Dra. Bárbara Leonor
Cabrera Pantoja | Entre letras, con mi café y a un
tweet de distancia me encuentran como @_BarbaraCabrera
“La transformación va a continuar, ya se
sentaron las bases y va a ser muy difícil que regresen los mismos que hundieron
el país, que causaron la desgracia de millones de mexicanos”
Así lo dijo el Presidente Andrés
Manuel López Obrador en “La Mañanera”
del 7 de julio de 2023
Transformar implica
llenarnos de acciones y para llegar a ello, es preciso desarrollar y expandir
el pensamiento; y este idealmente debe ser, crítico-analítico-reflexivo. Por
tanto, Esos tipos de pensamientos conducen a actuar para contribuir de manera
proactiva e informada al proceso de transformación en el que nos encontramos en
América Latina, en general; y en México, en particular.
En este sentido, vale
la pena evocar la fábula de dos monjes que discutían acerca de una bandera.
Dijo uno: la bandera se mueve. Dijo el otro: se mueve el viento. Ocurrió que el
sexto patriarca, Zenón, pasaba por allí. Él les dijo: ni el viento ni la
bandera, se mueve la mente. Más tarde, Dogen, fundador de la escuela de zen
japonesa Soto, en el siglo XIII, enseñaba una interpretación muy distinta: no
es el viento; no es la bandera; no es la mente. Todo está conectado. No hay
separación. Esta enseñanza nos invita a profundizar, a percibir nuestra
interconectividad con todo lo vivo, más allá de la avaricia, más allá de las
jerarquías y más allá de la separación.
Y así es el
pensamiento: algo dinámico tendiente a permanecer en constante evolución, sobre
todo cuando se está ante tiempos de cambio y de coyuntura, donde el poder
ciudadano está ocupando el sitio que por décadas le fue negado, debido a la
oligarquía que, cooptando el poder, decidía el rumbo de un país. Por supuesto
dicha situación no se ha erradicado del todo, pero si se han notado cambios
significativos en el escenario socio-político.
No obstante, tal parece
que cuando se alude al trinomio del pensamiento para la transformación; es
decir al analítico-crítico-reflexivo, aún estamos ante tópicos coyunturales que
continúan siendo un desafío. Razón por la cual, en esta Nornilandia dirijo la
atención a aquellos, de tal manera que contribuyan al proceso de cambio llamado
Cuarta Transformación de la vida pública de México.
No se pierda de vista, ¡pensar
nos vuelve poderosos! y es útil para llenarnos de acciones para contribuir
activamente a la transformación en que actualmente nos encontramos.
Con el cambio de
régimen que dio inicio el 1 de diciembre de 2018 denominado Cuarta
Transformación se han llevado a cabo múltiples cambios legislativos, entre los
que se encuentran aquellos tendientes a instrumentar mecanismos de
participación ciudadana que durante la época neoliberal poco interesaron a
quienes gobernaron y/o ocuparon una curul, ya que la intervención de la
ciudadanía en la esfera pública y el poder que esta pudiese ejercer, no fue más
que –como lo he expresado en diversos foros- una mera declaración de amor
constitucional, enmarcada en el artículo 39 de la carta magna.
De manera paulatina se
han incorporado a la Constitución y expedido las leyes correspondientes para
dar el bastón de mando al pueblo soberano. Tal es el caso de la revocación de
mandato y la consulta popular.
Y esto es hacer
política que contribuye a un cambio de régimen como el que estamos viviendo.
En coincidencia con lo
expresado por el Presidente
López Obrador, “está de por medio la lucha de muchos por una transformación y
estamos enfrentando a una oligarquía corrupta, autoritaria, rapaz. Yo no puedo
matizar, son tiempos de definición, no de medias tintas”
Pues ahora resulta que
fuera del periodo electoral al partido Morena le esta cuasi satanizado “hacer
política” así como nombrar a “ya sabes quién” y además, si se vende un AMLITO
(el muñequito creado por el monero Hernández, el cual se ha popularizado más
allá de las fronteras, y que el supremo poder conservador del Tribunal Electoral
del Poder Judicial de la Federación, ha pedido prácticamente “echarlo a la
hoguera”) ¡hay tabla para Morena! (léase con voz de Jasper Beardly, personaje
de Los Simpson que amenaza a estudiantes con severas medidas disciplinarias: si
hablan fuera de turno, hay tabla; y así)
No señores de la
oposición moralmente derrotada, judicializar todo aquello que no les conviene,
incluidas las reformas constitucionales y legales; no es hacer política; es
lawfare.
Sembrar la idea de un
magnicidio contra la señora Xóchitl Gálvez quien no tiene posibilidades de
levantar el porcentaje de votación para regresar a saquear al pueblo, no es
hacer política; es vulgar desesperación.
Pretender censurar y
callar al Presidente Andrés Manuel no es hacer política; es reconocerlo y hacer
manifiesto el terror que su liderazgo representa, el cual, y no es cosa menor,
se acompaña del poder del pueblo soberano.
No señores de la oposición
moralmente derrotada; no permitiremos el retorno del Estado de malestar
traducido en neoliberalismo. Nosotros hacemos política para continuar
impulsando el Estado de bienestar representado en la Cuarta Transformación de
la vida pública.
Porque, como bien
afirma el Presidente Andrés Manuel López Obrador “el poder solo tiene sentido y
se convierte en virtud cuando se pone al servicio de los demás”
¡Sigamos en la senda de
la transformación, donde hacer política sea una virtud!
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!