24 nov 2015

LA EDUCACIÓN EN JAQUE

@BarbaraCabrera

“La educación es el arma más poderosa que puedes usar para cambiar el mundo”
Nelson Mandela

¿Recuerdan que he manifestado que padecemos un Sistema Educativo simulado? Pues esta afirmación se ha convertido en una realidad irrefutable en este aún #MéxicoLindoyHerido.
Inicio compartiendo los siguientes datos, retomados del documento Panorama de la educación 2015 auspiciado por la OCDE [Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos], el que analiza los años 2012 y 2013:
·   El gasto total de México por estudiante es uno de los menores de los países que conforman el organismo.
·        México es el país de la OCDE con el promedio más alto de estudiantes por profesor.
·       El gasto promedio por estudiante –según la OCDE- es de 8 mil 200, 9 mil 500 y 15 mil dólares; mientras que en México –en 2012- se invirtió 2 mil 600 dólares por estudiante de primaria, 3 mil por cada uno de secundaria y 8 mil 100 dólares por cada alumnos de educación superior.
·    Siguiendo con el mismo año, contrasta el porcentaje del dinero destinado a capital (activos que duran más de un año, como construcción, renovación y reparación de edificios escolares), donde México invirtió solo 2.5%; mientras que en promedio Brasil, Colombia, Irlanda, Portugal, Sudáfrica, Suiza y Turquía, destinó el 7.1%.
·        Aunque el porcentaje de mexicanos con educación superior aumentó al pasar del 17 al 25% entre 2000 y 2014, lejos estamos del promedio de la OCDE, que durante el mismo periodo pasó de 26 a 41%.
·        En este sentido, se espera que 38% de los jóvenes ingresen a la educación superior en el transcurso de su vida, siendo el promedio de la OCDE de 67 por ciento.
·  Se prevé que cerca del 4% obtengan el grado de maestría (el promedio de la organización es de 22) y solo el 1% completará estudios doctorales, cuando el promedio de la OCDE es de 2%.
Tomemos esas cifras de parámetro y no olvidemos que aún se viven los estragos de la controvertida Reforma estructural en materia educativa, una de las tantas impulsadas e impuestas por el peñanietismo; reforma que comenzó a implementar Emilio Chuayffet Chemor, entonces Secretario de Educación Pública, quien destacó por su desconocimiento del Sistema Educativo; y que lo ha relevado un personaje que lo iguala, me refiero a Aurelio Nuño Mayer, el omnipresente hombre de las confianzas del señor Peña Nieto, ya que pasó de ejercer como jefe de la Oficina de la Presidencia de la República al cargo que ahora ostenta; y que ha desatado en él rasgos porriles para defender con uñas y dientes la aludida reforma de la autoría de su patrón y validada por una mayoría legislativa que hizo caso omiso a las demandas ciudadanas.
¿Y porqué lo digo? Pues resulta que Aurelio Nuño, en el marco de la Evaluación de desempeño magisterial, aseveró: “cualquier maestro o grupo de cualquier tipo o clase que quiera violentar el derecho a los docentes a la evaluación, que quiera seguir protegiendo a los líderes que no quieren perder sus privilegios y que no les importe la educación de los niños y que quieran evitar por la fuerza que se lleve a cabo la evaluación, se van a enfrentar a la fuerza pública” y agregó que la Ley está del lado de las autoridades “para evitar que la intolerancia use la fuerza y que no permita la evaluación”
Sin duda, estamos ante un estilo cavernícola que evoca aquella desafortunada frase “la letra con sangre entra”, solo que en este caso cámbiese la palabra letra, por reforma. Aunado a que con sus palabras amenazantes va implícita la descalificación de un sector que no está de acuerdo y que si acaso es escuchado en sus razonamientos es con oídos cubiertos; todo ello aderezado por el uso que el gobierno hace de los medios de comunicación tradicionales para incrementar ese descrédito y estigmatizar al magisterio.
Díganos señor Aurelio; si como usted afirma, la evaluación se trata de un derecho ¿porqué amagar con utilizar la fuerza pública? ¿Estaría usted dispuesto a que nosotros los ciudadanos lo evaluemos, digo porque su perfil no es el idóneo para ocupar el cargo que le confirió su patrón? ¿Si la Ley está de su lado –como autoridad- qué nos queda a los ciudadanos?
Este, mis lectores, es el panorama más desolador de todos los que, como país, enfrentamos; sin educación de calidad que influya en la construcción de una ciudadanía pensante, crítica, observante, exigente y participativa ¿hacia dónde vamos? No olvidemos que, en efecto, la educación es el arma más poderosa con la que podemos contar y el gobierno lo saber; por eso la inhibe.
Es todo por hoy.
¡Nos leemos la próxima Nornilandia!