5 oct 2011

“EXTINGUIR O NO A LA CLASE POLÍTICA…”

@BarbaraCabrera

“Para el que no tiene nada, la política es una tentación comprensible,
porque es una manera de vivir con bastante facilidad”
Miguel Delibes

En la época en que nos ha tocado vivir y con los tiempos convulsos enfrentados, seguramente más de alguna vez hemos considerado la posibilidad de pedir que a ciertos políticos se los trague la tierra y ahí permanezcan; por supuesto, no generalizo porque convencida estoy que el que generaliza, absuelve.
Así que, esta Nornilandia la dedicaré a reflexionar sobre la conveniencia o no de extinguir a una clase: la política. Alguna más animosa cuando está situada en la palestra pública; y, otra tanta más diluida debido a las decisiones adoptadas ¿para que efectos? muchas de las ocasiones ni ellos lo saben, ¿y los que ejercemos como ciudadanos?, en medio de toda esta vorágine.
Dijo alguna vez Enrique Jardiel Poncela, escritor español: el que no se atreve a ser inteligente, se hace político; éstas palabras, a pesar de haber sido dichas hace décadas y para un país distinto al que habitamos, parecen estar vigentes. No obstante, no nos quedemos sólo con esta percepción, sigamos escudriñando y veamos que más encontramos. Aquí lo valioso es generar el pensamiento crítico-analítico y que cada cual forme sus propias conclusiones.
En las democracias, la ciudadanía tiene el derecho/obligación de elegir a sus gobernantes; si somos pesimistas diríamos, los políticos-gobernantes son un mal necesario; en palabras proactivas, nos constituimos en observantes de su actuar y les instamos a que sean transparentes en sus funciones y nos den una adecuada rendición de cuentas.
En esta tesitura, como lo diría Noel Clarasó, ante una lista de candidatos se piensa que, felizmente, sólo puede ser elegido uno. ¿Será entonces que la política sea una clase perniciosa? ¿Acaso la vocación del político de carrera es hacer de cada solución un problema, tal como lo señaló Woody Allen?
Y debido a que asumir el rol de político se trata de condición humana; alguna vez preguntaba vía twitter a uno de mis followers, que adoptando una actitud radical, parecía querer exterminarlos a todos; sin importar clase, ideología o talentos: ¿si tuvieras la oportunidad de ser Presidente o Legislador, aceptarías? y aunque se hizo un silencio prolongado, finalmente contesto a mi tweet con un “sí, por supuesto que aceptaría”; es decir, ¿podemos entonces convertirnos en aquello que tanto repelemos? y ser político no es la excepción. ¡Que levante la mano quien diga lo contrario!
Sin duda, ser político en México lindo y herido, así como en otras latitudes, no es tarea sencilla; es una labor ardua y bastante criticada –solo veamos las estadísticas donde se plasma el nivel en que son ubicados–. La mayoría de las ocasiones esos señalamientos poseen razón, argumentos y conocimiento de causa; algunas otras sin motivo alguno. Baste hacerse político para pasar a formar parte de un estrato social soslayado y vituperado.
No olvidemos la otra cara de la moneda: la de una ciudadanía apática que fomenta con su actitud el actuar de los políticos; sea porque no acuden a las urnas a emitir su sufragio o debido a que no hacen uso de los espacios de expresión ciudadana; o simple y sencillamente porque han consumido en grandes cantidades “píldoras de valemadrismo” ¿y cuál es el antídoto? La participación proactiva, responsable y participativa.
Solo así comenzaremos a notar un cambio en la manera de hacer política; lo que menos requiere en estos momentos el país es politiquería. Después de esto, vuelvo a preguntarles ¿extinguir o no a la clase política? ¡Esa es la cuestión! Porque como bien dice Rabindranath Tagore “No es tarea fácil dirigir a hombres; empujarlos, en cambio, es muy sencillo”

Por hoy, es todo.

¡Nos leemos la próxima Nornilandia!