“Alguna vez
los políticos regalaban cosas al pueblo a cambio de votos. Hoy, el pueblo
regala cosas al Presidente”
@_BarbaraCabrera
En los más de 30 años –antes de
la Cuarta
Transformación- se enquistó el neoliberalismo, ese al que de manera recurrente
he aludido como corrupto, ramplón, voraz y salvaje. Fue así debido al
gatopardismo de las reformas estructurales incluido en el andamiaje
institucional, que creó instancias para “defender” todo tipo de derechos (cuando
vejaban con cada decisión u omisión pública, al ciudadano), estableciendo
órganos garantes (negándose a entregar información, a reservarla por décadas,
declararla inexistente o simple y
sencillamente no dando explicaciones a la ciudadanía.
Estos artífices del
neoliberalismo instituyeron sistemas anticorrupción con miras a cambiar todo
para que las cosas siguieran iguales y para ello se previnieron dejando
fiscales, jueces, magistrados y ministros a modo, de ahí la necesidad de una
revisión y renovación profunda al poder judicial.
Como verán, no es para menos
la utilización de dichos adjetivos calificativos para referirme a la época
neoliberal, los ejemplos pululan y desafortunadamente son constatados con la
cruenta realidad que viven millones de mexicanos, los mismos que han sido
utilizados como pieza del engranaje de ese anquilosado sistema; a pesar de ello
continúan saliendo en su defensa: unos porque perdieron los privilegios a los
que estaban acostumbrados, otros porque no saben que un mejor México, sí es
posible; otros tantos se oponen por ignorancia, reproduciendo líneas
discursivas de los primeros. A este último sector no lo culpo, ya que son consecuencia
de un sistema educativo caduco y presas de las políticas neoliberales que al
estilo orwelliano siguen y reproducen sin chistar.
Veamos algunos rasgos de la
política de ayer para que entiendan la política de hoy.
Pasamos de un gobierno que
despilfarraba millones de pesos en publicidad para intentar mostrar cara y manos
limpias cuando sus uñas eran largas y su rostro impresentable; a uno de
benditas redes sociales.
Pasamos de un sistema cuyos
gobernantes no asomaban la nariz sino era con un montón de guaruras y aventando
lámina con tremendos vehículos blindados y del año. Hoy tenemos un Presidente
que viaja en avión comercial y en su vehículo particular, sin ostentaciones.
Pasamos de un gobierno que se
regodeaba con privilegios inmerecidos, arrebatando con ello oportunidades para los
más, para ponerlas en bandeja de plata a los menos, era una etapa de pueblo
empobrecido y con familias de nuevos ricos, favorecidos desde el poder.
Actualmente se trabaja de manera ardua para que no haya gobierno rico con
pueblo pobre, ya comienzan a verse resultados.
Pasamos de un gobierno espión
y represor –que a la menor provocación no dudaba en lanzar la fuerza bruta para
mantener el control, no así la seguridad- a uno donde se respeta al ciudadano y
donde no se usara la fuerza pública para reprimir, ni sistemas de espionaje
para mantener a raya a los ciudadanos.
Pasamos de un régimen que
rechaza alumnos y los somete a prueba para ver si desde su micromundo son
dignos de tener un asiento en las universidades para edificar su futuro, a
pesar de que la
Constitución lo establece como derecho fundamental; a uno
donde se plantean políticas públicas para que ningún joven se quede sin oportunidades,
sin duda están sentándose las bases para construir el futuro.
Pasamos de un gobierno de acá
las tortas y los frutsis como dieta básica del acarreo y como intento desesperado
para llenar eventos superficiales donde veíamos las mismas poses y líneas
discursivas acartonadas leídas de un telepronter y donde se instaba a aplaudir
y echar porras al preciso en turno. Ahora no es necesario acarrear, comprar
votos, implorar apoyos y firmas para mostrar el músculo del poder ciudadano que
se sabe ganador.
Pasamos por gobiernos
neoliberales erigidos en fábrica de vividores del erario quienes se
beneficiaron con el toalla gate, la
casa blanca y la de Malinalco, la
Estela de Luz, las privatizaciones, la estafa maestra, el
monex gate, Odebrecht, el grupo Higa, OHL, el paso exprés, los “haiga sido como
haiga sido”, el desmantelamiento de PEMEX, el gobierno espía –por aquello de
Pegasus-, la triangulación de dinero público y un amplio, muy amplio etcétera.
Además enarbolando la bandera
del cinismo exacerbado coronada con la impunidad absoluta de los de arriba ¡no
se les toque ni con el pétalo de una investigación, inhabilitación u orden de
aprensión!. Hoy, la
Secretaría de la Función
Pública junto con otras dependencias está haciendo lo suyo
para poner en su sitio a esos parásitos, a pesar los obstáculos que pone el
poder judicial.
La política de
ayer provocó especímenes acostumbrados al besa manos, a
encorvar la cerviz ante los intereses internacionales, a los discursos
acartonados, a la vestimenta rígida y protocolaria. A que los políticos
neoliberales estaban presentes para su lucimiento en cualquier escaparate, a
presenciar cortes de listones y colocación de primeras piedras al arrancar
alguna obra pública y así a un amplio etcétera donde la corrupción y la
impunidad reinaban. Ahora se asustan, están desesperados porque todo eso está
quedando atrás. Hoy, estamos ante un cambio de régimen llamado Cuarta
Transformación.
Ellos, perdiendo como
siempre. Y México, ganando con la 4T.
En esta nueva época, la 4T
busca el bien común y regresar la dignidad al pueblo que por décadas había sido
reducido a ser valioso solo por su voto y no por su participación en los
asuntos públicos que a todos atañen. Hoy estamos en otra sintonía, muy distinta
a la política de ayer que provocó se ensanchara la brecha ocasionada por el
fenómeno de desafección socio-política que alejaba a los ciudadanos de todo
aquello que oliera a política.
Y tú que me lees ¿de qué tipo
de política eres partidario? ¿De la de ayer o la de hoy?
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!