@BarbaraCabrera
“No
hay democracia sin determinación”
Julio
Anguita González
La
siguiente escenificación de la política donde unos no se mueven; a otros, los
mueven; y algunos, se mueven; está estructurada en tres actos, invito al lector
a escudriñar estas letras para reflexionar en torno a la afamada frase ¿cómo se
llamó la obra? y a partir de ahí llenarse de acciones y asumir el rol
protagónico que implica ser ciudadano.
Primer acto
Érase un país
donde los dinosaurios aún vivían y para sobrevivir solían enquistarse en todo
aquello que les significara poder; los había de todos los colores [Solo era
cuestión de raza e ideología], se presentaban a través de múltiples
denominaciones; regularmente, sus personalidades iban acompañadas de despensas,
prebendas, discursos grandilocuentes acompañados de la parafernalia que suministra
las campañas publicitarias mediáticas. Algunos eran criaturas copetonas; otros tantos sin cabello
y orejones; solo que estos últimos solían estar tras bambalinas, moviendo los
hilos. Ciertos especimenes escondían su naturaleza para despistar al enemigo
ciudadano y a aquellos dinos de color diferente a al suyo. No obstante, al
final todos formaban parte del establishment,
el que si por ellos fuera, lo convertirían en ley suprema.
** Se cierra
el telón **
Segundo acto
Con el paso
del tiempo, un grupo de entusiastas han perfeccionado el arte de flexionar la
cerviz frente a su amado líder articulando convencidos el mantra, ya sea de
manera presencial o vía redes sociales: “Sí señor presidente, lo que usted diga
señor presidente”; o bien, “Los designios del líder en turno, son órdenes para
nuestros oídos”; y, como olvidar el tradicional “¡a sus órdenes, mi señor”!.
Ellos, cuando no están llevando a cabo esta acción, aplauden como focas. Estos
seres, son conocidos en los pasillos de la política como los aplaudidores;
imprescindibles para mantener en el poder a los dinosaurios y a los políticos
de siempre. Los miembros de este grupúsculo –paladines del status
quo– se erigen en acérrimos detractores de aquellos que se atrevan a tocar
a sus venerados guías con el pétalo de una crítica.
** Se cierra
el telón **
Tercer acto
Percatándose
de las imposiciones de políticas públicas inadecuadas; de reformas
estructurales a modo, erigidas en el plan sexenal en turno; así como presas de
la cerrazón gubernamental e institucional, abanderada por quienes manejan los
hilos del poder; encontramos a los ciudadanos críticos y proactivos, los que se
suman a múltiples causas. Dicho grupo está constituido por los que utilizan instrumentos
de participación sean los tradicionales o aquellos que proporciona Internet, en
especial las redes sociales. En su clamor, hacen saber a los dinosaurios y
aplaudidores su descontento, muestran sus necesidades; y a partir de
propuestas, denotan cómo debieran ser las cosas. No se dejan amedrentar, ni se
intimidan con facilidad; y a pesar de que la “fuerza bruta” les invita a
sentarse en el cómodo sillón de status
quo; no lo hacen. En suma, a través de pequeñas acciones tiran pa'lante. Su
máxima es #NoRendirse
** Fin de la
representación **
Ahora deliberemos:
¿Cómo se
llamó la obra?
Es todo por
hoy.
¡Nos leemos
la próxima Nornilandia! mientras tanto interactuemos en Twitter. Ya lo saben, a un tweet
de distancia me encuentran como @BarbaraCabrera