11 sept 2024

SUPREMO PODER CONSERVADOR

 

Dra. Bárbara Leonor Cabrera Pantoja | Entre letras, con mi café y a un “x” de distancia me encuentran como @_BarbaraCabrera

 

“No puede un poder situarse por encima de los demás, no puede haber un Supremo Poder Conservador”

Así lo dijo el Presidente Andrés Manuel López Obrador en La Mañanera del 28 de noviembre de 2023.


 


El Supremo Poder Conservador fue una de las instituciones más singulares del sistema político mexicano en el siglo XIX. Establecido durante la breve duración de la Constitución centralista de 1836, mejor conocida como las Siete Leyes, este órgano fue creado para ser un árbitro final y velar por el equilibrio entre los otros poderes del Estado: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial.

Tras la independencia de México, el país vivió un período de inestabilidad política marcada por el enfrentamiento entre dos grandes facciones: liberales y conservadores. Los liberales defendían un sistema federalista inspirado en el modelo de Estados Unidos, mientras que los conservadores abogaban por un sistema centralista que concentrara el poder en la capital y limitara las autonomías regionales.

El período federalista inicial (1824-1835) resultó ineficaz para mantener la estabilidad del país, lo que llevó a los conservadores a promulgar las Siete Leyes en 1836. Estas leyes derogaron la Constitución de 1824 y establecieron un sistema centralista, con el Supremo Poder Conservador como uno de los elementos más innovadores.

El Supremo Poder Conservador estaba compuesto por cinco miembros, quienes eran elegidos de una manera compleja por las juntas de los departamentos (antiguos estados), y se les encomendaba una labor particular: vigilar que los otros poderes no sobrepasaran sus límites. Este órgano no tenía competencia directa para gobernar, legislar o juzgar, pero sí tenía facultades para:

·      Anular leyes o decretos que fueran considerados inconstitucionales.

·      Disolver el Congreso si este se excedía en sus atribuciones.

·        Suspender al Presidente de la República en caso de que se considerara que había violado la Constitución.

·  Destituir jueces del Poder Judicial si fallaban en su tarea de mantener el orden constitucional.

En esencia, este órgano actuaba como un “poder superior” que podía intervenir en caso de conflicto entre los tres poderes tradicionales.

En este sentido, el Supremo Poder Conservador estaba inspirado en las ideas de filósofos como Emmanuel Joseph Sieyès, quien, en sus escritos, había defendido la necesidad de contar con un poder “neutral” que vigilara los excesos de las autoridades. Para los conservadores mexicanos, este órgano era crucial para evitar el caos político y los abusos de poder que habían caracterizado los primeros años de la República mexicana.

El sistema también reflejaba el deseo de control por parte de los conservadores, quienes desconfiaban de la democracia directa y del poder excesivo del pueblo, prefiriendo un gobierno más centralizado y jerárquico, bajo el cual la estabilidad política y el orden social fueran prioritarios.

En la práctica, el Supremo Poder Conservador fue poco efectivo. Aunque se le otorgaron amplias facultades, sus intervenciones eran escasas y no logró impedir las crisis políticas ni estabilizar el país.

Además, los críticos de la época (especialmente los liberales) denunciaban que este órgano era una herramienta autoritaria para consolidar el poder en manos de los conservadores y limitar los avances democráticos. Veían al Supremo Poder Conservador como una instancia que contradecía el principio de la división de poderes y que entorpecía el funcionamiento de las instituciones republicanas.

El Supremo Poder Conservador desapareció con el fin de las Siete Leyes en 1841, cuando un golpe militar derrocó el régimen centralista y se reinstauró el federalismo con la restauración de la Constitución de 1824. No obstante, la idea de un poder moderador se mantendría en el imaginario político mexicano y resurgiría durante el Segundo Imperio Mexicano (1864-1867) bajo el reinado de Maximiliano de Habsburgo, quien también abogaba por un sistema que equilibrara los poderes y evitara el caos.

El Supremo Poder Conservador es un ejemplo de los intentos de los conservadores mexicanos de imponer un sistema de gobierno centralizado y autoritario, destinado a garantizar la estabilidad y el control político en una nación naciente y plagada de conflictos. Aunque no fue eficaz ni perdurable, ilustra las profundas divisiones políticas de la época y los diferentes enfoques sobre cómo debía gobernarse México en sus primeros años como república independiente.

Aunque en esta reseña me refiero al México del siglo XIX, en específico al año 1841, tal parece que en los tiempos de transformación que nos está tocando vivir, emerge una minoría ruidosa, violenta e irracional, entusiasta de las atribuciones del Supremo Poder Conservador, representado en el actual Poder Judicial, mismo que el pueblo ha mandatado sea reformado de manera radical. Y eso ha ocurrido en estos días, la reforma al Poder Judicial, conocida como el Plan C, se ha aprobado por mayoría calificada en ambas Cámaras del Congreso de la Unión, toca el turno a los Congresos estatales, y luego culminará el proceso legislativo en el Poder Ejecutivo, con la sanción, promulgación y publicación de la reforma constitucional por parte del Presidente de la República, para comenzar a purificar dicho poder público.

No se nos olvide, ellos, los de la oposición moralmente derrotada son amantes de los cochupos, anhelan un Estado de chueco, más no de Derecho, para conservar sus privilegios. Nosotros, pugnamos por tener un auténtico Poder Judicial que atienda al pueblo y no solo a una élite; por eso votamos 36 millones de ciudadanos.

Bloqueos, sinrazones, propagación del odio y la desinformación. Sumado a empujones, gritos, toma de Tribuna, destrucción a su paso; son las formas del conservadurismo que se niega a que México se transforme para alcanzar el Estado de Bienestar. ¡No nos vamos a dejar! La revolución de las conciencias es lo más eficiente ante el pensamiento conservador y reaccionario.

Para cerrar esta Nornilandia les pregunto ¿Se han dado cuenta que los rasgos del Supremo Poder Conservador reencarnaron en la Ministra presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña? ¡dense cuenta!

 

Es todo por hoy.

¡Hasta la próxima Nornilandia!