4 mar 2014

“LA PRIMERA DAMA”

@BarbaraCabrera

“La sociedad no puede en justicia prohibir el ejercicio honrado de sus facultades a la mitad del género humano”
Concepción Arenal

El 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, conocido comúnmente como Día Internacional de la Mujer. Es la fecha en que se reivindica y reconocen derechos por los que históricamente se ha luchado. A propósito de este día encontramos eventos por doquier, donde los discursos, apoyos, políticas públicas parecen ser –por lo menos en los discursos- óptimos, adecuados y suficientes.
¿Y que pasa con la existencia de las “primeras damas”? Para comenzar, el de “primera dama” es un título no oficial de quien tradicionalmente ejerce el rol de esposa del presidente, es honorífico y podría decirse protocolario. La pregunta es ¿actualmente es un término válido y aceptado?
Según datos del INEGI,  de los 112 336 538 de habitantes que hay en el país, 57 481 307 son mujeres. De las cuales una es llamada “primera dama” a nivel federal; 27 a nivel estatal, por aquello de las 5 vacantes (Tlaxcala, Zacatecas, Chiapas, Estado de México y Distrito Federal) y así también son consideradas por costumbre, las de los 2,417 municipios.
¿Y que es lo que las convierte en “primeras damas”? Simple y sencillamente ser la esposa del titular del Poder Ejecutivo, digamos es la aplaudidora número uno de las hazañas gubernamentales. Aquella que genera expectativa en la mass media que expectante publica la nota del diseñador que la viste para tal o cual evento; esa mujer de sonrisa perpetua y de saludo corto-corto, largo-largo.
Es oportuno decir que esta (la de nombrar “primera dama”) no es una práctica exclusiva de #MéxicoLindoyHerido, sino que se reproduce a lo largo del mundo. Aquí el debate son los alcances de dicha figura y la trascendencia de su actuación.
Las hay polémicas, como Sasha Montenegro, famosa por su participación en el cine de ficheras y naturalizada mexicana que después de muerto José López Portillo, sigue cobrando la pensión vitalicia por la sencilla razón de haber sido la esposa de. Las hay entrometidas y mandonas, como ejemplo está Marta Sahagún que ahora es primera dama del Centro Fox desde donde su esposo sigue con delirios de presidente; las hay grises, como Margarita Zavala que prefería caminar bajo la sombra de quien ostentó el cargo de presidente. Hasta la actual, presta a posar con poca ropa para calendarios que hace algunos ayeres embellecieron  algunas vulcanizadoras y talleres mecánicos y  que saltó de la pantalla chica de donde se jubiló como actriz, para ser la acompañante del señor peña por su transito por Los Pinos. Ahora en su papel protagónico de “primera dama”, recatada y discreta.
El problema central, además de la terminología con la que de manera complaciente son llamadas y tratadas, sin importar méritos, es decir, que más da si no se han destacado por su trabajo y conocimientos a favor de la infancia y la asistencia social; ellas son nombradas presidentas del Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), que aunque honorífico, es un cargo que pone a su disposición personal, oficinas y presupuesto para encauzar las políticas públicas relacionadas con los sectores aludidos.
Desde mi perspectiva, el concepto de “primera dama” debe ser suprimido de las prácticas anquilosadas persistentes, que nos evocan seguir luchando por conquistar la igualdad entre un género que desde tiempos inmemoriales pugna por obtener mejores lugares y esa escisión poco aporta y mucho ejemplifica de lo que falta por hacer.
Sin duda, una participación más activa de las mujeres en los ámbitos social, cultural, político y económico sigue siendo una asignatura pendiente. Desde nuestras trincheras sigamos trabajando para ocupar más espacios públicos.
A ti mujer trabajadora; a ti que sales todos los días a conquistar el éxito en tus actividades; a ti que te preparas y actualizas; a ti que a pesar de no tener un título eres una guerrera; a ti mujer que saca adelante una familia; a ti que eres sostén de la sociedad; a ti que enalteces el género te digo ¡felicidades!

Es todo por hoy.

Nos leemos la próxima Nornilandia.