@BarbaraCabrera
“Los privilegios
acabarán, pero el pueblo es eterno”
Conde de Mirabeau
Cuenta
la leyenda urbana (documentada por la Revista Quien)
que desde los restaurantes The Capital Grille de Reforma, The Palm del Hotel
Presidente, J&G Grill en Hotel St. Regis, el Suntory de las Lomas, el
Estoril de Polanco o El Cardenal del Hilton Alameda; se delinea parte de la
vida legislativa de un lugar muy, muy cercano de cuyo nombre todos debemos
acordarnos. Dicen que en sus mesas y con los manjares degustados –la mayor
parte financiados con recursos públicos- se terminan de afinar los acuerdos.
Otro tanto se dicta desde Los Pinos, eso es evidente.
Con
motivo del andar de las reformas estructurales -hacendaria y energética- por el
proceso legislativo tradicional, el cual necesariamente pasará por ambas Cámaras
del Congreso de la Unión; el Legislativo continúa en el ojo de la ciudadanía
proactiva e interesada en los temas públicos.
Alguna
vez vivimos una breve etapa donde el Presidente propone y el Congreso dispone; de
repente, se dio un punto de quiebra donde solo una minoría es la que atiende a
este principio de equilibrio para un sano Estado de Derecho.
Mientras
tanto, continuamos preguntándonos ¿Quién
vigila al vigilante? sin obtener una respuesta que satisfaga. En este tenor,
seguimos ante un asunto inacabado que repercute en la realidad imperante.
De
esta manera, tópicos como la evaluación legislativa (una
de mis propuestas y líneas de investigación http://columnanornilandia.blogspot.com/2009/04/tesis-de-maestria-instrumentacion-de.html) cobran vigencia. Es ineludible su
implementación para transitar hacia una latente, eficaz y verdadera rendición
de cuentas. La cual debe ir más allá de salir a la palestra pública y decir que
se asumirán los costos de las reformas, esto de nada vale en un pueblo
desmemoriado.
Ésta
época es la idónea para erradicar el secretismo y los oscurantismos que datan
de tiempos inmemoriales y que mas vale desterrar. Esa idoneidad radica en que
estamos inmersos en una revolución digital, donde tenemos a disposición
herramientas tecnológicas que facilitan y promueven este y otros menesteres.
Sobre
el particular, es preciso apuntar algunos elementos indispensables de esa
evaluación legislativa acorde a las circunstancias que vivimos, la cual debe
trascender “los cuantos”; mismos que solo deben constituir un punto de
referencia.
Hoy,
la mayoría de legisladores parecen estar más atentos a sumar en el tablero el
mayor número de iniciativas o puntos de acuerdo, sin darle el seguimiento a los
asuntos que plantean, a menos que sus intereses sean mayores.
En
este sentido se requiere:
-Analizar
la efectividad de las leyes, la pertinencia de las reformas. Es ineludible
encontrar el antídoto para curar de legistitis
aguda a quienes ocupan una curul, es imprescindible transitar a una etapa
de desregulación. Esta parte tiene que ver con aspectos cualitativos, a través
de los cuales se observen los impactos de la labor legislativa, sean éstos
sociales, económicos, culturales, políticos, entre otros.
-Trazar
un comparativo que se refiere a la trayectoria del legislador, que posibilite
obtener un panorama general de los cargos públicos o no que ha tenido quien tal
vez llegue a ocupar o esta ocupando un escaño.
Y
esto es solo el inicio del mucho trabajo que falta por hacer para comenzar a
vigilar y actuar en consecuencia.
Finalizo
esta Nornilandia afirmando que el edificio democrático debe tener como
principal cimiento un gobierno y representantes legítimos y efectivos.
¿Y
si hacemos realidad convertirnos en férreos vigilantes de las acciones y
omisiones de la clase política?
Es
todo por hoy.