“Intentad
dejar este mundo un poco mejor de cómo os lo encontráis”
Robert
Baden-Powell
Una sencilla
palabra da título a esta entrega de columna #Nornilandia, la que lleva en sí
misma las complicaciones de su significado y consecución; sobre todo si nos
remitimos a su definición literal hace referencia a: obligación contraída /
palabra dada.
¿A quién?
¿Cómo? ¿Cuándo? ¿Por qué? ¿Hasta dónde? Son las dudas que surgen al leer tan
simplistas enunciaciones. Y si a eso le sumamos la falta de confianza de los
unos a los otros [todos incluidos: ciudadanos, políticos, asociaciones e
instituciones], tal como se leyó en La Jornada del martes 18 de agosto de 2015
“Instalados en el reino de la desconfianza, ya nadie le cree a nadie”
En esta
tesitura, y en mi papel de provocadora de cambios desde la palestra en la que
me toca estar; mis acciones se acompañan -además de la escritura que para mí es
el más soberano de los actos- de lecturas, ello me llevó a un texto que aunque
ligero de hojas contiene una bomba reflexiva en torno a las preguntas
inicialmente planteadas; sin que esto signifique se trate de una fórmula
mágica. Su contenido representa una perspectiva interesante para continuar,
para resistir; para no rendirse. Ser consecuentes y saber que esto de hacer un
mundo más viable y rescatar este país, no será labor sencilla, pero de ninguna
manera se encuentra todo perdido.
Por tanto, sinteticé
para ustedes, algunas ideas de dicho texto [Ficha del
libro: ¡Comprometeos! de Stéphane Hessel, conversaciones con Pilles
Vanderpooten; ediciones destino, España 2011] de valía para
los tiempos convulsos y de desconfianza que vivimos a escala mundial y
particularmente en #MéxicoLindoyHerido.
Sirva esta
columna #Nornilandia para provocar, despertar conciencias, sumar voluntades.
Hoy estoy en mi papel de agitadora intelectual.
La gravedad
de la situación nos impone a un tiempo reflexionar, comprender y actuar en
consecuencia.
Motivos para
la indignación no faltan.
Entonces,
¿qué hacer? Este mundo extraño e incierto ¿debe por ello desanimarnos y dejar
que nos hundamos en el pesimismo? ¡No!
Nuestra capacidad
para indignarnos puede y debe llevarnos a acciones constructivas, motivadas por
el rechazo de la pasividad y de la indiferencia.
Saber decir no. Denunciar. Protestar. Resistir.
Indignarnos. Desobedecer, en ocasiones, frente a lo que nos parece no legítimo
y cercena las libertades y los derechos fundamentales.
Saber decir sí. Actuar. Militar. Tomar parte en la
insurrección pacífica que nos permita dar respuestas a un mundo que no nos
conviene.
En una
palabra: comprometerse.
Comprometerse
significa abrirse al mundo que nos rodea. Supone decir, en contra del
determinismo histórico, que existe algo que inventar. Es lo contrario del
derrotismo y de la resignación.
Hay
alternativas: tenemos la posibilidad de seguir los caminos de un mundo mejor
gobernado. ¡Llegó la hora de actuar! ¡Comprometeos! No para lograr el mejor de
los mundos, sino un mundo viable.
Hoy, sólo
reflexionando, escribiendo, participando democráticamente en la elección de los
gobernantes puedes confiar en lograr que las cosas evolucionen de forma
inteligente… En resumen, mediante una acción a muy largo plazo.
El escándalo
mayor es de índole económica.
La
degradación del planeta y del medio ambiente constituye el segundo gran reto,
en todas partes y ahora mismo.
Uno puede
comprometerse individual o colectivamente, y dar un sentido muy específico a
aquello contra lo que lucha.
Entre los
riesgos que corre el planeta, está el de la desesperanza. Uno se puede sentir
tentado de decirse: “Es demasiado tarde, la hemos liado, ya no hay nada que
hacer, estamos perdidos”. Sin embargo, hemos conocidos un sinfín de problemas
que han podido superarse.
Evidentemente
resulta más fácil pensar que no es mi responsabilidad y en consecuencia
dedicarme a mis preocupaciones personales, esa tendencia se da en todas las
sociedades.
Ésta se trata
de una policrisis, tal como lo califica Edgar Morin.
El mundo
desestabilizado en el que vivimos desde la crisis mundial, es un mundo
detestable. Hay que transformarlo lo más rápidamente posible en otro donde la
justicia, la igualdad para todos, la libertad para todos pueden encontrar sus
cimientos.
Hay que
lograr que lo local y lo global estén en equilibrio. La visión del mundo de
mañana como un mundo más justo, más sabio, no puede ser sino global. Ahora
bien, la realización y la acción que contribuyan a un mundo semejante sólo
pueden ser locales.
Nada resulta
sencillo: estamos llegando a la complejidad. Todos los elementos interactúan.
Cuando una cosa avanza, otra retrocede. Por consiguiente, el combate es
múltiple, y es ahí donde se deben poner límites a la palabra resistencia.
Decíamos: resistir es crear; crear es resistir. Debemos crear, no basta con
resistir.
Tenemos que
ser muchos a la hora de protestar.
Hoy considero
que el futuro debe respetar por igual los derechos de las personas y los de la
naturaleza.
Cada
generación se halla en condiciones de encontrar su lugar y su compromiso
sartreano, según el cual un hombre sólo es un verdadero hombre si está
realmente comprometido y se siente responsable.
No estamos en
un momento de la historia de nuestra especie en el que quepa decir: “la cosa va
de maravilla, sigamos así”. Pero podemos decirnos: “comprendemos cosas, debemos
transformarnos, podemos abordar una nueva fase de la existencia de la especie
humana sobre este pequeño planeta que aún puede ofrecernos maravillosos
horizontes.
La expresión
“conciencia ética” debe volvernos sensibles al hecho de que lo que hacemos hoy
tendrá repercusiones sobre los que vengan a continuación.
Yo, ¡me declaro comprometida! y desde hace algún tiempo he tomado las
armas [http://bit.ly/1we96cg]
Y ustedes ¿Se comprometen? Porque ya no basta solo con indignarse.
Es todo por
hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!
¡Hasta la próxima Nornilandia!