Amigas y amigos,
Celebro este encuentro con usted, presidente Donald Trump. Mi
visita obedece, en buena medida, a la importancia que tiene, sobre todo, en
estos tiempos de crisis económica mundial, la entrada en vigor del Tratado de
libre comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
El haber conseguido este acuerdo
representa un gran logro en beneficio de las tres naciones y de nuestros
pueblos.
Como es sabido, América del Norte es de las regiones
económicas más importantes del planeta. No obstante, nuestra región es
inexplicablemente deficitaria en términos comerciales; exportamos al resto del
mundo tres mil 579 billones de dólares, pero importamos cuatro mil 190 billones
de dólares; es decir, mantenemos un déficit de 611 mil millones de dólares, lo
cual se traduce en fuga de divisas, menores oportunidades para las empresas y
pérdida de fuentes de empleos.
El nuevo Tratado busca, precisamente, revertir este
desequilibrio mediante una mayor integración de nuestras economías y mejoras en
el funcionamiento de las cadenas productivas para recuperar la presencia
económica que ha perdido América del Norte en las últimas cinco décadas. Baste
señalar que, en 1970, la región representó el 40.4 por ciento del producto
mundial y, ahora, esta participación en la economía global ha bajado a 27.8 por
ciento.
Por ello, el Tratado es una gran opción para
producir, crear empleos y fomentar el comercio sin necesidad de ir tan lejos de
nuestros hogares, ciudades, estados y naciones. En otras palabras, los volúmenes de
importaciones que realizan nuestros países del resto del mundo, pueden
producirse en América del Norte, con menores costos de transporte, con
proveedores confiables para las empresas y con la utilización de fuerza de
trabajo de la región.
Desde luego, no se trata de cerrarnos al mundo,
sino de aprovechar todas las ventajas que nos brinda la vecindad, así como la
aplicación de una buena política de cooperación para el desarrollo.
Este Tratado permite atraer inversiones de otros lugares del
hemisferio a nuestros países, siempre y cuando se cumpla con los principios de
producir mercancías de elevado contenido regional y de procurar condiciones
salariales y laborales justas para los trabajadores del país exportador o
importador de bienes de consumo.
Es importante también señalar que, en este acuerdo, los tres
países aportamos capacidad productiva, mercados, tecnología, experiencia, mano
de obra calificada y terminamos complementándonos. Por ejemplo, México tiene
algo sumamente valioso para hacer efectiva y potenciar la integración económica
y comercial de la región; me refiero a su joven, creativa y responsable fuerza
laboral. No olvidemos que la participación de los trabajadores en los procesos
productivos es igual de importante que el papel de las empresas. De poco
serviría tener capital y tecnología, si no se cuenta con buenos obreros que se
destaquen por su imaginación, su talento y su mística de trabajo.
Además, con acuerdos como este y con respeto a nuestras
soberanías, en vez de distanciarnos estamos
optando por marchar juntos hacia el porvenir. Es privilegiar el entendimiento,
lo que nos une y hacer a un lado las diferencias o resolverlas con diálogo y
respeto mutuo.
Ciertamente en la historia de nuestras relaciones, hemos
tenido desencuentros y hay agravios que todavía no se olvidan, pero también
hemos podido establecer acuerdos tácitos o explícitos de cooperación y de
convivencia; por ejemplo, en los años cuarenta del siglo pasado, durante la
Segunda Guerra Mundial, México ayudó a satisfacer la necesidad de Estados
Unidos de materias primas y lo respaldó con mano de obra de los trabajadores
migrantes, que fueron conocidos como “braceros”.
Desde entonces y hasta la fecha, hemos venido consolidando
nuestras relaciones económicas y comerciales, así como nuestra peculiar convivencia, a veces de vecinos distantes y otras de
amigos entrañables.
También, como es sabido, la historia, la geopolítica, la
vecindad y las circunstancias económicas de ambas naciones han impulsado de
manera natural un proceso de migración de mexicanas y mexicanos hacia Estados
Unidos y se ha conformado, aquí, una comunidad de cerca de 38 millones de
personas, incluyendo a los hijos de padres mexicanos. Se trata de una comunidad
de gente buena y trabajadora que vino a ganarse la vida de manera honrada y que
mucho ha aportado al desarrollo de esta gran nación. Asimismo, en México, más
que en ningún otro país del mundo, viven y forman parte de nuestra sociedad un
millón y medio de estadounidenses. De modo que estamos unidos, más que por la
proximidad geográfica, por diversos vínculos económicos, comerciales, sociales,
culturales y de amistad.
