@BarbaraCabrera
“Bienaventurados los jóvenes,
porque ellos heredarán la deuda nacional”
Herbert Hoover
Aunque no soy experta en análisis
económico, ya que mi formación es en ciencias sociales y jurídicas, respeto los
números y me documento e informo con los especialistas.
Soy una cronista del tiempo que me ha
tocado vivir, uno donde a veces quisiéramos que Noé y su comitiva hubiesen
perdido el arca; uno donde nos preguntamos –al estilo Mafalda- si Dios habrá
patentado la idea de este manicomio redondo; uno donde los bandos de buenos y
malos estamos en constante lucha; uno donde vivimos crisis económicas, no solo
en el país, sino en todo el orbe; uno donde parece prevalecer el sálvese quien
pueda.
Pues bien, tratándose de cuestiones
económicas, el paraíso que intentó pintar el gobierno no solo para un puñado de
crédulos, sino para cuidar las apariencias ante los amos del mundo, terminó por
derrumbarse, después de 18 meses lunamieleros ante la comunidad internacional.
Por lo menos, algunos medios y
discursos grandilocuentes, así lo expresaban: México va progresando, México en
jauja, las reformas estructurales impulsadas por Peña están dando frutos, y
cuestiones por el estilo. Una pequeña muestra la tenemos al recordar las
portadas de las Revistas Time y Rolling Stone (en su capítulo México)
En estos días Luis Videgaray, que fue considerado apenas en enero pasado
como el mejor ministro de finanzas de América Latina, ha caído de la gracia de
los principales diarios especializados internacionales; así como el rozagante Agustín
Cartens, quien goza de excesivas
canonjías y alto sueldo en el Banco de México, están en aprietos pero no lo
saben ¿por qué lo digo? Simple y sencillamente porque ha quedado demostrado que
viven en un México para-lelos (si, leyeron bien), un país donde ven de lejitos
a quienes han etiquetado como proles, y donde la realidad imperante no los ha
alcanzado y no sabemos si algún día ocurra.
Por ello, tal como lo manifestó The Economist en su edición del fin de
semana, los mexicanos “tienen una buena razón para ser escépticos”, dicho en
otras palabras, para ser sospechosistas (http://bit.ly/1dLJwA9)
Verán, esto va más allá de debatir si
estamos o no de acuerdo con los datos económicos dados a conocer, esos ya
fueron generados y divulgados, están ahí; tienen sustento metodológico; no
obstante, sirven para constatar y contrastar con la realidad. Tampoco se trata
de salir a justificar y defender irrealidades, tal como lo hizo el dirigente
priísta César Camacho, al señalar que “la economía ha crecido un poquito arriba
del promedio de lo que ha crecido la economía en los últimos años, de suerte
que decir que la economía no avanza no es correcto ni justo”; un comentario que
va con jiribilla para urgir la aprobación e implementación de las leyes
secundarias para, dicen, nuestra economía repunte.
No olvidemos que las letras chiquitas
de las polémicas reformas estructurales, planean ser discutidas a la par del
Mundial de fútbol, así que atentos a ello, que no los agarre fuera de lugar; luego
no se quejen si reciben la temida tarjeta roja.
Es tiempo de actuar, de ser
ciudadanos informados, responsables, proactivos; provocadores de cambio en el
ámbito y palestra que nos toque estar.
Al final, el impacto, el crecimiento,
la desaceleración, la inflación… son parte de la terminología financiera. La
mejor opinión y percepción la tiene y la tendrá el ciudadano de a pie. Lo que
es un hecho es que los impuestos subieron y eso les permite repartirse más y
vivir mejor. La pregunta es ¿el santo paraíso alcanzará para todos?
Por hoy es todo.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!