21 nov 2011

“REVOLUCIÓN DE IDEAS”

@BarbaraCabrera 

“La única revolución es intentar mejorar uno mismo esperando que los demás también lo hagan”

George Brassens

A propósito de la conmemoración del 101 aniversario de la Revolución mexicana, día en que se llevaron a cabo sendos homenajes para vanagloriar una serie de luchas y revueltas que pretendieron transformar el sistema político y social creado por Porfirio Díaz. Según la crónica de nuestras clases de historia, ésta contribuyó a formar el México contemporáneo; dichos levantamientos no tuvieron un carácter homogéneo, sino que gravitaron en una serie de conflictos internos, protagonizados por distintos jefes políticos y militares que se fueron sucediendo en el gobierno de la nación. En sus orígenes, las primeras tentativas revolucionarias, inspiradas por Francisco I. Madero, pretendían el derrocamiento de Porfirio Díaz, que se había mantenido en el poder durante más de treinta años. Esta revolución, es considerada como el acontecimiento político y social más importante del siglo XX en el país.
Un año después del centenario de este suceso y ante las condiciones que imperan en México lindo y herido es conveniente preguntarnos ¿Qué es propiamente una revolución? ¿Es necesario convocar a una? ¿Acaso no estamos ya ante una guerra? ¿Para qué nos serviría en estos momentos asumirnos revolucionarios? ¿Toda revolución implica utilizar armas?
La Real Academia de la lengua española refiere que, revolución proviene del latín revolutĭo, -ōnis y en sus distintas acepciones manifiesta: 1. f. Acción y efecto de revolver o revolverse; 2. f. Cambio violento en las instituciones políticas, económicas o sociales de una nación; 3. f. Inquietud, alboroto, sedición; y, 4. f. Cambio rápido y profundo en cualquier cosa. Para efectos de esta Nornilandia, quedémonos con esta última.
Actualmente, no es desconocido que vivimos tiempos convulsos en este país; desde el inicio del sexenio de Felipe de Jesús Calderón Hinojosa, el cual muchos anhelan llegue a su fin; se contabilizan más de 50 mil muertos o daños colaterales como alguna vez se dijo, mi percepción es que esa cuenta ya se ha perdido y son muchos más.
Ante esta situación, lo he dicho y no dudo en reafirmarlo: necesitamos ciudadanos revolucionarios, pero no como los de aquella época –los tiempos han cambiado y las formas deberían hacerlo a la par– vale más una ciudadanía armada de ideas, de propuestas; proactiva, participativa.
México lindo y herido requiere menos divisiones y sumar en el ánimo de rescatar lo que hemos perdido en el camino: el país tranquilo y en vías de la prosperidad que por la apatía, indiferencia e inactividad no encontramos.
Yo he tomado una pluma y la Columna Nornilandia como un arma; la he convertido en una herramienta para generar pensamiento crítico – reflexivo – analítico, como un camino hacia la acción desde la trinchera que cada cual encabeza. Convoco a través de estas líneas a una revolución de ideas ¿Se atreven a unirse? Si la respuesta es afirmativa hagan saber cómo lo harán y demostremos que estamos en el rescate de un México mejor. Mañana podría ser demasiado tarde.

Por hoy es todo.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!