@BarbaraCabrera
Los principales defensores del derecho ciudadano de acceso a la información señalan que la información es el oxígeno de la democracia.
Acostumbrados a llegar tarde a los temas de relevancia jurídica, nuestro país se encuentra entrampado entre la transparencia y la ignorancia. Y lo afirmo porque a pesar de que existen Leyes de Transparencia o de Acceso a la Información en todas las entidades del país, además de la Federal. Y de que ya se ha homologado este derecho fundamental, a través de reformas al artículo 6º Constitucional. Quedan varios temas en el tintero.
Tal parece que la transparencia, el acceso a la información, la rendición de cuentas, la protección de datos personales y el derecho de saber; han quedado en un segundo plano; esto puede deberse a una diversidad de factores, entre los que destacan que otros asuntos atraen la atención por la situación que atraviesa el país; o bien, puede que ello sea conveniente para ciertos sectores, al no difundir su importancia y utilidad como herramienta de participación ciudadana responsable y con ello mejorar las deficientes políticas públicas de un gobierno deslegitimado y desgastado.
Es por ello, que en esta ocasión, aprovecho mi columna para destacar la importancia de este tipo de instrumentos legales.
¿Cómo puede la ciudadanía conocer las funciones del gobierno?, ¿en qué se gasta nuestro dinero, recaudado vía impuestos?, ¿Qué manejo le están dando a nuestros datos personales?, ¿Cuáles son las políticas públicas aplicadas?, ¿Qué tipo de programas sociales existen?, ¿Cuánto perciben los servidores públicos con motivo de su encargo?, ¿cuántas iniciativas han sido presentadas y cuántas han sido dictaminadas?, ¿Cuántos viajes ha realizado el Presidente de la República y que beneficios obtiene para el país?, ¿Cuál es el monto de las obras públicas del ayuntamiento donde vivo?.
Estas y otras interrogantes pueden ser conocidas vía acceso a la información, que engloba el maravilloso Derecho a saber informarse. Y se puede llevar a cabo a través de una solicitud por escrito presentada en la dependencia de la que se requiera saber algo o, por medios electrónicos mediante el Sistema INFOMEX.
En esta tesitura, coincido con la visión de Neal Finkelstein, al advertir que el éxito de las políticas de transparencia depende de que la información sea accesible y disponible para todos los usuarios. Una política es transparente si es comprensible, si la información está disponible, si la rendición de cuentas es clara y si los ciudadanos saben qué papel desempeñan en dicha política.
Además, destaco los principios internacionales existentes respecto a este derecho fundamental, con motivo de la conmemoración del Día Internacional del Derecho a saber, a celebrarse este 28 de septiembre; los que se engloban en diez puntos; mismos que surgen al comparar la legislación de alrededor de 60 países en esta materia y que de manera enunciativa son:
1. El acceso a la información es un derecho de todos.
2. ¡El acceso es la norma – la secrecía es la excepción!
3. El derecho aplica a todos los entes públicos.
4. Realizar solicitudes debe ser sencillo, rápido y gratuito.
5. Los funcionarios tienen la obligación de ayudar a los solicitantes.
6. Las negativas deben estar justificadas.
7. El interés público tiene prioridad sobre la secrecía.
8. Todas las personas tienen el derecho de apelar una decisión adversa.
9. Los organismos públicos deben publicar de manera pro-activa información central.
10. El derecho debe ser garantizado por un órgano independiente.
Finalizo afirmado que el llamado proceso de globalización no sería lo mismo sin la fantástica herramienta de Internet, que a su vez no tendría razón sin el apetito insaciable de información que caracteriza al homo sapiens del siglo XXI. Internet democratizó y mundializó la información.
Como dice Dietrich: somos náufragos en un océano casi infinito de información. La tarea consiste en sistematizarla, discriminarla y evaluar qué información se necesita, cómo y para qué. ¡Hagamos uso responsable de nuestro Derecho a saber informarnos!
Dejo este tema a la reflexión y espero sus comentarios.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!