10 feb 2015

AMAR EN TIEMPOS CONVULSOS

@BarbaraCabrera

“Las cartas de amor se escriben empezando sin saber lo que se va a decir, y se terminan sin saber lo que se ha dicho”
Jean Jacques Rousseau

En tiempos difíciles, donde la credibilidad esta demeritada de unos hacia los otros; de intolerancia, de campañas electorales; una era donde el fenómeno de desafección de los ciudadanos hacia la política y políticos va en franco crecimiento; en época de engaño universal; tiempo en que las malas y trágicas noticias imperan y constituyen los encabezados de los medios masivos de comunicación; período donde la digitalización e interconectividad lleva a vivir en red; es preciso hacer un alto en el camino para hablar de amor, en este mes amoroso; en esos días en que la mercadotecnia llevará a algunos a comprar para regalar, para ser y pertenecer; decidí escribir un comunicado que dirijo a todos y a nadie en particular. Comienzo.
Justo el año pasado afirmé que amar, debería se un acto revolucionario agendado para celebrar cada día del año y procedí a enumerar lo que desde mi perspectiva significaba Amor es… (Léase http://bit.ly/1jBgevn) a casi un año de distancia, aquellas expresiones continúan vigentes, lo que es más, deberían intensificarse debido a las dificultades que enfrentamos, por todos padecidas en distinta intensidad; en conjunto con ese fenómeno de desafección de los ciudadanos hacia la política. De repente –y no de manera gratuita- dejamos de creer en las promesas y acciones de la clase política; y los políticos enquistados/reciclados en la palestra pública, dejaron de querer y respetar a la ciudadanía (con sus escasas y honrosas excepciones). 
Entonces una pregunta salta a mi mente ¿de qué manera amar en tiempos convulsos? Y me refiero a ese querer necesario del binomio sociedad-gobierno para que las cosas funcionen y tal vez marchen como debieran.
Ello trae consigo un sinfín de complejidades, las cuales no solo dependen de un lado; es decir, no es unidireccional, sino que constituyen una tarea compartida. Para esa pregunta no poseo una respuesta precisa, ni la verdad absoluta; ya que no se trata de poseer una varita mágica o de un proceso donde deban conjuntarse diversos componentes previamente establecidos y solo darlos a conocer.
Amar en tiempos convulsos tiene que ver con condición humana y con el grado de afectación/afecto que cada cual recibe y percibe de esa interacción socio-política.
Amar en tiempos convulsos no es sencillo -¿qué lo es en esta vida?- requiere de querer y de creer con certezas.
Y te comento a ti, a quien dirijo esta misiva; yo he decidido amar en tiempos convulsos, porque sí creo que podemos cambiar las cosas; decido amar en tiempos convulsos, por eso propongo, por eso he puesto mis conocimientos al servicio de provocar un cambio; por eso soy activista social, por eso convoco a que tú también ames y lo hagas con mayor intensidad en tiempos convulsos.
A pesar de los no creyentes, de los no amorosos, que con sus acciones incitan a no votar, abstenerse y alejarse de todo lo que huela a política y adoptando el estilo de la Alegoría de la Caverna de Platón, alegan que no vale la pena, que nada va a cambiar y bla bla bla, los que multiplicados provocan que el camino este plagado de obstáculos para quienes empujamos hacia adelante para sacar adelante este #MéxicoLindoyHerido.
A pesar de esos pesimistas exacerbados, que incluso forman parte de los que encorvan la cerviz a la menor provocación y a veces a cambio de nada o de migajas; he decidido amar en tiempos convulsos.
He decidido amar en tiempos convulsos al país que nos ha tocado vivir y a este mundo loco que lo alberga, porque sé que este sentimiento me impulsará a continuar trabajando de manera consecuente para rescatarlo de los sátrapas y dejarlo mejor de como lo encontré, y estoy segura que con ese ejemplo contagiaré a quien me rodea y en quienes influyo.
Decidí amar en tiempos convulsos porque un país no consolida un régimen democrático por accidente, sino con acciones y participación constante de sus ciudadanos.
Posdata:
“Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabiduría y la de la tontería; la época de la fe y la época de la incredulidad; la estación de la luz y la de las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperación; todo se nos ofrecía como nuestro y no teníamos absolutamente nada; íbamos todos derecho al cielo, todos nos precipitábamos en el infierno. En una palabra, a tal punto era una época parecida a la actual que algunas de sus autoridades más vocingleras insistían en que, para bien o para mal, se la tratara solo en grado superlativo” Charles Dickens, en Historia de dos ciudades (1859)
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!