@BarbaraCabrera
“Dejar de
luchar, por culpa de la corrupción que hay en tu alrededor, es como cortarte el
cuello porque hay barro afuera”
Nicolae Lorga
La Jornada /
México SA / Carlos Fernández-Vega
|
¿Cómo enfrentarse a las
elecciones ante tanta corrupción? Una cuestión cuyo debate permanece inacabado
y que es preciso retomar en época electoral. Época donde el fenómeno de
desafección de los ciudadanos hacia la política y las instituciones se
intensifica; lo cual no es gratuito, ni producto de generación espontánea.
Tiene sus raíces –sobre todo- en la corrupción, esa que el señor Peña dijo empequeñeciendo
el problema que “se trata de un asunto cultural”. Pues no, este fenómeno es global,
multifactorial y va más allá de la visión simplista y reduccionista de quienes
como él, la minimizan porque no la entienden; o bien, no les interesa combatir
por HIGAS y demás razones.
Sobre el particular, un nuevo
documento sobre la corrupción se ha presentado en días recientes “México:
anatomía de la corrupción” de María Amparo Casar; auspiciado por el Centro de
Investigación y Docencia Económicas [CIDE] y el Instituto Mexicano para la Competitividad
[IMCO] (consultable aquí http://bit.ly/1KpnZBB) El documento
aporta los principales índices, indicadores y mediciones sobre la extensión y
frecuencia de la corrupción; habla de la permisividad gubernamental, la
tolerancia social, sus costos, su regulación, instrumentos e instituciones.
Lo he dicho y lo reitero, para
combatir este mal es necesario conocerlo, localizarlo, medirlo, identificar sus
causas; para plantear soluciones viables para su implementación de manera
paulatina.
Y es que existen fenómenos
socio-políticos dignos de analizarse desde diferentes aristas y México ha
demostrado ser tierra fértil para ser un amplio laboratorio en este sentido.
Una de esas aristas, es la
observación de la corrupción política que implica el uso y abuso del poder para
intereses y beneficios propios; que incluye, entre otros rubros: sobornos
–ahora conocidos como moches-, desfalco y despilfarro del erario, conflictos de
intereses, desvío de recursos, asignaciones y licitaciones amañadas, tráfico de
influencias, entre otros.
Dichas situaciones se intensifican
ante y con una ciudadanía pasiva, poco interesada en participar y cómplice del
político de su preferencia, a sabiendas de la corrupción que lo arropa.
En esta radiografía de la
corrupción, vemos como México obtiene una calificación de 35 puntos sobre 100
posibles [Índice de percepción de la corrupción 2014]; se sitúa en
el lugar 103 de 175 países, según los datos arrojados de un estudio auspiciado
por Transparencia Internacional. Datos coincidentes con el Banco Mundial que da
a México 39 sobre 100 en sus indicadores de control de la corrupción, lo que
coloca al país en el lugar 127; es decir, uno de las naciones más corruptas.
Gore Vidal, expresó que
nuestra forma de democracia es el soborno en su máxima expresión; si éstas
palabras las trasladamos al ámbito electoral, la razón le asiste tratándose de
la compra-venta de votos; el envío de propaganda masiva para cooptar el
sufragio; la protección institucional a los partidos políticos; y así otras
tantas acciones y omisiones.
Encuestas van, encuestas vienen
y por lo menos en el tema electoral la constante entre ellas refleja ese
desencanto para acudir a las urnas. No dejemos pasar la oportunidad de provocar
-con nuestras decisiones- un cambio y con ello contribuir al rescate de
#MéxicoLindoyHerido, desde nuestras respectivas trincheras.
Faltan pocos días para la
elección. Se acerca el 7 de junio. Los convoco a salir a votar en libertad y de
manera masiva. Necesitamos hoy más que nunca ejercer ciudadanía y hacer valer
nuestro poder ciudadano. De no hacerlo, el costo a la de por sí incipiente
democracia que tenemos, será altísimo y no lo duden, será cobrado con
intereses, corrupción e impunidad incluida.
Requerimos un cambio,
equilibrar los poderes públicos; por eso no se olvide la convocatoria
auspiciada por @iusfilosofo #QuítaleElCongresoAPeña
Y tú que me lees ¿Quieres formar parte de la
solución o del problema? ¡Lo dejo a la reflexión!
Por hoy es todo.
¡Hasta la próxima Nornilandia!