6 jul 2016

EL INSTINTIVO OSORIO CHONG

@BarbaraCabrera

“El poder sólo corrompe a los corruptos, hace golfos a los que ya son golfos e inmorales desde antes”
Juan Barranco

Recientemente dediqué un par de columnas que vale la pena el lector recuerde: “El intolerante Nuño http://bit.ly/1XE4rR6 y “Peñismo abstracto” http://bit.ly/29ozYkc. En ellas, emití mi opinión y reflexiones acerca de personajes que, con sus acciones y omisiones, aquejan y potencian los problemas de este de por sí #MéxicoLindoyHerido.
A ese par se une en esta Nornilandia, uno más: Miguel Ángel Osorio Chong, hidalguense de 51 años, abogado y priísta, que actualmente despacha como Secretario de Gobernación.
Un personaje que seguramente la gran mayoría tiene muy presente por su protagonismo en lo que he denominado Peñismo abstracto; no obstante, es relevante citar algunos de sus antecedentes. Sus inicios en la polaca, datan de 1991 cuando fungió como el encargado de prensa y propaganda del entonces candidato priísta a la alcaldía de Pachuca llamado Mario Alberto Viornery Mendoza; sus oficios lo llevaron a ocupar la oficialía mayor de Pachuca [trienio 1991-1993]; eso sin mencionar los múltiples cargos que le confirió el priísmo local, lo que lo llevó a posicionarse en la palestra pública.
Es de destacar que en 1998, Manuel Ángel Núñez Soto ya investido como gobernador de Hidalgo, ungió como Secretario de Gobierno al instintivo Osorio Chong, quien fue el responsable de cerrar la Escuela Normal rural Luis Villarreal, conocida como Normal de El Mexe, situación que quiso repetir como Secretario de Gobernación con la Escuela Normal rural Raúl Isidro Burgos, conocida como Normal de Ayotzinapa; por fortuna, sin conseguirlo.
Saltémonos algunas de sus encomiendas sin olvidar que fue uno de los curuleros en la Cámara de Diputados entre 2003 y 2005; y llegamos a 2005 cuando uno de sus sueños políticos, hasta ese momento el más preciado –lo digo por aquello de que trasciende que el instintito Osorio Chong sueña, vive, respira y anhela ir tras la grande; es decir, la Presidencia de la República- se hizo realidad, ¡ser gobernador de Hidalgo! y solo lo pudo lograr unido al partido satélite preferido del PRI: el PVEM, con la “Alianza por Hidalgo”
Su gestión tuvo sus claroscuros, el instintivo Osorio Chong le llamó guerra sucia a los señalamientos que sus adversarios le hicieron acerca de estar ligado al crimen organizado, en específico a los Zetas; de lavado de dinero y hasta de falsificar su título universitario. Pero como ocurre en un país cuyos ciudadanos son de corta memoria y la corrupción galopa sin freno, se aplicó el “Usted disculpe”
2012 trajo de nueva cuenta al instintivo Osorio Chong a la palestra nacional, y llegó de la mano de su patrón Enrique Peña Nieto [EPN, el inquilino incómodo de Los Pinos], quien con sus iniciales reformas sexenales [la de la reestructuración de la Administración Pública Federal] le concedió a Miguel Ángel múltiples funciones, que con el peñismo abstracto retornan a la Supersecretaría de Gobernación [conocida en las cloacas de la política mexicana como GobernaChong] tal como marcan los anquilosados cánones del PRIcámbrico tardío. Con ello, los tentáculos del Secretario de GobernaChong, parecen desmedidos.
Y llegamos a 2016, y la exacerbada naturaleza de Osorio Chong –uno de los hombres fuertes de EPN- emerge en su máximo esplendor al advertir a la CNTE que se está agotando el tiempo, que la reforma educativa no se negocia.
Su cercanía al Peñismo abstracto es evidente; aunque sus instintos lo mantienen alerta, generando sus propias reglas del juego, paralelas al movimiento Atlacomulco por si acaso su patrón no dé para más. Estamos ante un político que actúa conforme a su naturaleza; dicho en otras palabras, es instintivo, reactivo, reaccionario, intolerante; dirían los clásicos, la actuación de un verdadero cavernícola de la política.
Es preciso que el ciudadano no olvide, que tenga presente todo cuanto ocurre en la palestra pública, para que en próximas elecciones emitir un voto razonado e informado; y antes y después de ello, generar acciones –por mínimas que parezcan- para que de manera paulatina se provoquen cambios, que aporten a tener un país más llevadero. ¿O seguirán permitiendo que este tipo de personajes terminen de desmantelar lo que nos queda de país? Lo dejo a la reflexión.
Por lo pronto, vayan apuntando en una libreta que dediquen a la desmemoria el nombre completo de este tipo de políticos; no vaya a ser que pasándose de vivos los sigan cautivando y continúen enquistados en la palestra pública causando daño a quienes somos sus mandantes.
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!