“Para que no se pueda
abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder”
Montesquieu
Consummatum est,
el TRIFE no pudo ver más allá de lo evidente. Se ha dado la declaratoria de Presidente
de la República; el besamanos, los aplaudidores; el ceremonial y el protocolo
se dieron. Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, generoso y solícito en su último
(des)informe de gobierno ha colmado de halagos al que algunos consideran “el
próximo preciso”; así es, Enrique Peña Nieto -hijo putativo de Arturo Montiel y
dicen los que saben de Carlos Salinas de Gortari- se mudará el próximo 1 de
diciembre a Los Pinos con todo y familia extendida.
México,
país acostumbrado a dejar hacer, dejar pasar quiere dar pasos más rápidos hacia
nuevas maneras e inclusive instituciones; las cuales persisten anquilosadas,
desgastadas. Con una Constitución Política de los Estados Unidos mexicanos que
data de 1917 y que ha sufrido 203 reformas; algunas de ellas para intentar
adecuarse a la nueva sociedad; otras tantas por requerimientos y presiones
internacionales; se ha convertido en un híbrido de complejidades, aunado a ser
como lo he manifestado en una mera declaración de amor constitucional. Es un
hecho, vivimos en un proceso de mundialización donde no podemos -al mero estilo
de los políticos de la vieja guardia- fingir que no vemos, no oímos y no
hablamos.
Hoy
más que nunca es oportuno estar ahí, siendo ciudadanos en toda la extensión de
la palabra y no simples espectadores de una película surrealista, donde al final
terminamos por actuar y simular, convirtiéndonos -sin saberlo- en validadores
por omisión de un sistema que subsiste con respiración artificial, derivado de
componendas entre grupos bien identificados situados en la palestra pública.
¡El
poder de la ciudadanía es un ingrediente necesario para sacar adelante este
país!
Los
huesos (en México esta expresión se
refiere al puesto político) han sido repartidos. No solo a la diluida imagen presidencial; sino los correspondientes
a las dos Cámaras que conforman el Congreso de la Unión –léase Diputados y
Senadores- quienes suman 628 personajes con diversas tonalidades y propósitos,
mismos que hecho manifiesta su intención de ser verdaderos representantes;
veremos si se hace realidad; en virtud de que algunos ya postrados ante el hueso se dejan seducir y hasta se
ensordecen.
No
obstante, la última palabra no termina con la crónica de un hueso entregado; a partir de asumir los
cargos que les han sido conferidos, aquellos que lo obtuvieron serán vigilados
por ciudadanos proactivos, participativos con altura de miras interesados en
empujar hacia adelante el país.
En
este sentido, con una nueva manera de ver y ejercer el poder, logremos que la
entrega de un hueso no sea más producto
de la mercadotecnia política, ni derivado de la transmisión entre integrantes
de un grupo político determinado. ¿Cómo se comienza? La respuesta es
sencillamente compleja: siendo ciudadanos, lo que implica ejercer nuestros
derechos, cumplir con nuestras obligaciones con disposición de participar en
comunidad; pero sobre todo con una actitud crítica sin darse por vencido ante
los obstáculos que la cotidianeidad política suministra.
¡Es cuanto en esta Nornilandia!
Hasta la próxima, mientras tanto tenemos un encuentro en la
Twittósfera