“No
permitamos que el voto se convierta en una moneda de cambio que se entregue al
mejor postor o a la menor provocación…”
Dra.
Bárbara Cabrera
Tuiteando se
llega a Roma… o contribuye a encontramos notas relevantes como aquella que
detonó esta Nornilandia: #EstoSíPasó: usuarios ofrecen su voto en Internet por
tres mil pesitos, nos dice la cuenta @VerificadoMx
Y es que
Twitter es fiel reflejo de la plaza pública, no existe ninguna otra red social
que represente en tiempo real y haga viral los acontecimientos. Los periódicos
del día siguiente, en ocasiones se construyen con tweets o no tratan determinados temas o se imprimen para dejar
testimonio de aquello que ya se supo.
Por ejemplo,
se da a conocer en la
Twittósfera que en Mercado Libre, reconocido portal de ventas
por Internet, se ofrecen votos por una módica cantidad, que van de los tres mil
a los 10 mil pesos. En Facebook y Twitter, algunos usuarios también anuncian la
venta de su voto y piden a los interesados contactarlos vía inbox o por mensaje
directo.
♪♫ Se compran votos, voluntades, bots, trolls, acarreados a mítines o algo de cascajo electoral que venda ♪♫
A
continuación, los ejemplos:
“Mi voto
tiene un precio de 10 mil o un Xbox One con dos controles nuevos, estoy dispuesto
a cooperar vendiéndolo solo por lo que pido”
“Hola, en
esta ocasión vendo mi voto a cualquier partido que pague la cantidad que pido
ya sea PRI, PAN o cualquier otro partido que le interese mi voto, tengo 23
años, soy de Guerrero pero mi voto es válido en cualquier parte del país, soy
capaz de enviar alguna copia de mi credencial si así lo requieren”
Lo he dicho
de manera recurrente, en público y en privado, en este país vivimos (padecemos)
los estragos de una rudimentaria democracia, a pesar de que nos pretendan hacer
creer -a través de discursos grandilocuentes-, que estamos ante una democracia
consolidada. ¡Nada más lejano a la realidad!
Los partidos
políticos de siempre, se han distanciado de su naturaleza. Hoy, esos partidos
(anquilosados, cooptados, corruptos, desgastados) están haciendo cosas de
partidos. Mientras tanto, las nacientes candidaturas independientes, ya sufren
su primera crisis: ¡demos gracias a Margarita Zavala y al autodenominado
Bronco!
¿A qué se
debe dicha situación? aunque es multifactorial, les diré que un factor
determinante es la entrega de los asuntos públicos en unas cuantas manos. Con
ello no me quiero referir a que tengamos que erigirnos en una especie de Ágora
romana, donde todos decidamos todo. Sino a que tenemos, debemos y urge
construir una ciudadanía que haga suyas aquellas formas de participación
contemporáneas, que van desde las enumeradas en las leyes, comenzando por
votar; hasta aquellas proporcionadas por las TIC: redes sociales, solicitudes
de acceso a la información, seguimiento a las agendas y políticas públicas, peticiones
en línea, entre otros. Y a partir de ahí, actuar en consecuencia ¡ya basta de
una sociedad pasmada, de la cual se están aprovechando los enquistados en el
poder! Vamos sumando, pero nos falta mucho más.
Y justo en
ese manejo de las tecnologías, y ante este complejo proceso electoral, están
esos que creen que su voto no vale nada y por eso, lo venden al mejor postor. ♪♫ Llévelo llévelo, bara bara ♪♫
Al respecto,
¿qué dice la Ley General
en materia de delitos electorales? el artículo 7, advierte que se impondrán de 50 a 100 días de multa y
prisión de seis meses a tres años, a quien –así lo señala la primera parte de
la fracción VII–: “solicite votos por paga, promesa de dinero u otra
contraprestación”
Ahora bien, más
allá de amagar con sanciones a quienes llevan a cabo esta actividad, es
ineludible combatir el problema de raíz: la falta de credibilidad hacia todo
aquello que huela a política, incrementando el fenómeno de desafección
socio-política.
Los convoco a
no vender su voto, nuevo o usado. Sea así por los que votarán por primera vez,
o trátese de aquellos que ya lo han hecho en otros procesos electorales.
¡Vota libre!
¡No vendas tu dignidad, porque ésta no tiene clase social! No hipoteques el
futuro del país y el de las próximas generaciones.
Es todo por
hoy.
¡Hasta la
próxima Nornilandia!