@_BarbaraCabrera
“El
odio es un borracho al fondo de una taberna, que constantemente renueva su sed
con la bebida”
Charles
Baudelaire
La frase inicial
de esta Nornilandia no es mera coincidencia, posiblemente la elegí porque me
evocó a cierto personaje enquistado en la política de la mala, que anda por ahí
tuiteando al calor de los tragos e intentando regresar para servirse del
erario; el cual pretende que se olvide como hace algunos ayeres fue ungido como
espurio, por aquello de que usurpo la Presidencia de la República y desde se
dedicó con ahínco a destruir el país. Ahora azuza diciendo “me tienen miedo”
(risas de fondo)
Este es un país
hermoso. Sobresale por sus bellezas naturales. No obstante la magnificencia que
lo abraza, existen políticos de ayer (por no decirles caducos, anquilosados,
dinosaúricos, rapaces, rateros, corruptos voraces y cínicos) obstinados en
estar presentes, que parecen odiar a México, para muestra sus acciones,
omisiones y tweets. Veamos.
Odiar a México es
aplaudir y auspiciar la continuación de las políticas neoliberales.
Odiar a México se
reflejó en la imposición de las reformas estructurales, pese a la crispación
social.
Odiar a México es
que a partir de esas reformas, se pusiera un letrero de “Se vende” al país.
Odiar a México es
cuando quien gobierna se rodea de guaruras, y quienes nos representan ponen
vallas para alejar al pueblo.
Odiar a México es
desviar recursos, abusar del erario y recibir sobornos para tener Casas
Blancas, en Malinalco, y mansiones suntuosas al estilo de los jeques árabes.
Odiar a México es
llamar “ninis” a aquellos jóvenes a los que gobiernos neoliberales negó
oportunidades –sea de educación o empleo- condicionándoles el espacio en una
Universidad Pública, a través de pruebas estandarizadas, pese a ser un derecho
consagrado en la
Constitución.
Odiar a México es andar en el bailongo, estrenar novia nueva y huir del país ante las inminentes
investigaciones por corrupción y lo que de ahí se derive.
Odiar a México es
pagar granjas de bots y trolls para mostrar un poder que no se
tiene –así se refleja en la plaza pública- y con ello incitar a oponerse a un
necesario cambio de régimen.
Odiar a México es
salir a marchar sin argumentos y sin tener idea de porque se está en contra de
medidas que claramente están resultando en un bien general.
Odiar a México es
anhelar que los corruptos de siempre regresen al poder, cubriéndolos con el
manto de la impunidad, queriéndolos hacer pasar como lo mejor que le ha podido
pasar a este país, cuando sus gobiernos fueron un desastre, conduciendo a
México al abismo.
Odiar a México es
tuitear como Felipe Calderón, Vicente Fox y personajes satélites que no merecen
ser mencionados.
Odiar a México es
simple y sencillamente haber “gobernado” dejando en visto a los ciudadanos.
Para cerrar esta
Nornilandia hablemos de cosas positivas, para no quedarnos con el sinsabor de
esos generadores de odio:
Estamos ante un
cambio de régimen donde se prioriza sacar de la pobreza –que el neoliberalismo
provocó- a un porcentaje importante de la población. Se trabaja cada día bajo
el esquema de no robar, no mentir y no traicionar al pueblo. Millones de
mexicanos sumados a la Cuarta Transformación
contribuimos desde nuestras trincheras a ese cambio impostergable.
Hoy, se combate
la corrupción e impunidad. Gozamos las bondades de un gobierno que es del
pueblo y para el pueblo. Por primera vez en la historia contemporánea, tenemos
a un Presidente de México que ejerce liderazgo, es conciliador; el cual conoce
al México profundo y ha trazado la ruta para dejar las bases para construir un
país con oportunidades para todos, y si para ello tienen que hacerse cambios
necesarios en el gabinete tenemos que comprenderlos.
Definitivamente,
estamos en una época donde –por lo menos a nivel federal- ¡los ciudadanos ya no
somos dejados en visto!
PD. Al final,
esos que odian a México tienen un lugar reservado y VIP en el basurero de la
historia. Al tiempo.
Por hoy es todo.
¡Hasta la próxima
Nornilandia!