Presidente Trump:
Como en los mejores tiempos de nuestras relaciones políticas,
durante mi mandato como presidente de México, en vez de agravios hacia mi
persona y, lo que estimo más importante, hacia mi país, hemos recibido de
usted, comprensión y respeto.
Algunos pensaban que nuestras diferencias ideológicas
habrían de llevarnos de manera inevitable al enfrentamiento. Afortunadamente,
ese mal augurio no se cumplió y considero que hacia el futuro no habrá motivo ni necesidad
de romper nuestras buenas relaciones políticas ni la amistad entre nuestros
gobiernos.
El mejor presidente que
ha tenido México, Benito Juárez García, pudo entenderse con el gran presidente
republicano Abraham Lincoln. Recordemos que este gran líder histórico estadounidense, el impulsor de la
abolición de la esclavitud, nunca reconoció al emperador Maximiliano, impuesto
en México con la intervención del poderoso ejército francés. No es casual que
Juárez haya lamentado el asesinato de Lincoln, diciendo: “He sentido
profundamente esta desgracia porque Lincoln, que con tanta constancia y
decisión trabajaba por la completa libertad de sus semejantes, era digno de
mejor suerte…”.
Lo mismo sucedió con la espléndida relación que mantuvieron,
a pesar de las circunstancias difíciles, el presidente demócrata Franklin
Delano Roosevelt y nuestro presidente patriota el general Lázaro Cárdenas del
Río.
En los días posteriores a la expropiación petrolera, en una
carta, el general Cárdenas reconoció el buen entendimiento bilateral de la
siguiente manera:
Mi gobierno considera que la actitud asumida por los Estados
Unidos de Norteamérica, en el caso de la expropiación de las compañías
petroleras, viene a afirmar una vez más, la soberanía de los pueblos de este
continente, que con tanto empeño ha venido sosteniendo el estadista del país
más poderoso de América, el excelentísimo señor Presidente Roosevelt.
De modo que, guardadas todas las proporciones y en
circunstancias sin duda distintas, la historia nos enseña que es posible
entendernos sin prepotencias o extremismos.
Ahora que decidí venir a este encuentro con usted, presidente
Trump, en mi país se desató un buen debate sobre la conveniencia de este viaje.
Yo decidí venir porque, ya lo expresé, es muy importante la puesta en marcha
del Tratado, pero también quise estar aquí para agradecerle al pueblo de
Estados Unidos, a su gobierno y a usted, presidente Trump, por ser cada vez más
respetuosos con nuestros paisanos mexicanos.
A usted, presidente Trump, le agradezco su comprensión y la
ayuda que nos ha brindado en asuntos de comercio, petróleo, así como su apoyo
personal para la adquisición de equipos médicos que necesitábamos con urgencia
para tratar a nuestros enfermos del COVID-19.
Pero lo que más aprecio, es que usted nunca ha buscado
imponernos nada que viole o vulnere nuestra soberanía. En vez de la Doctrina
Monroe, usted ha seguido, en nuestro caso, el sabio consejo del ilustre y
prudente George Washington, quien advertía que “las naciones no deben
aprovecharse del infortunio de otros pueblos”. Usted no ha pretendido tratarnos
como colonia, sino que, por el contrario, ha honrado nuestra condición de
nación independiente. Por eso estoy aquí, para expresar al pueblo de Estados
Unidos que su presidente se ha comportado hacia nosotros con gentileza y
respeto. Nos ha tratado como lo que somos: un país y un pueblo
digno, libre, democrático y soberano.
¡Que viva la amistad de nuestras dos naciones!
¡Que viva Estados Unidos de América!
¡Que viva Canadá!
¡Que viva nuestra América!
¡Viva México!
¡Viva México!
¡Viva México!
Estados Unidos de Norteamérica, 8 de
julio de 2020