“Un país no consolida un régimen democrático por
accidente, sino con acciones y participación constante de sus ciudadanos”
@_BarbaraCabrera
La época de pandemia debido al COVID-19 está siendo aleccionadora en
muchos sentidos. Algunas acciones son coincidentes en diversas partes del
mundo, por supuesto con sus respectivos matices: desde el #QuédateEnCasa hasta
el combate a la lnfodemia y más allá.
El papel de los gobiernos es distinto en cada lugar. Por ejemplo, en
México el gobierno federal –desde el inicio de esta emergencia sanitaria- informa
puntualmente y promueve acciones. Es así que comunica cada día acerca de la
situación de la pandemia, a partir de cuatro ejercicios. Veamos:
· En la conferencia de prensa matutina
conocida como “La mañanera” (inicia a las 7 am) liderada por el Presidente
Andrés Manuel López Obrador, la cual –además- es un ejercicio que se lleva a
cabo desde el inicio del sexenio.
· Con la conferencia dedicada a dar
seguimiento a los programas del bienestar y reactivación económica (de 5 a 6
pm) Útil para hacer saber de los programas a los que se puede acceder, así como
también dar a conocer los avances para impulsar la economía.
· A través de la conferencia donde se
transparentan los créditos a la palabra (de 6 a 7 pm) importante para estar al
tanto, de primera mano, respecto al manejo de recursos de este tipo de
créditos.
· Con la conferencia de prensa para
actualizar la situación del COVID-19 en México, conocida como la nocturnera (de
7 a 8 pm) a cargo del Dr. Hugo López-Gatell, quien se acompaña de otros expertos
del sector salud y algunas otras áreas que fortalecen la toma de decisiones y
políticas públicas. Donde se provee de información estadística, acciones para
hacer frente a esta pandemia, así como datos científicos.
No obstante, vivimos en un pacto federal donde las autoridades locales
gozan de cierta autonomía, por ejemplo, son autoridades sanitarias: a veces
para bien, otras no tanto tratándose del combate al COVID-19.
En cuanto al manejo de esta emergencia sanitaria hay varias anécdotas,
algunas de ellas con un toque espeluznante como el caso de Jalisco donde resulta
que su gobernador -acostumbrado a imponer su voluntad y a pagar para tener reflectores-
decretó el uso obligatorio del cubrebocas, el mismo que tanto la Organización Mundial
de la Salud como el Gobierno de México han apuntado en múltiples ocasiones –basados
en evidencia científica- que es únicamente un auxiliar y su portación no debe
constituir una vulneración a nuestros derechos.
Debido a ello, en Jalisco, algunos de sus habitantes han sido detenidos
por la autoridad y en un caso grave se apunta que uno murió debido a la
brutalidad policiaca usada en su contra y todo por no utilizarlo. En efecto, me
refiero al Caso de Giovanni López. Situación que fue la gota que derramó el
vaso, desatando la indignación y hartazgo ciudadano. En consecuencia, en
Guadalajara, hubo diversas manifestaciones donde la represión se hizo presente.
Alfaro –a través de un video producido para las redes sociales- negó categóricamente
los hechos que desencadenaron el descontento –lo cual me evoca la misma cara
dura con la que Felipe Calderón, también conocido en redes como la Gallina
Teporocha lo hace haciendo gala de un cinismo exacerbado, cuando un tema le
incomoda o le es polémico- por lo que en esta Nornilandia hago un llamado a que
continuemos el camino para la construcción de una ciudadanía que no se deje engañar,
ni mangonear por personajes como los aludidos.
Estamos ante una época donde la construcción de ciudadanía debe
adecuarse al proceso de transformación en que nos encontramos, donde desterrar
la corrupción, los privilegios de unos cuantos y la impunidad, son el
estandarte necesario de enarbolar.
No se pierda de
vista, la esencia de la democracia, así como de su semáforo, son los ciudadanos
que asumen la responsabilidad que trae consigo el ejercicio de este rol; es
decir, participar de manera activa, informada y responsable en los asuntos públicos.
¿Quién, cómo,
cuándo, porqué y desde dónde se construye la ciudadanía? son las preguntas
primigenias para provocar la reflexión y el debate para llenarnos de acciones,
y de esta manera ser contribuyentes en la conformación de aquella ciudadanía requerida
en estos tiempos.
Apunto a
continuación algunas ideas para contribuir al debate e intercambio de ideas:
¿Quién? desde
diversas palestras, todos somos contribuyentes en su edificación; todo es
cuestión de cantidades.
¿Cómo? a partir
de utilizar diversos mecanismos. Por ejemplo, desde el gobierno: las políticas
públicas; desde la sociedad, creando comunidad; desde las asociaciones civiles,
con campañas de concientización; desde las Universidades, a partir de la
generación de conocimiento que provoque pensamiento
crítico-analítico-reflexivo; entre otros. Todo lo anterior, incorporando el uso
de medios tradicionales, así como las TIC, entre las que destacan –por su
protagonismo- las redes sociales.
¿Cuándo? en este
momento, ya que como lo advertí, la construcción de ciudadanía, por su
naturaleza, es un proceso inacabado y en constante movimiento.
¿Por qué? debido
a la trascendencia que implica el poder ciudadano en la palestra
socio-política.
¿Desde dónde se
construye la ciudadanía? en todos los sectores.
Sin duda, la
construcción de ciudadanía constituye una labor impostergable, la cual es una
tarea compartida. Hagámosla posible y desde nuestros espacios, contribuyamos a
ello.
En suma, el semáforo democrático que propongo en la construcción de esa
ciudadanía incluye:
Luz verde para la edificación de una ciudadanía proactiva y responsable,
donde tepocatas, boas, zopilotes, rastreros, chayoteros y gallinas teporochas
no tienen cabida.
Luz amarilla para que cuando se detecten Fake News, la presencia de gobernantes tendenciosos y a quienes han
mutado a boas creyéndose con derecho a arrebatarnos un buen gobierno para
recuperar sus privilegios, seamos avispados y hagamos saber a otros de sus
tropelías, para que no caigan en sus redes.
Luz roja para no permitir que regresen al poder aquellos saqueadores que
se sirvieron a manos llenas del erario, lo que incluye decir ¡adiós, nos
saludan a nunca vuelvan! a aquellos que desde los poderes locales, continúan
dañando.
¿Participar o no
participar en la conformación y consolidación de un semáforo democrático? En
una sociedad consciente de la importancia de hacerlo, no debería ser un dilema.
Sumar a la transformación de México para desterrar de una vez y para siempre el
neoliberalismo, es una tarea compartida e impostergable.
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima
Nornilandia!