1 oct 2013

“NO VEO, NO OIGO, NO HABLO”

@BarbaraCabrera

“Las instituciones (yo añadiría a la clase política)  pasan por tres periodos: el del servicio, el de los privilegios y el del abuso”
René de Chateaubriand

El nombre de esta Nornilandia tiene dos vertientes interesantes, por una parte decir a mis lectores que la representación de esas tres expresiones corresponde a “los tres monos sabios” o “los tres monos místicos”, caracterizados en una escultura de madera construida en honor de Tokugawa Ieyasu, en Nikko (Tokio, Japón). Varias interpretaciones giran en torno a estas figurillas; en esta ocasión, es preciso decir que los nombres en japonés de los tres monos: Mizaru, Kikazaru, Iwazaru significan “no ver, no oír, no decir” la complejidad radica en no detallar lo que los monos no ven, no oyen o dicen.
Es así como de manera tradicional se deduce que simbolizan “No ver el mal, no escuchar el mal y no decir el mal”, lo cual deriva de la traducción del código moral del santai, filosofía que divulgaba el uso de los tres sentidos en la observación cercana del mundo observable.
Del otro lado, tenemos la otra variante, representada por ese mecanismo de negación gubernamental, figuras que podrían caracterizar una amplia mayoría de la clase política enquistada en el poder (pónganle ustedes sus nombres y caras preferidas. Sujeto a cambios sin previo aviso).
Para muestra de ello, van algunos botones:
A partir de la falta de socialización e impopularidad de las llamadas reformas estructurales en #MéxicoLindoyHerido (educativa, financiera, energética y las que se sumen), se han desatado un sinnúmero de marchas y manifestaciones a lo largo y ancho del país, donde no solo se incluye un grupo, sino que se están sumando algunos otros sectores; con la paradoja de palpar una creciente polarización de un país de por si dividido; el gobierno asume una actitud donde es evidente no ven, ni escuchan lo que de la realidad emerge. Se concentran solo en pulir discursos nuevos con prácticas anquilosadas. Como sugerencia, más le valdría al Señor que habita en Los Pinos retomar la práctica del telepronter ya que al querer improvisar demuestra su ignorancia. No EPN, Monterrey no es un Estado. Ni Boca del Río es capital de Veracruz.
Ante una evidente improductividad legislativa, donde lo que impera son los pactos y concertacesiones con los actores políticos del momento; resultan estar en la lupa los diputados y senadores (los locales no se quedan atrás) tratándose de las contrataciones bajo la figura de “asesores”, un  puesto comodín donde lo mismo entran familiares, choferes y parejas sentimentales. Según información disponible y dada a conocer por Sin Embargo; para 2013, se destinaron 301 millones 191 mil 700 pesos para el pago de honorarios de asesores; lo que representa 15.2% más en relación al 2012. Las percepciones de éstos contrastan con los $1,942.8 que al mes recibe un empleado promedio, tomando como base el salario mínimo diario que es de apenas $64.76. Seguimos siendo pocos los ciudadanos participativos,  propositivos y que hablamos para exigir una verdadera y efectiva rendición de cuentas de nuestros representantes. Es ineludible implementar una certera evaluación al trabajo legislativo. Mientras ello ocurre, San Lázaro sigue blindado y parece será así hasta que concluya el periodo ordinario de sesiones -el 15 de diciembre- o se consolide la Reforma Energética.
El Poder Judicial no se queda atrás, después de excarcelar a Rafael Caro Quintero –reconocido narcotraficante- el 9 de agosto de 2013 debido a “errores judiciales”, ante una pasmada y lenta reacción de la Procuraduría General de la República (PGR) que hasta el 22 de agosto pide formalmente a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) la revisión de dicho fallo, ya que se sustentó en “absurdos e ilógicos razonamientos”; sobre dicho personaje se ha emitido una ficha roja en su contra en 190 países que pertenecen a la Policía Internacional (Interpol). Todo parece indicar que las autoridades mexicanas fueron  permisivas al dejar pasar el tiempo necesario para que Caro Quintero se resguarde de la justicia. Del otro lado de la moneda, tenemos el caso de Alberto Patishtán Gómez, profesor de una escuela primaria pública en el municipio de El Bosque, en los altos de Chiapas, cuya aplicación y concepto de justicia parece diametralmente opuesto al ya señalado. (Para abundar en el tema sugiero leer este texto http://iusfilosofo.blogspot.mx/2013/09/el-dilema-patishtan.html)
Que decir de los medios de comunicación tradicionales, la televisión para ser específica, que ocupa su tiempo en dotar al pueblo de contenido chatarra entre los que se incluyen telenovelas, shows mediáticos, programas revisteros, editorialización de comunicadores al servicio de los noticieros. Ello logra propagar la ignorancia para que, si se ve, sea lo que ellos indican; si se oye, sea lo que ellos producen; y, si se habla, sea para implorar finales rosas e historias absurdas e irrisorias. Y que conste, no se trata de cambiar de canal sino de exigir una mejor televisión ¿me estás leyendo Secretaria de Gobernación?
Lo cierto es que veo (observo), oigo (escucho) y hablo (participo) son tres sencillas palabras que coadyuvan a la construcción de un mejor país, de un mejor mundo. Me quedo con ellas.

¿Qué opinan mis lectores?

Es todo por hoy. ¡Hasta la próxima Nornilandia!