Por sus corruptelas, los identificareís...
@BarbaraCabrera
Han pasado varios días desde que el
septuagenario Donald John Trump ganó la presidencia del vecino país del norte.
Pese a todos los pronósticos, deseos y apuestas -eso sin contar la jugada del
buitre Luis Videgaray Caso que lo trajo a México siendo candidato- Trump se
logró colar: primero al interior de su partido y ser ungido candidato y luego a
Hillary Clinton. Hoy se ve y se siente Trump será presidente.
Después de consumado el hecho, las
protestas no se han hecho esperar de uno y otro lado: desde quienes repudian al
controvertido empresario, hasta sus fanáticos que gritan a quien pueden que
Trump los va a deportar. Todo esto pareciera que solo se circunscribiría a
territorio estadounidense. No es así. La norteamericana ha sido la elección más
internacional que hemos atestiguado en los últimos tiempos. Los ojos y el
sentir de México, no son la excepción: desde senadores que en el recinto
legislativo de la Cámara Alta portaban la camiseta en apoyo a Hillary Clinton
olvidándose –tal vez- de que detrás de ellos en letras de oro se lee "la
Patria es primero" y lo digo porque fue tal el apasionamiento por la
elección gringa que muchos olvidaron que el enemigo primario a vencer no es
Donald Trump, sino el cúmulo de gobernantes y representantes corruptos que nos
dicen gobernar y representar; esos que lanzan la piedra y esconden la mano.
Esos cuyos bolsillos parecen no tener límites para ser llenados con el erario y
al no alcanzarles, osan endeudar a sus Estados. Esos que al concluir su mandato
gustan de seguir prendidos del Poder que les confiere impunidad. Esos que se
creen impolutos. Esos a los que bien podría erigírseles una rotonda de los
gobernantes impunes.
...Y mientras tanto en México, padecemos
el segundo sexenio en el que, quien ostenta el Poder Ejecutivo Federal goza del
repudio ciudadano y es ungido con la falta de legitimidad. Un país con Secretarios
de Estado, cuyos méritos para obtener el cargo es ser “compas” del “preciso en
turno”. Un país donde la rapiña del erario
por parte de gobernadores es constante y sonante. Una Nación donde presidentes
municipales emulan y superan al ciudadano Vargas, aquel personajazo de la Ley
de Herodes. Un país con diputados federales y senadores cuya mayoría se da vida
de pacha respaldados por su curul y donde los diputados locales nomás no dan el
ancho representando a la ciudadanía, convertidos muchos de ellos en una parodia
de sí mismos.
Lo cierto es que este país necesita más
ciudadanos con la actitud de la niña Andrea, a la que estoy segura recuerden
por corregir a Aurelio Nuño [quien ostenta la titularidad de la Secretaria de
Educación] quien dijo 'ler' en tres ocasiones; en lugar de leer. Y menos
aplaudidores del sistema.
¿Será que las instituciones encargadas
de velar por la no corrupción, la certera rendición de cuentas, la cacareada
transparencia y aquellas encargadas de castigar este tipo de tropelías son
especialistas en atorar, congelar o esconder dichas corruptelas? Luego se
preguntan porque es importante tomar en su justa dimensión aquella expresión
que dice ¡al diablo con las instituciones! que de suya trae implícito el
fenómeno de desafección socio-política que cohabita en todo el orbe, todo es
cuestión de estilos y cantidades. Juzguen ustedes. Ahí dejo esa moneda al aire.
Por hoy es todo.
Nos leemos la próxima Nornilandia.