@BarbaraCabrera
-Papá ¿Cómo nacen las
leyes?
(Visiblemente
nervioso, el padre lo único que atina a contestar es…)
-No lo sé hijo,
pregúntale a tu mamá.
“No
trabajan”, “sólo se pelean”, “no se ponen de acuerdo”; “las leyes son
ineficientes”, “sería bueno reducir el número de legisladores”; “hay que
desaparecerlos”; “ganan mucho”; he aquí el termómetro ciudadano, respecto a los
legisladores y su trabajo. El común denominador de estos comentarios es el
desconocimiento de las labores propias de este poder público. Lo que da como
resultado un fenómeno de desafección de los ciudadanos hacia la política.
Consummatum est.
El Presupuesto de Egresos de la Federación para 2014 fue aprobado hace unos días,
se han repartido en diversas partidas 4 billones 467,225.8 millones; aunque al
final sigue resultando complejo ver reflejado ese dinero público que ellos
administran, al cual nosotros contribuimos con nuestros impuestos.
Antes
de aquel, innumerables iniciativas han transitado por el Proceso Legislativo;
palabras con las que seguramente la mayoría está familiarizado, sin saber
exactamente de lo que se trata y la transcendencia de observarlo en cada uno de
sus pasos.
Esa
es la motivación de esta Nornilandia, toda vez que se avizoran más reformas
estructurales como la energética. Lo mejor es conocer para tener una opinión
informada y actuar en consecuencia. Tengan por seguro que va más allá de las
declaraciones simplistas de algunos legisladores que piden tiempo fuera para
comenzar a analizar las propuestas; o de aquellos que han dejado claro que son
mayoría y la mayoría gana.
¿Qué es el proceso legislativo? es aquel que regula la creación, reforma,
adición, derogación o abrogación de leyes o decretos, desde la iniciativa hasta
la expresión legalmente válida de la voluntad del Poder Legislativo. Nótese
como este proceso incluye la derogación o abrogación de normas jurídicas,
situación que no siempre se atiende. Estamos inmersos en una etapa donde se
expiden leyes a la menor provocación: de
legistitis, de nerviosismo legislativo; es ineludible pasar a una época de
desregulación. Se los dejo de tarea a nuestros representantes sentados en una
curul.
Recordar
que “no todo lo que se legisla es necesario” debiera ser el mantra que una y
otra vez repitan, consideren, entienda y digieran los integrantes del Poder
Legislativo.
Además de las circunstancias socio-políticas por
la que atraviesa este aún #MéxicoLindoyHerido, el aludido proceso legislativo
enfrenta una serie de obstáculos que, sin duda, inciden en el demérito de la
credibilidad del Poder Legislativo; razón por la cual es importante saber
¿Cuáles son esas dificultades? Aquí solo les diré algunas:
· Incumplimiento de plazos
· Interrupción de los plazos para dictaminar
porque termina el periodo ordinario de sesiones, retomándose en todo caso para
el próximo.
· Intromisión de factores reales de poder para
encauzar la dictaminación hacia un sentido determinado.
· La sobredictaminación o ausencia de dictamen.
· Un rezago legislativo, cuyas causas son
bastantes como para hacer un llamado a legisladores y asesores a que observen
con seriedad cuales son las iniciativas ineludibles y que leyes ya no se
necesitan para su abrogación.
¿Cuáles
son las consecuencias de todo ello?
Ante
la existencia de un retraso o impedimento en la aprobación de iniciativas de
ley que se torna imperativo proponer y por ende dictaminar (sea para reformar,
derogar, abrogar o expedir); o también ante el exceso de iniciativas
presentadas; tenemos como resultado el obstruccionismo legislativo, fenómeno
que imposibilita proporcionar a la sociedad herramientas legales para hacer
frente a la realidad imperante y las diversas problemáticas que de ahí derivan.
Legislar o no legislar, ¡ese es el dilema!
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!