@BarbaraCabrera
“Nada destruye más el
respeto por el Gobierno y por la ley de un país que la aprobación de leyes que
no pueden ponerse en ejecución”
Albert Einstein
“¿Por qué me pides que
la llame democracia? Cuando el pueblo no es el que gobierna”
Congreso Popular
Hace
algunos ayeres, dedique una Nornilandia al reloj
legislativo (véase “PÁSELE A LA SUBASTA DEL RELOJ
LEGISLATIVO” http://columnanornilandia.blogspot.mx/2010/11/columna-nornilandia-pasele-la-subasta.html),
ese enigmático tic tac que parece no estar en sintonía, ni armonía con esta
época. Es decir, quedó demostrado como los legisladores son capaces de parar el
andamiaje legislativo deteniendo el tiempo para obtener los resultados que
“sus” mayorías desean –pese al descontento generalizado-.
Esto
está íntimamente relacionado con el síndrome que parece darse una vez que un legislador
se posesiona de su curul: la legistitis.
¿Los síntomas?: se reflejan en el nerviosismo al lanzar a diestra y siniestra
cuanta iniciativa o punto de acuerdo se les ocurra, todo sea por subir a
tribuna y lucirse, sin importar los impactos, necesidades y técnica
legislativa. ¿Los efectos secundarios?: están a la vista, y giran en torno al
descrédito de una institución que, desde mi perspectiva, es el cerebro del
gobierno, ya que desde ahí surgen los ordenamientos que dan vida al Estado de
Derecho.
En
este orden de ideas, nos topamos con un no tan nuevo instrumento: el calendario legislativo, donde se
refleja el número de Sesiones por celebrar; por ejemplo, la Junta de
Coordinación Política del Senado de la República ha aprobado que serán 27 las
sesiones (incluidas la de apertura y clausura) las que llevarán a cabo durante
el periodo ordinario que está por iniciar en unos días (1º de febrero) y aunque
se trata de uno intenso debido a la discusión de leyes secundarias y legales
derivadas de las recientes reformas constitucionales-estructurales, los
Senadores aprobaron un día de puente (21 de marzo) y seis días de semana santa,
regresando el 22 de abril para tener 3 sesiones más y clausurar trabajos el 30
de abril.
Es
decir, el poco tiempo para sacar adelante dichos compromisos tendrá que ser de
prisa, veremos el turbo en maratónicas sesiones que se augura serán hasta la
madrugada, para estar en posibilidad de cumplir con lo pactado; mientras tanto,
el resto de asuntos (que no son pocos) tendrán que esperar y tal vez les toque
dormir el sueño de los justos, o ser una estadística de la ya tradicional congeladora legislativa. Trascendió que
EPN presentará como iniciativas preferentes las leyes secundarias y reformas
colaterales de la Reforma Energética y de la Reforma en Telecomunicaciones (lo
que representa 60 días en ambas cámaras para su aprobación)
Aunado
a ello, en estos últimos días, tanto Senadores como Diputados, llevaron a cabo
reuniones plenarias, para acordar la agenda legislativa que impulsarán, lo cual
resulta un tanto paradójico porque de antemano saben que los designios de las
reformas estructurales y sus letras chiquitas los aguardan y ello absorberá
gran parte de su tiempo.
Lo
que es un hecho, es que literalmente subsistimos con un Congreso de medio tiempo; la ley es clara, los periodos de sesiones
son muy cortos y aunque en el ínter existe una Comisión Permanente y reuniones
de comisión; está demostrado que éste Poder sigue siendo ineficaz, que le
debe mucho a la ciudadanía a la cual representa y que la excesiva burocracia
que lo circunda poco o nada contribuye.
Ante
ello, ha surgido la propuesta de creación de un Congreso Popular (http://www.congresopopular.org/),
que resulta novedosa y atractiva ante la realidad imperante e inoperancia de la
clase política, con todo lo que ello personifica. Ha llegado el momento de la
ciudadanía, es tiempo de rescatar lo que es nuestro, ya basta de tropelías y
atropellos gubernamentales. Es ineludible e impostergable el rescate de este
#MéxicoLindoyHerido; dicho en palabras de la convocatoria para conformar el
Congreso Popular y cito: “es hora de que la sociedad ejerza su poder de manera
directa por medio de acciones coordinadas, pacíficas y contundentes amparadas en
el artículo 39 constitucional”.
Por
lo pronto, he registrado mi candidatura para formar parte de éste, y de esta
manera contribuir a la construcción de un mejor país, para dejar un mundo más
tolerable. Veremos qué pasa en los próximos días.
Culmino
esta columna recordando el texto del artículo 39 Constitucional: “La soberanía nacional reside esencial y
originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se
instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene en todo tiempo el inalienable
derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno”
¿Ustedes,
mis lectores, que opinan?
Es
todo por hoy.
Nos
leemos la próxima Nornilandia