@BarbaraCabrera
Era un dibujo realizado
de manera tal que los ojos le persiguen a uno se encuentre donde se encuentre.
EL GRAN HERMANO TE VIGILA, se leía en la inscripción que había al pie del gran
retrato.
Extracto del Libro 1984
de George Orwell
Hace
algunos años me topé con las letras de Orwell y su 1984. Una obra que se
convirtió en uno de los libros de la literatura universal que recomiendo tener
en sus bibliotecas personales por la exquisitez de su narrativa y su
perspectiva; que aún en este siglo cobra vigencia en todo el orbe.
De
tal magnitud es, que si el autor de esta novela satírica existiera, seguro
cobraría regalías a más de un país, incluidos los personajes que logran notoriedad
por basar sus acciones en un guión espejo de las líneas plasmadas por él, hace
más de 6 décadas.
La
diferencia es que en el libro aludido, el escenario se desarrolla en una
sociedad ficticia que demuestra los niveles a los que puede llevar el
totalitarismo, cuando el espíritu humano se rinde y cede aquello que de manera
natural le corresponde: sus emociones, sus sentimientos, sus pensamientos, su
vida.
Un
mundo artificial que si lo analizamos con objetividad, no dista de las
circunstancias vividas en estos tiempos, mismas que no son nuevas, ni
constituyen una panacea. Solo que hoy con el poder de las redes y el manejo de
las nuevas tecnologías de la información y comunicación adquieren popularidad
para unos y exhibición para otros.
Ahora
vayamos al ejemplo contemporáneo, con tintes del gran hermano orwelliano; que
conste que no es el único, ni será el último.
Para
contextualizar, comenzaré con Orwell, quien en su fantasía literaria escribió
que “Todo documento, toda constancia ha sido destruida o falsificada, los
libros fueron reescritos, los cuadros pintados nuevamente, los monumentos,
calles y edificios tienen nuevos nombres y las fechas fueron alteradas. El
proceso continua día tras día, minuto a minuto. Han detenido el movimiento de
la historia. No hay nada que no sea un perpetuo presente en el que el Partido
tendrá siempre razón pues controla todas las posibles variables sin oposición;
donde los tres slogans del Partido
que aparecían en la telepantalla después del imponente rostro del Gran Hermano
eran: La guerra es paz; la libertad es esclavitud; y la ignorancia es fuerza”
Situación que implica escudriñar datos de los habitantes de esa sociedad,
incluso inmiscuirse hasta en sus pensamientos, incidiendo por ende en sus
acciones y posibles decisiones.
Unas
décadas después un ex empleado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y de
la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) llamado Edward Joseph Snowden, quien en
junio de 2013, hizo públicos a través de los periódicos The Washington Post y The
Guardian, documentos clasificados de alto secreto por la NSA, información
que incluye el programa de vigilancia electrónica PRISM, del cual ya les conté
hace algunas Nornilandias.
Ello
ha desatado una oleada de declaraciones, nerviosismo, expectativas, exigencias
y un sinfín de escenarios entre países respecto a la nación erigida como el
“gran hermano”; es decir, Estados Unidos. Sin duda, podemos decir que la
revolución tecnológica –entre otras cuestiones- trae como consecuencia este
tipo de casos, donde la vulnerabilidad de nuestra privacidad y otros menesteres
están inmiscuidos; y el conocimiento de lo que esta ocurriendo, es mayor.
Este
personaje, por todos es sabido que se encuentra en una disyuntiva: lograr el
asilo político en alguna Nación ante la amenaza de su país que lo señala como un
criminal. De hecho, hace unos días, rodeado de 13 personas entre los que se
encontraban activistas y defensores de Derechos Humanos, dio una declaración
pública donde destaca su párrafo inicial y cito textual:
“Hola. Mi nombre es Ed Snowden. Hace algo más
de un mes tenía una familia, una casa en el paraíso y vivía cómodamente.
También podía buscar, incautar y leer tus comunicaciones. Las tuyas y las de
cualquiera, en cualquier momento. Esto es, tenía el poder de cambiar los
destinos de la gente.”
Pero
este joven, ex agente no actuó solo, como él habrá muchos más que desde la
comodidad de la tecnología y en unos clickeos
sabrán de nosotros; y para lograrlo se sirven de “colaboración” de otros
países, ahí tenemos el caso de México señalado recientemente por aceptar en
2007 –en el sexenio de Felipe Calderón- que el Departamento de Estados Unidos
instalara en el país un sistema para interceptar llamadas y mensajes por
Internet, se dice que con el objetivo de combatir el narcotráfico y el crimen
organizado.
Y
que decir de compañías como Microsoft, la cual trasciende colaboró con
diferentes agencias gubernamentales de Estados Unidos para “facilitarles”
información a través de varios de sus servicios.
Ambas
situaciones forman parte de esta caja de pandora que comienza a conocerse.
¿Cómplice
del sistema o perseguido político? ¿Criminal o salvador de la privacidad?
¿Necesitamos legislar al respecto? Sea cual fuere la percepción y conclusión
que podamos discernir acerca del caso Snowden y sus consecuencias, lo cierto es
que el mundo no podrá ser el mismo.
Es
todo por hoy.
¡Hasta
la próxima Nornilandia!