@BarbaraCabrera
“Twitter se ha convertido en
el sistema nervioso de nuestras sociedades, y hay que aprender a utilizarlo”
José Luis Orihuela
En 2006 Jack Dorsey, Biz Stone y Evan Williams concretaron una idea tecnológica
que ha revolucionado la plaza pública virtual que trasciende la cotidianeidad.
140 caracteres o menos han sido suficientes para cambiar o por lo menos
intentar modificar las acciones u omisiones de diversidad de situaciones,
eventos, decisiones, opiniones, contenido noticioso; entre muchos otros
aspectos.
Muchos creen que todo lo saben de la famosa red del microblogging, enmarcada por un pajarito azul que hace tiempo
supimos se llama Larry. No obstante, en esta era caracterizada por una
revolución digital, Twitter no deja de sorprendernos, ni para de generarnos
nuevos aprendizajes. Como dirían los clásicos esto apenas es una pequeñísima
parte de su potencial.
En este sentido, hoy día la expresión “me lo dijo un pajarito” tiene una
connotación digna de un análisis exhaustivo.
Por ejemplo, recientemente se ha dado a conocer el informe de Transparency Report que ha revelado que
son 25 los países que le han solicitado información, de los cuales Estados
Unidos, Japón, Reino Unido, Brasil, Italia, Francia y España son los que
conforman el grupo que más requerimientos han llevado a cabo. No olvidar el
escándalo internacional de espionaje -a través de esta y otras herramientas
tecnológicas- que sigue, cuyas consecuencias locales, nacionales e
internacionales están aún por definirse.
Esto se suma a una información que les compartí hace algún tiempo: la
Biblioteca del Congreso de Estados Unidos compró
a la empresa que administra Twitter todo su archivo; es decir, nuestros tweets (con excepción de los mensajes
directos) son de consulta pública. Es de mencionar que este archivo se
actualiza constantemente, tanto como la #Twittósfera se va moviendo.
De esta manera, es preciso tener en
mente que al lanzar un tweet al aire,
con los replies, retweets y todo lo que rodea la naturaleza de esta plataforma
comunicativa seremos monitoreados, seguidos, mencionados o unfolloweados.
Ese exabrupto corto de información
inconsecuente que evoca los gorgoreos de pájaros, reflejados en los más de 58
millones de tweets que a diario son lanzados,
a veces llevan un objetivo bien definido, algunas veces mediático, como
convertirse en un soplón de hechos que se desea tengan determinadas
consecuencias en la plaza pública que a diario transitamos.
Tecnología, redes sociales, información, datos sensibles, políticas
públicas, legislación y lo que se sume, son los puntos donde necesariamente
habremos de llevar el debate derivado del uso, abuso y disfrute de este tipo de
herramientas.
Por hoy es todo.
¡Hasta la próxima Nornilandia!