos de Chinchunchán ¿Hasta cuando? ¿Por qué la mayoría sigue inmerso en este mar de vicisitudes? ¿Será que todos somos culpables de las marcadas diferencias?
¡Lo dejo a la reflexión!
¡Hasta la próxima Nornilandia!