@BarbaraCabrera
“La educación
es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”
Nelson
Mandela
¿Recuerdan que he manifestado
que padecemos un Sistema Educativo simulado? Pues esta afirmación se ha
convertido en una realidad irrefutable en este aún #MéxicoLindoyHerido.
Inicio compartiendo los
siguientes datos, retomados del documento Panorama de la educación 2015
auspiciado por la OCDE
[Organización
para la Cooperación
y el Desarrollo Económicos], el que analiza los años 2012 y 2013:
· El gasto total de México por estudiante es uno de los
menores de los países que conforman el organismo.
·
México es el país de la OCDE con el promedio más alto
de estudiantes por profesor.
· El gasto promedio por estudiante –según la OCDE- es de 8 mil 200, 9 mil
500 y 15 mil dólares; mientras que en México –en 2012- se invirtió 2 mil 600
dólares por estudiante de primaria, 3 mil por cada uno de secundaria y 8 mil
100 dólares por cada alumnos de educación superior.
· Siguiendo con el mismo año, contrasta el porcentaje
del dinero destinado a capital (activos que duran más de un año, como
construcción, renovación y reparación de edificios escolares), donde México
invirtió solo 2.5%; mientras que en promedio Brasil, Colombia, Irlanda, Portugal,
Sudáfrica, Suiza y Turquía, destinó el 7.1%.
·
Aunque el porcentaje de mexicanos con educación
superior aumentó al pasar del 17 al 25% entre 2000 y 2014, lejos estamos del
promedio de la OCDE ,
que durante el mismo periodo pasó de 26 a 41%.
·
En este sentido, se espera que 38% de los jóvenes
ingresen a la educación superior en el transcurso de su vida, siendo el
promedio de la OCDE
de 67 por ciento.
· Se prevé que cerca del 4% obtengan el grado de
maestría (el promedio de la organización es de 22) y solo el 1% completará
estudios doctorales, cuando el promedio de la OCDE es de 2%.
Tomemos esas cifras de
parámetro y no olvidemos que aún se viven los estragos de la controvertida
Reforma estructural en materia educativa, una de las tantas impulsadas e
impuestas por el peñanietismo; reforma que comenzó a implementar Emilio Chuayffet
Chemor, entonces Secretario de Educación Pública, quien destacó por su
desconocimiento del Sistema Educativo; y que lo ha relevado un personaje que lo
iguala, me refiero a Aurelio Nuño Mayer, el omnipresente hombre de las
confianzas del señor Peña Nieto, ya que pasó de ejercer como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República al cargo que
ahora ostenta; y que ha desatado en él rasgos porriles para defender con uñas y
dientes la aludida reforma de la autoría de su patrón y validada por una
mayoría legislativa que hizo caso omiso a las demandas ciudadanas.
¿Y porqué lo digo? Pues
resulta que Aurelio Nuño, en el marco de la Evaluación de desempeño
magisterial, aseveró: “cualquier maestro o grupo de cualquier tipo o clase que
quiera violentar el derecho a los docentes a la evaluación, que quiera seguir
protegiendo a los líderes que no quieren perder sus privilegios y que no les
importe la educación de los niños y que quieran evitar por la fuerza que se
lleve a cabo la evaluación, se van a enfrentar a la fuerza pública” y agregó
que la Ley está
del lado de las autoridades “para evitar que la intolerancia use la fuerza y
que no permita la evaluación”
Sin duda, estamos ante un
estilo cavernícola que evoca aquella desafortunada frase “la letra con sangre
entra”, solo que en este caso cámbiese la palabra letra, por reforma. Aunado a
que con sus palabras amenazantes va implícita la descalificación de un sector
que no está de acuerdo y que si acaso es escuchado en sus razonamientos es con
oídos cubiertos; todo ello aderezado por el uso que el gobierno hace de los
medios de comunicación tradicionales para incrementar ese descrédito y
estigmatizar al magisterio.
Díganos señor Aurelio; si como
usted afirma, la evaluación se trata de un derecho ¿porqué amagar con utilizar
la fuerza pública? ¿Estaría usted dispuesto a que nosotros los ciudadanos lo
evaluemos, digo porque su perfil no es el idóneo para ocupar el cargo que le
confirió su patrón? ¿Si la Ley está de su lado –como autoridad- qué nos queda a
los ciudadanos?
Este, mis lectores, es el
panorama más desolador de todos los que, como país, enfrentamos; sin educación
de calidad que influya en la construcción de una ciudadanía pensante, crítica,
observante, exigente y participativa ¿hacia dónde vamos? No olvidemos que, en
efecto, la educación es el arma más poderosa con la que podemos contar y el
gobierno lo saber; por eso la inhibe.
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima
Nornilandia!