@BarbaraCabrera
“Hay
momentos en la vida de todo político, en que lo mejor que puede hacer es no
despegar los labios”
Abraham
Lincoln
A menor credibilidad de las instituciones, más gasto público -esté o no
presupuestado-. Hablemos de algunos ejemplos:
Presidencia
de la República :
a) el rubro de “apoyo a las actividades de seguridad y logística para
garantizar la integridad del ejecutivo federal” pasó de 909 millones a mil 868
millones de pesos; es decir, ¡se duplicó!; y, b) el rubro destinado a
“asesoría, coordinación, difusión y apoyo técnico de las actividades del
presidente”, se incremento –respecto a lo inicialmente contemplado- en un 27.7%.
Secretaría de
Gobernación: gastó 77 mil 285 millones, cuando solo tenía
autorizado 75 mil 3.3 millones.
Secretaría de
Hacienda: Inicialmente, le fue destinada un partida de 41 mil
882.3 millones, y elevó su gasto a 50 mil 280.5 millones.
El anterior
silogismo, donde los protagonistas son Enrique Peña Nieto, Miguel Ángel Osorio
Chong y Luis Videgaray Caso, respectivamente; tiene algunas excepciones, entre
la que destaca la Secretaría
de Desarrollo Social, a cargo de la caradura y camaleónica Rosario Robles
Berlanga; ya que dicha dependencia contaba con una asignación presupuestal de
111 mil 211.2 millones, y ejerció únicamente 106 mil 134.8 millones; lo que
representa un cercano 5% sin ejecutar [mientras la pobreza en
alarmante aumento, léase “Fábrica de pobres” http://bit.ly/1KwmkL6].
En este sentido, es ineludible plantear otra conjetura: la escasa credibilidad de las
instituciones, está relacionada con el ejercicio constante de la corrupción e
impunidad.
Entretanto, se ha dado a conocer lo que ya sabíamos: Enrique Peña Nieto está situado en los niveles más bajos de popularidad –yo diría aceptación- de lo que va de su sexenio, véanse los números en el siguiente gráfico:
Ante tal
panorama, el inquilino de Los Pinos, que cuenta con un gran aparato de
protección para transitar su mundo de irrealidades, acudió en días pasados a
inaugurar el nuevo estadio de los Rayados de Monterrey; y contrario a lo que
marcan los cánones de un evento de esta magnitud, dicho acontecimiento se llevó
a cabo a puertas cerradas y sin afición; donde el político en decadencia y forever alone pateó el balón en la media
cancha, develó la placa y emitió un discurso donde la palabra clave fue confianza
[Definida en la primera acepción de la Real Academia Española como “esperanza
firme que se tiene de alguien o algo”] “Confianza para la
construcción del nuevo México que busca su administración” ¿en serio? Sería
bueno nos explicará a detalle ¿cuál es el nuevo México que busca el
peñanietismo? ¿Lograrlo incluye matar personas, desaparecerlas y pisotear sus
derechos? ¿Conseguirlo a costa de lo que sea y quien sea? ¿Ese es el nuevo
México? Entonces, el nuevo lema gubernamental debiera ser “ni los veo, ni los
invito”; o bien, ¿Será que somos TAN pero tan sospechosistas [Léase
al respecto “Sospechosistas” http://bit.ly/1dLJwA9]
que no podemos aceptar que vamos pa´lante? Si es así -y solo así-
tendremos que aplaudir al señor Peña que ha llegado a la brillante conclusión
de que “hay países peores que México”; así lo dijo al inaugurar el
distribuidor vial en San Mateo Atenco, municipio ubicado en el Estado de México
[la meca peñanietista y del grupo “atracomulco”, digo Atlacomulco].
Lo cierto es,
que actitudes de ostracismo como las que últimamente ha tenido EPN, derivaron
en la organización en Twitter del #AbucheoVirtualAEPN, para
mostrar el descontento que se incrementa conforme avanza el sexenio –tal como
se constata en el gráfico mostrado en esta Nornilandia-. Además de las
manifestaciones afuera de la inauguración del estadio con consignas como ¡No a
la reforma educativa! y ¡Monterrey no es Estado, Peña reprobado!
No señor EPN,
sus líneas discursivas; esas que hablan de grandes obras, donde ensalza las
reformas estructurales que según su dicho son los superhéroes de la jauja macroeconómica
[y que están mutilando a la sociedad], sus llamados
a confiar, su empecinamiento de “Mover a México” [la mayoría
sabemos quienes son “sus” benefactores de ese movimiento] de
ninguna manera y bajo ninguna circunstancia lo llevarán a pasar a la historia
como el gran reformador que usted anhela; sino como aquél que retoma los peores
vicios y prácticas del viejo dinosaurio que sigue ahí y sin miramientos
destruye, acapara; se engolosina de poder, provocando su estrepitosa caída y el
descrédito de las instituciones.
¡Despierta
México!
Es todo por
hoy.
¡Nos leemos
la próxima Nornilandia!